lunes, 30 de diciembre de 2013

LA ENTELEQUIA DE LA FELICIDAD Y ALGUNOS SUSTITUTOS.




     Para períodos tan dilatados como suele ser un año y en épocas tan inciertas y procelosas como son las presentes, convendría, Zaide, no pedir el oro y el moro, y menos, como aguachirle a mano, venturas en abundancia, pensando que son fáciles de domeñar entelequias que sólo existen en el imaginario popular, bien enraizadas, pero de todo punto inalcanzables, como pudiera ser, más que otras, la pretendida felicidad. Tras ella, acechándola, persiguiéndola, se nos va la vida, sin cerciorarnos nunca, de que si aquélla es utópica, lo que más se le puede asemejar, lo tienes a tiro de piedra, a tu vera: primero, el amor de los tuyos, el calor de los amigos, la fatiga del trabajo y el reposo cuando este cesa; la risa que ahoga el llanto, el hambre y la sed saciada; luego, la amenidad de los campos, un recreo para el espíritu; el soberbio escenario de la naturaleza renovándose sin pausa, y en su proceso permitiéndote gozar de predios y collados, de mares y océanos, de florestas y  prados,  de la variedad de las estaciones, soberbias cada una en su esencia, y cómo no el enigma y grandiosidad de los cielos, del que cuelgan y bajan estrellas, lunas y luminarias, preciosa envoltura para nuestro mundo y una promesa de otros, que, por qué no, podrían estar aguardándonos; sobre todo para que cuando el infortunio se cuele por cualquier rendija de tu vida, que esta sea con todo llevadera, sólo lluvia  vernal que no desbocado huracán..

jueves, 26 de diciembre de 2013

SE ABRIÓ LA TEMPORAL FOSA.



      Eso acontece en ocasiones con los desperezos de nuestra madre naturaleza, que se diría amodorrada en un plácido duermevela, y, de un tirón, sin decir oste ni moste, acude a un despertar pleno de malhumores y antiguos enfados, que precavida guarda  para espabilarlos en momentos concretos.
      Fue ayer, sin duda alguna, uno de ellos, ya que puso en escena, con su mejor artificio, tempestades y turbiones encadenados que no dejaban paso al menor respiro, de los que no se sabía qué más temer: si la fuerza avasalladora del agua o la de Eolo, soplando a insólita velocidad y energía.
            Hoy que la calma ha vuelto a su mansedumbre anterior, cuesta trabajo pensar en la turbulencia de ayer. Con tantas embarradas hojas esparcidas a diestro y siniestro, y las ramas de los árboles cogidas en plena desnudez, lo que sí parece definitivo, un año más, es la fosa que ya acaba de abrir  el calendario natural, apartando al otoño y dando la mano amiga que siempre se espera
al invierno. De eso, igualmente, puede dar testimonio el río, vocinglero ahora, como en sus mejores días, y tres buitres, que sin atreverse a descender a sus orillas, lo contemplaban con una inmovilidad de pintura, a la altura de los cielos.

domingo, 22 de diciembre de 2013

UN MANSO DICIEMBRE



     En esa frenética cabalgada que es la vida, con el notarial palimpsesto del tiempo borrando y reescribiendo estaciones, asoma de presente su huraña faz el invierno, con la fama de displicente que le da su negra historia de niño malo del año, al que todos, si le da por enfurecerse, o ya sin ataduras desbocarse, debemos temer y respetar para evitar males mayores. La paradoja, en realidad, surge   cuando se piensa en el curioso hecho de que cuando más feroz y más daños provoca no es desatado, embravecido, sino tal como ocurre ahora, cuando el invierno se niega a asumir su papel de hechicero de la tribu de la naturaleza, con prerrogativas para mudar
cielos y soles hasta entonces impolutos en sombríos y nefastos. Que no ocurra lo dicho, y que los cielos se muestren pródigos en claridades y calores, da un tono especial, inesperado, a este día festivo, sin gélidas brisas, ni aguas tormentosas, ni borrascas en el horizonte más inmediato, como cabría esperar. No menos sorpresivo es el sosiego, grande, con que calles y plazas desiertas de caminantes, muestran su conformidad a los caprichos de un tiempo insólito, hoy que ya es diciembre de largo, casi enero.    

jueves, 19 de diciembre de 2013

AGUARDANDO LA LLUVIA



     A la espera de una lluvia que no acude, la ciudad se enclaustra encapotándose, cerrando horizontes, mostrando ahora sólo orondas laderas, ensimismándose, aislándose, como si atávicamente ya no estuviera sumida en un perenne sueño de altozanos y cumbres. Pero ni ofrecimientos, por más sugestivos y acogedores que estos parezcan ser, ni invocaciones ni plegarias a los dioses que la manejan son actos decisivos para responder a una llamada que día a día se está tornando en angustiosa.
      No sé, Zaide, si para que el agua fluya, llenando otra vez cauces,  reventando hontanares y permitiéndonos contemplar nuestras figuras estilizadas reflejadas en los charcos, tendremos que recurrir, como antaño, a procesiones y a sacar imágenes a las calles; por muy inútiles que todos esos gestos de fe popular resulten a la larga para una naturaleza hierática, sorda a lo que no sean sus propias e irreversibles leyes, que ella acciona a su capricho y no al nuestro, tan limitado e impotente siempre. 

lunes, 16 de diciembre de 2013

SE PIERDEN BRILLOS Y RUMORES.



     Como todo, anda revuelto el tiempo, que no sabe cómo atemorizarnos más, si con furiosos levantes, auras casi vernales o imprevistas escarchas; pero ni alteraciones súbitas ni la agonía de un otoño, otras veces fecundante, llaman a la lluvia por la que están clamando unos campos asfixiados por esa impropia sequedad, que no es buena para su gleba ni para el equilibrio de la naturaleza, la de la tierra y la propia.
      Y quieras que no, ese alivio que supone el agua redentora para una sed que no se remedia, se hace sentir en el ambiente tristón que se va desprendiendo obligadamente de brillos y fulgores, en espera de un renacer que no halla. Y lo nota más que nadie, el río, ya silencioso, un si es no es moribundo, que ha dejado de alzar su voz y de mezclar su familiar rumor al que produce la ciudad, con menos viajeros y más necesitada de voces amigas.

domingo, 15 de diciembre de 2013

ENJOYADAS CASAS




     ¡Cuán enjoyada, altanera, suntuosa, enorme construyes, Zaide, tu casa! Con áureos materiales y engastada de preciosas piedras quisieras, envidiada, verla. Casi flotando entre las nubes, a leguas de distancia. Sus muros, torres y encumbrada altura avasallando a las demás de la ciudad.


 Se diría que serías el más feliz de la tierra dotando a tu morada de la condición y soberbia de quien sueña con habitarla. Si eso es así, te advierto que poco orgullo cabe en ello, porque esa misma distinción que establece tu morada con las vecinas, esa inaccesibilidad y distanciamiento, es la que te irá alejando a tí, con idéntica regularidad y certeza, un poco más cada hora, de tus congéneres, de tus conocidos y aun, a poco tardar, de tus deudos. 

viernes, 13 de diciembre de 2013

CINCO DE LA MADRUGADA



     Es un sentimiento el amor, con raíces tan extensas y profundas que pocas veces se detiene en lo puramente humano, con ser este, el que nos une a otros seres, el más entrañable. Pero también amamos a otras cosas que escapan de esa esfera, a cosas animadas e inanimadas con las que establecemos con frecuencia, de forma ignorada, unas relaciones de atracción, a las que con toda propiedad también podríamos llamar de  amor. Muchas son las cosas que nos enamoran en nuestro caminar por el mundo, que nos embrujan y apasionan porque tal vez están ahí para eso, para darnos un poco de ilusión, de cobijo.
    Una relación muy especial es la que establecemos con el tiempo. ¿quién no ama determinadas atmósferas, ciertos días en que se diría que sus luces, sombras o soles, son afines a tu ánimo, como nacidos expresamente para que roces nuevos universos, otros linderos? ¿o esas horas del atardecer o del amanecer, cuando todo parece acabar o renacer? 
     A veces, Zaide, es el tiempo el que nos señala, el que nos elige. A nosotros, al menos, sin causa que lo justifique, nos muestra su inmenso reloj sin manecillas, ni números, para decirnos cada fría madrugada que son las cinco. Ignoramos qué propósito es el suyo, si augurio, burla o anuncio de que algún día algo no acostumbrado sucederá en esa hora en que todos, menos nosotros, duermen.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

LA HUMANA ALMA




     Por mucho que encauces tus esfuerzos desde que naces en aprehender el secreto de lo que, sin salir siquiera de ese limitado universo que te rodea y acompaña, son más, Zaide, las cosas que desconocemos que las que conocemos.
     Y llevado al reino de lo humano, si el propio conocimiento es el de más compleja resolución, qué diríamos del ajeno ¿cómo explicar si no que siendo tu conducta igual para todos, unos te miren bien, otros con ceño, quien con envidia, muchos con rabia y los menos con equidad y buenos ojos?
     Insondables misterios del alma de cada cual, que, amigo Zaide, harías mal en intentar descifrar, ya que es aquélla un intrincado despeñadero en el que sólo cabe el extravío y nunca la senda de la exacta verdad.

martes, 10 de diciembre de 2013

ULULA EL VIENTO



     Ulula el viento, atronadoramente, alocadamente, como un orate sin freno, con fantasmales e inacabables uuuuu, de voces sin gargantas ni tino alguno, y como si quisiera dotar a sus bravuconadas de otras ocultas armas y acciones, se enfrenta sin desmayo a sus tradicionales enemigos, a muros y árboles, con inaudito vigor y una insistencia que resulta más que atronadora, cansinamente desorbitada; pero sí con ínfulas de destrozar nervios y de brincar en nuestras cabezas como si fuera allí donde toda esta inútil lid tuviera lugar y sentido, que no tiene ninguno, salvo para, sin ánimo de pretenderlo, dejar que esa máquina de pensar, incansable, obcecada, que nunca se agota, que es la mente humana, cese por unos furtivos instantes de aventurar ideas, de buscarle un por qué a cuanto vemos.
       Y después de todo, Zaide, hay que darles gracias a ese pertinaz ventarrón, de que introduzca un cese, un súbito e inesperado parón, en nuestra fábrica de ideas, por muy pasajero que sea, porque es algo que ni siquiera el sueño, con su próvida carga de mudanzas en nuestro estado, consigue.

        

domingo, 8 de diciembre de 2013

MURALLAS DE AYER




     Hubo un tiempo, ya casi enterrado en los pliegues y meandros del brumoso pasado, en que las ciudades podían considerarse afortunadas si gozaban de la alta protección de murallas. Y no era sólo por estar con estas a salvo de enemigos y advenedizos que vinieran a trastocar la paz de sus calles, sino por la intima conciencia que tenían sus habitantes de que si con gruesos muros, torres y almenas se ponían sobrio freno a gente invasora de la más diversa procedencia, era porque la ciudad tenía un aprecio, un nombre,  fuera de sus límites.

     Hoy, Zaide, que las defensas de murallas han perdido su valor como útil bastión, lo conservan, no obstante, pese a cualquier temporal mudanza, como preciso y visible apunte de nuestra particular historia, y más en la nuestra, como hermoso testimonio que aglutina edades sin destruirlas; que es lo mismo que hacen ahora los soles y luces que se precipitan sobre ellas en esta límpida mañana de un diciembre que no lo parece.

jueves, 5 de diciembre de 2013

UN PELDAÑO DE LA ESCALERA.




      Te exacerba, Zaide, a todas horas tu modesta vida, con la que no estás conforme, a la que acabas un día y otro maldiciendo, e invocando a los dioses para ser más, para que sean más dadivosos que hasta ahora fueron, porque poco te conforma lo que eres y quisieras, para acompañarte de una  felicidad duradera,  vorazmente almacenar, gozar de innúmeros bienes y riquezas, alardear de  todo lo que, sin ser necesario para vivir,  algunos poseen y tú no.

      Si la perfecta felicidad no fuera un mito, un fuego que apenas crece ya se extingue, te diría, y  cuento con que te lo vaya desvelando la sabiduría que sólo concede el tiempo, que felicidad es abrir los ojos a la mañana, siempre deslumbrante, y cerrarlos a la noche, y con su calma dormir en paz, porque a tu conciencia nada la altera; enamorarte, querer a quien te quiere, ver crecer a tus hijos y a los hijos de tus hijos; enardecerte con sus triunfos y llorar con sus fracasos, que parte tienes en unos y otros; que no te falte la comida por muy frugal que sea;  superar una enfermedad y resucitar al mundo de nuevo;  emocionarte con un libro, con la magia de un cuadro,  con un crepúsculo, extasiarte con un amanecer; perderte por un dosel de árboles y frondas; oír el rumor de un río, de la lluvia serena sobre la tierra, vislumbrar el cabrillear de las olas en el mar; contemplar engalanarse al campo de flores y a los huertos de maduros frutos; avizorar recortarse, mudar de color y vestirse con nubes a las montañas; pasear sin premura, sintiéndote parte de una magnánima naturaleza, en la que nada falta ni sobra; soñar, en el sueño cierto que es nuestra vida, que otros universos nos esperan, que no todo tiene fin, que el de aquí no es el definitivo, sino sólo un peldaño, en una empinada escalera.
     Y mil cosas más de las que disfrutar sin necesidad de haciendas ni sedas te podría citar y que, creo,  el falso brillo de éstas últimas te las podrían ocultar.

martes, 3 de diciembre de 2013

CAMPANAS, MENUDAS Y GRANDES.



        Agitan la ciudad en una tarde de rosadas y mórbidas nubes, fugitivos, volatineros, pausados a veces, pero peregrinos, como somos todos en la vida, tandas de auras y sones, estos de distinto fragor y permanencia. Por unos momentos, los diluye, sin ahogarlos, el cristalino, de tiple sonoridad de la campana de una espadaña, o así ha de ser por por la insistencia de su íntimo y enloquecido volteo, con una nota distinta a cada subida, a cada descenso, por muy sutil, concentrada, sin escape, que sea. 
      Han perdido tantas cosas las ciudades en estos postreros tiempos, devoradas por la codicia de unos cuantos, a la caza a toda costa de fáciles riquezas, que, Zaide, debemos alegrarnos que, todavía, como hace siglos, a su modo, las campanas, menudas y grandes, broncas o melodiosas, sigan aspirando a ser la voz de la ciudad y al igual que antaño, que no cejen, y avisen, recuerden, pidan, canten y lloren, en nombre de todos los que habitamos aquéllas.

domingo, 1 de diciembre de 2013

EN POS DEL SOL Y SUS ARDORES


     Escasa logica guarda, en una mañana en que la escarcha se ha dejado ver impregnando tejados y suelos, ese sol meridional, que casi nos acalora en los espacios abiertos y cuya ausencia y merma en la sombra nos pone a tiritar.
      En pos de aquél y sus ardores, gente ociosa por la festividad, que mañana será obligada por la falta de trabajo, y mendigos, nativos y foráneos, para los que no hay días de fiesta,


que lastimosamente piden una ayuda,  se exponen sin mesura, con descaro, con fruición, a algo que no les cuesta dinero: a cuantos rayos de y calor les llega de un cielo generoso.
      Loemos, Zaide, a los cielos misericordiosos porque esa fábrica de rayos y consuelos que es el astro rey en días inclementes, aún no la gobiernen oligarquías y poderosos, como a otras fuentes de energía, porque de ser así, a precio de caro metal nos la harían pagar.

viernes, 29 de noviembre de 2013

PROLIFERAN BALDÍOS



   Sin prisas, ni negocios en puertas, que no son para nosotros, esta mañana, con la silueta de la ciudad desdibujada por tropas de zarzas, malezas y una obcecada bruma otoñal, hacíamos cuenta de lo que la tierra que ganábamos, a un lado y a otro nos ofrecía. Proliferaban baldíos, bardas y cartelones en las entradas, con prohibiciones de no adentrarse en cercadas propiedades. Ilusos de nosotros, donde imperaban veladas amenazas, leíamos lastimosas súplicas a tantos desmanes como cuatro lapidarias letras vociferaban:

      "No tales al árbol que da fruto y sombra, que si tú no las necesitas, a alguien les será de gran utilidad".
    "No detengas ni lleves a tu acequia, el agua del manantial, desviando un curso de antaño establecido, porque su provecho es de muchos".
       "No protejas con alambradas de espinos, ni cerques con altos muros, un campo que siempre fue del común".
       "Ese camino que ahora te adjudicas, fue de arrieros, pastores y caminantes, y ahora a ningún lado conduce sino a tu casa, a tu ambición".
       "No emponzoñes la tierra para dar muerte a los animales, que no son tan dañinos como piensas y alterarás, además, un orden que, con largura, beneficia a tí y a tu prójimo".
        "Si no roturas la tierra, deja al menos que otros lo hagan; estarás con ello sacándole un provecho y dandole de comer al que ni trabajo, ni nada tiene".

         Son desahogos del alma, Zaide, que a nada llevan; pero no lo tomes a mal si te digo que, por días, lo poco que a los pobres les daba sustento y les pertenecía: el campo como sustento, para desgracias de todos, cambió de dueño y de destino.

         

        



miércoles, 27 de noviembre de 2013

REVOLTIJO DE LUCES Y BRISAS




      Cual presunta antesala de los cierzos y universales diluvios que nos aguardan, surge la mañana inmersa en un revoltijo de macilentas luces, pardas nubes y punzantes brisas. Escapan, el azul mordido de las montañas, sus moles y rugosidades, a esa embestida imprevista de elementos nuevos que despiertan ante la llamada inicial de la estación invernal, pese a que de hecho y de nombre,

aún sea otoño, pero ya con escasas hojas y colores.

        Es de ver, Zaide, cómo todas estas acometidas con desigual medida y tribulaciones cabalgan sobre nosotros y la ciudad: en nosotros, ahondando o abriendo un surco más en nuestras frágiles naturalezas; sobre la ciudad, añadiendo pátina y más pátina donde ya las había; hermoseándola, que así es la existencia, y de agradecer  que, al menos, algo en toda esa mudanza perdure ennoblecida.

lunes, 25 de noviembre de 2013

A UNA DESCONOCIDA SOR PILAR



     Nuestra ciudad, Zaide, a la que concedíamos el tamaño de una nuez, o así la considerábamos, ha debido crecer con imprevista desmesura, sin que esa notable floración de adolescencia la apercibiéramos. Y es que en esta mañana otoñal de sol y prieta ropa de abrigo, en repetidas ocasiones,  distintas voces nos anunciaban: "¿Sabes que ha muerto Sor Pilar?"
    A nosotros, Zaide, acostumbrados a recorrer una ciudad tan diminuta diariamente, de punta a punta; de pretender estar al tanto de su habitual latido, se nos encoge el corazón por desconocer quién sea esa Sor Pilar de la que todos con tristeza hablan; mucho más, cuando aprendemos  que los más pobres, los más desvalidos de esta ciudad pequeña, familiar, pero con muchos de ellos, acaban de perder con esa muerte, a su norte, a su alacena y a su paño de lágrimas, al refugio de sus atormentadas vidas. 
      Para apagar los resquemores de nuestra ignorancia, nos consuela, eso sí, no tener duda alguna de que, por doquier, en todo el orbe, miríadas de Sor Pilar, de anónimos rostros, profesiones y vestimentas, sostienen al mundo como contrapeso a tanta ignominia, tanta iniquidad como lo puebla. Una pena, sin embargo, amigo Zaide, no haber conocido a nuestra Sor Pilar, en una ciudad tan de grano de arroz, tan pequeñita, tan accesible, como es la nuestra. 

domingo, 24 de noviembre de 2013

LA AMISTAD Y LOS AMIGOS.



     Llámalo afinidades de pareceres. Llámalo, Zaide, varadero común contra las fieras acometidas de los huracanes de la existencia. Llámalo, un permanente e inconsciente ir y venir de afectos que fluyen sin dobleces y sin esperar contrapartidas. Lámalo, un idéntico interés por desvelar los misterios y mezquindades del mundo. Llámalo, sentirse tan a gusto, tan ricamente,  compartiendo opiniones o buscando razones a lo que casi nunca las tiene. Quiero creer, Zaide, que una pizca o más bien un acervo inefable de todo eso es la amistad y tener amigos. Quiénes sean estos, con calma, sin prisa, te lo va mostrando, señalando, paso a paso, el vivir de cada día. Complicado es, sin embargo, descubrirlos, pero por la propia ceguera,  no porque no esté diáfano, sembrado de luminarias el sendero, de faros, de torres vigías que hacia ellos lleva.





miércoles, 20 de noviembre de 2013

REFUGIO DE DIOSES



     En esos temblores de misticismo que de vez en vez te acometen, te preguntas, Zaides, sin son las religiones refugios de invisibles dioses, o si sólo lo que en ellas alientan es el inextinguible prurito de la Humanidad porque algo innombrable, omnímodo, sin fin ni principio, todo bondad,  exista y con él, tras la negra noche de nuestra segura extinción aquí,  la tácita promesa de un perdurable amanecer. Y de ser cierto esos temporales asilos religiosos, que en cuál de ellos se aposenta con firmeza ese Dios sin rostro, cada día más extraviado, más recóndito.

    Entiendo tus desasones y dudas que son las mías; pero del más hondo de los misterios, que, ojalá, algún día se nos desvele, ya que sería señal de que nos solazamos en amenos sotos en otros ignotos, placenteros universos, es deducible que no sólo cualquier religión es santa si buenas son sus doctrinas, dictados y naturaleza de sus dioses; sino que más lo serán si como antaño renuncian a castigos y amenazas y a derramar sangre en lid con otras. Si no te inclinas por ninguna, tu entendimiento y corazón te ofrecerán abundantes razones para el bien obrar. No hay mejor magisterio. 

sábado, 16 de noviembre de 2013

DÍAS REMISOS



   Remisos son los días ahora en luminarias y verdores, que escasean o menguan apagados por un sortilegio de amarillos, de encarnados, de morados que, sin darnos cuenta, han surgido a raudales, aquí y acullá, para encender un paisaje que, con plena desfachatez y colorida escala, manejan a su antojo arboledas y sotos, destinatarios de nuestras miradas.
    Las horas, haciendo caso omiso de esa fugacidad en que transcurre todo, se diría que, en ocasiones, remolonas, se inmovilizan con ánimo de quedarse, de echarle un pulso al tiempo; en otras, en cambio, más acordes con su sino, se desbocan sin ataduras, como si les fuera la vida en ese ineluctable pasar: singular lid, en cualquier caso, de contradicciones y pareceres.
    Más consecuente, Zaide, es el río, ejemplo infinito de lo que todo deberíamos hacer; que no se ve, ni apenas se le oye, ni siquiera en los momentos de alocada lluvia; que nunca desiste de su camino, ni se desvía,  aunque pueda aparentarlo con algún imprevisto meandro; pero que fecunda a los árboles que le son fieles y le señalan su ruta, y a los campos más cercanos a los que atrae, resbalando hacia su lecho, en su interminable peregrinar,  con promesas ciertas de nuevos tallos y bríos, para un futuro que no está tan lejos.  

martes, 12 de noviembre de 2013

AÑOS DE CODICIA Y AMBICIÓN



     Al socaire de unos años, los nuestros de hoy, en los que gobiernan al mundo la ambición, la codicia y el más descarado engaño, pregonas por doquier, Zaide, que, como muchos, nada te haría más dichoso que enriquecerte; que ya estás harto de penurias y miserias, y que no te importará para alcanzarlo pisar prohibidos predios, el tiempo que haga falta. 

     Como tan grande, obcecado y ciego es tu empeño, tal si la vida no ofreciera otras diáfanas   puertas de honesto disfrute, medita, amigo, que el camino del enriquecimiento apareja con harta frecuencia el del empobrecimiento ajeno y que cuando todo lo poseas, cuando no haya nada que no puedan comprar tus indignas monedas ¿con qué te ilusionarás? ¿qué te hará soñar y reír?  ¿No penarás entonces como Midas, cuando busques sueños, amor, amistad, incluso el calor de tu familia y sólo halles a tu paso oro y más oro? 

sábado, 9 de noviembre de 2013

VACÍA DE VISITANTES LA CIUDAD ES MÁS NUESTRA




     Se ve que aunque los días son bonancibles, más aún de lo que nadie se pueda imaginar, la proximidad del invierno ha hecho recapacitar a muchos visitantes; tal vez porque de donde vienen, es un hecho ya los fríos glaciales, los horizontes sombríos y las incesantes aguas, y cuesta un mundo dejar el calorcillo y la familiaridad de las almenas del hogar. Si lo piensas, Zaide, te cerciorarás que la ciudad, vacía de viajeros, es más nuestra que con éstos y que algo de esa posesión que ahora tenemos quedaba en manos de ellos, como usurpando sus miradas a las nuestras, sus pasos y paseos a los de los nativos. Y no es que nos importara en demasía, traen vida, pregones y aires de otras tierras, lo que siempre es bueno, Sin embargo, para la contemplación, casi mística, con su soledad y siglos a cuestas, la ciudad y sus campos son ahora una bendición permanente que llama a voces al espíritu, a la paz interior, como si ésta, tan resquebrajada siempre, no se fuera a extraviar ya nunca por esos vericuetos del infortunio. y la pesadumbre.
      Mágica, milagrosa pócima constituye, si te fijas, ese montaraz escenario, al que, como a las faldas maternales el niño, se acoge nuestra ciudad, presa en un hálito de quietud y eternidad. En ella, son más luengos y claros los senderos; más uniforme la formación de los olivos, más templados por la pincelada de la estación los castaños y los álamos. Un distinto albor se refugia en las menudas viviendas,  más esbeltez en alguna torre sin edad y más arabesco en el humo de esa hoguera sin dueño. Por un momento, fugaz, hasta podría uno creerse para siempre parte de ese paisaje, de ese calmado sueño de luz y quietud, sin igual.
         
      

miércoles, 6 de noviembre de 2013

CAVILACIONES QUE NUNCA CESAN



      Inmerso en un mar de cavilaciones que a todas horas te asaltan, no cejas, Zaide, de preguntarte, si acaso estás perdiendo la cordura por momentos, o es que todo el orbe se empeña en hacerte ver blanco lo que es como el carbón, porque así, con esa naturaleza y rotundidad, a plena luz, sin estorbos ni velos lo contemplaste, con tus propios ojos, no con los ajenos. 
     Tiempos corren de mudanzas, transformaciones y desatinos; pero no tantos, ni tan profundos que osen cambiar la plata en oro, el dolo en virtud, aunque se pretenda. Como tú, yo me pregunto que si se intenta trastocar con total villanía lo que vemos y presenciamos, sin que nadie nos lo cuente, qué no se habrá hecho con la verdad de tantos siglos de nuestra historia; cuántos vuelcos a lo realmente acaecido, cuántos bulos y patrañas, cuánta profanación no habrán cometido los que en rigor la escriben: los vencedores. Es de eso de lo que jamás te ha de quedar  la más mínima duda. Sosiégate, pues es algo que nunca ha de parar.

lunes, 4 de noviembre de 2013

AL RITMO DE UN VOLUBLE OTOÑO



     Propuesto se ha el otoño no dejarnos adivinar cuál sea su intención, por dónde pretende acomodar sus pasos. Afinidades grandes guardan sus frías madrugadas y noches con un invierno que al acecho de su presa se diría estar. Rectifica a la mañana, casi con la amanecida, y recuerda que no hace tanto que enlazó sus brazos, sus brisas y melodías con la sangre y jerarquía de un verano agonizante; para confirmarlo nos saetea con soles y cielos que no son para describir y que mal engranaje aporta a la realidad del calendario.

    Similitudes podrían rastrearse entre esas extremas alteraciones del tiempo y algunas humanas conductas, que nos están llevando a los mismos umbrales del averno, bailando al son que tocan los poderosos, o, lo que peor aún sería, no siguiendo el camino que su conciencia le señala, sino el de un provecho fácil, traicionando los principios que por otro lado pregonan.

       Algo que raras veces acaece con el tiempo y las estaciones, que, más tarde o pronto, reconducen su senda, por muy inconstantes y volubles que antes nos parecieran.

jueves, 31 de octubre de 2013

EL RECUERDO DE NUESTROS MUERTOS



      Bien merecido está el recuerdo para nuestros muertos, los que fueron de nuestra familia. De ellos llevas su sangre y de alguna forma todos participaron para que tú vinieras al mundo. Muchas maneras hay de que esa memoria se mantenga permanentemente en nosotros; una de ellas sería la de imitarlos en lo que de bueno tenían y mejorarlo de lo que no gozaban; sería un modo progresivo de perfeccionamiento para tí y los tuyos que iría en beneficio de todos. No entiendo haya homenaje más excelso para los que ya se fueron,
     No, en cambio, Zaide, quieras llevar tu poder al cementerio, construyendo de mármoles caros,  preciados adornos y metales traídos de lejos,  enormes mausoleos, como si tus muertos fueran dioses. De nada vale que quieras levantar monumentos sin precedente a tus muertos, ya que no es sino a tu vanidad y a exhibición de tu riqueza, a quien los alzas. No traslades, lo que ya haces en el mundo de los vivos, al campo de los difuntos, pretendiendo establecer diferencias de clase donde sólo hay cenizas para unos y para otros. Más de ello, por mucho que te empeñes, poco hay. Bastará una modesta lápida para cumplir, sin necias pretensiones., contigo y con los que te rodean.

        

   

sábado, 26 de octubre de 2013

EL PESO DEL MUNDO



       Sobre diez mil personas apostaron los dioses, incontables siglos hace, para mantener, ignorándolo ellas, la continuidad del mundo. Su sabiduría, bondad, y equidad sería el contrapeso preciso para contrarrestar la iniquidad, la ignorancia, la maldad e injusticia que presidían en el resto. Creyeron que de no ser ese por ese contingente ínfimo de los que obraban con rectitud no valdría la pena mantener al mundo. Un número imprescindible, que debería ser constante y que cuando alguno desapareciera, otro tendría que ser hallado para ocupar su puesto.
   Cuando transcurridos otros tantos siglos volvieron a hacer recuento desde el Olimpo, comprobaron que el número se había reducido a quinientos."No podrán tan pocos sostener al mundo sobre sus espaldas. Probemos, no obstante", se dijeron. "Dejemos que sea el tiempo el que juzgue". Más siglos pasaron y de nuevo los dioses pensaron que era hora de volver a contar cuánta era la buena gente, y si la carga era o no llevadera. Por más que removieron cielos y tierras, sólo cincuenta hallaron.
       Deciden ahora los dioses, entre encendidas controversias y catástrofes de los mas enfurecidos, si no es más sensato aliviar del peso sobrehumano a quienes en un esfuerzo que no es para contarlo sostienen al mundo o acabar con él de una vez por todas.  



 

miércoles, 23 de octubre de 2013

NO TODOS LOS RÍOS SIGUEN EL MISMO CURSO


     Zaide, para conocer el curso de tu vida, no mires a la del vecino; no todos los ríos disponen del mismo caudal, ni discurren por las mismas tierras. No quieras ser igual a él si triunfa y compadecerle si fracasa; ni tener lo que él posee sin recorrer su camino, que seguro que le costó lágrimas y desvelos llegar donde tú quieres sin que te cueste nada. Si con malas artes amasó su fortuna, no trates de imitarle tampoco, ya que eso nunca te hará sentirte mejor, y con la misma rapidez que te enriqueces, perderás la dignidad y el buen nombre y te ganarás el desprecio de los más. No siempre llega antes el que más alocadamente se apresura, sino el que con cauto andar transita por el más cabal y menos aglomerado de los senderos.


viernes, 18 de octubre de 2013

CUANDO GOBIERNES



     Tras muchos años de paciente espera y no pocas veces de perder el sueño y la paz, la tuya y la de los que te rodean, con encendido ánimo me cuentas, Zaide, que casi tocas con los dedos el momento de acceder al más alto cargo de tu ciudad.
      Tu alegría es la mía, pero antes de aceptar, si es que quieres que tu gobierno no desmerezca y su recuerdo perdure, examínate y mira con detenimiento si cumples con estos requisitos, pues deberás ser, y no los nombro todos:
-más sabio
-más bondadoso
-más justo
-más juicioso
-más modesto
más compasivo
-más sagaz
-más desprendido
-más honrado
-más prudente
-más ahorrador
-más amable
más comprensivo
-más ordenado
-mejor orador y padre que cualquiera del pueblo al que gobiernas, de forma que nadie pueda nunca poner  objeciones o dudar de cuanto dictes o digas. Otra cosa sería engañar al pueblo y a lo que en realidad eres, no a lo que pretendes ser, para conseguir tus fines. 


 

lunes, 14 de octubre de 2013

AMODORRADO AMANECER



     No brincando entre gozosos añiles y carmines, como debiera, despierta la mañana, mas amodorrada, flotando en una parda nada de indecibles veleidades. Me dices, Zaide, que tu espíritu tampoco halla el sosiego que esperabas, y no sabes si culpar de ello a esa desabrida luz de un amanecer que no lo es, sino ruin noche.
   Tu zozobra entiendo, porque de humana ansiedad se trata de la que pocos se libran. Peregrino es, sin embargo, que pretendas que a tu mismo ritmo se mueva el orbe; que todos estén tristes cuando tú lo estás; o que chicos y grandes salten alborozados, cuando la dicha a tí te gana. Ni a diestra ni a siniestra dirijas la mirada. Horas infames y horas placenteras te ofrecerá sin tasa tu existencia: sobrelleva con infinita paciencia las unas;  disfruta hasta donde te esté permitido de las otras. Páginas son del grandioso libro de la vida que detenidamente habrás de leer para no hundirte en un océano de perennes inquietudes.    

     

domingo, 13 de octubre de 2013

DOS LECCIONES



     Después de la merma de tus haciendas y bienes, no muy grandes y pocos, de la huida de tus criados y del vacío de tus arcas, te preguntas, Zaide, si hiciste lo acertado volviendo los ojos al campo; no como afición, que sólo hasta ahora, viendo a tus servidores labrándolo, como espectáculo o fuente de dinero lo consideraste. Y lo inquieres, angustiado, porque esa tierra que tú trabajas ya de sol a sol no es venero de riquezas, ni imaginabas que tan duramente se ganaran la vida los que antes se afanaban por sacarle para tí algún provecho.
       Dos lecciones de ello deberías sacar: una, que no pagabas debidamente a los que con tanto sacrificio y esfuerzo te trabajaban tus campos y a los que más como esclavos que como ayudantes tratabas. Y dos, que muchas serán las horas que dediques a la tierra si es que quiere que la cosecha florezca, pero que nunca, si así lo haces, renegará de tí, ni dejará de proporcionarte una cesta del fruto que más tarde o temprano crecerá de sus entrañas.  

sábado, 12 de octubre de 2013

HUMANAS ACCIONES



     No es mi voz, Zaide, la atronadora de ningún profeta, ni oráculo que jamás erre, ni mis conocimientos son, por desgracia,  los de alguno de los sabios que en el mundo quedan; no obstante, si de ayuda te sirven, tómalos, tuyos son que no míos. Te decía que hay juicios, sistemas y cosas, que, aunque no lo creas, si profundizas un poco, al alcance están de las mentes mas modestas, porque pensando sin premuras, sin irte en ello la vida, se penetra sin esfuerzo hasta en más lo hondo de los que se nos presentan como herméticos arcanos. Sin embargo te diría, que no hay enigma más indescifrable para el hombre que la mente de otro hombre, y ahí sí harías bien en detenerte antes de seguir. Como desvelar por eso el propósito de  las humanas acciones tan agotador es, por muy incomprensibles o disparatadas que las considere, si no es algo que directamente te incumba o dañe a tí  o a los tuyos, te aconsejaría que nunca lo intentaras, porque aunque el mismo suelo pisas que ellos, nada te va en lo que los demás a su conveniencia practiquen o digan. En último extremo, pregúntales por el significado de sus acciones, quizás entonces esclarecedoras, y aún dignas de loa, ante tus ojos aparezcan.



viernes, 4 de octubre de 2013

UN MAR DE PERPLEJIDADES




     Sumido en un mar de perplejidades, azotado por embates que nunca antes conociste, chapoteando entre atroces confusiones, te preguntas, Zaide, a qué milagroso objeto echarás mano para no hundirte en el más hondo desespero; en quién pondrás tu mirada para que sea tu Mesías, el fogonazo de tu faro que te ayude a salvar ese tempestuoso océano en el que todo son escollos y desdenes: ¿en un Dios que nunca asoma? ¿En pendones que pierden fuerza? ¿En credos que nada duran?

          Te advierto, amigo, que lo que jamás podrás pretender sin aumentar tu aflicción, es que el ayer sea como el hoy; que  al igual que los cielos, un día procelosos y al otro sublimes, es de ley que tu vida navegue por aguas de suyo enfrentadas, calmadas y plácidas las menos, alborotadas y hoscas, las más. No te dejes el alma buscando falsos lazarillos;  pensar que todas hay que surcarlas, sufrirlas o gozarlas, llevará olas de consuelo, de serenidad a tu ahora atribulado espíritu. 
                     

miércoles, 2 de octubre de 2013

UN DESPEREZO MÁS



   Un desperezo prolongado, casi lánguido del tiempo, y ya está otro mes apresurándose por la estación, recién llegada al igual que él, como si le faltara el resuello, alígero, con el desmedido afán de recorrer su medido trayecto en no más horas que las acordadas, ni una menos ni una más. 
   Uno utópicamente quisiera que ese desbocado paso de los días, más calmado fuera, menos frenético y concienzudo y que alguna vez, algún mes, cediera en sus pretensiones de llegar cuanto antes a su esperado destino, que se detuviera para que el gozar de todo cuanto nos rodea tuviera una cierta demora, un regusto que no acabara nada más comenzar. Pero necio somos y necedades son las que manejamos ahora, en lo que mucho tiene que ver este gris amanecer con rescoldos de naranja en agraz que espera confirmación para hacerse mayor, para trocarse en claridad otoñal, pasajera también, como todo.

sábado, 28 de septiembre de 2013

PEREGRINOS SOMOS


     No pasa hora sin que de tu boca salga una o cientos de loas a la ciudad en que naciste. Sin duda que es una ciudad de lo más hermosa, con sus sillares ancestrales, sus honduras, su montaraces horizontes y sus angosturas de otros siglos. Te honran esos elogios, sin embargo, te digo, que resultan a poco de expresarlos cansinos, porque es un amor que se supone inherente a tu humana naturaleza y que, por ello, no hay por qué pregonarlos sin mesura. Recapacita, además, que rincones hay en el mundo que quitan el aliento y que no existe lugar del que no pueda extraerse una lección de delicada o agreste belleza. Con tus alabanzas desmedidas irritaras a los otros, procedentes de otras tierras, a los que no dejas hablar de las bondades de las suyas. Peregrinos somos, Zaide, de miles de ríos y senderos, de cientos de mares y riberas, de innúmeros collados y pendientes,  de infinitas ciudades y cielos, y apreciarlos en lo que valen y son, encarecerlos a todos, nos hará más ecuánimes, más discretos, más universales, mejores, sin dejar de amar como a tí mismo a donde creciste y vives.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

UNA PAZ SIN FISURAS



     Estos días sin máculas del otoño, poseen algo de culminación, de doctorado cum laudem del tiempo, como si siglos de laboriosos estudios buscando la perfección se tradujeran en una paz con nulas fisuras, en acariciadoras auras, en una luz trémula, tibia, para no herir, para no ahuyentar los sueños.

        Y dentro de ese edénico transcurrir manso de las horas, la ciudad, pequeña, milenaria, rocosa y montaraz en sus horizontes, pero acogedora, ajena a los males futuros que pudieran sobrevenirle, es una enorme crisálida en pleno florecimiento, en que toda esperanza por llegar cabe. Horadando el halo de quietud, de pasmosa serenidad, la ruda escoba de un barrendero amontonando las primeras hojas sin vida de la estación, irrumpe como el bramido de un torrente salvando cascadas: tanta y tan sin concesiones a vanos alborotos, tan silenciosa y absorbente es la atmosfera, Zaide, que ahora nos rodea.  


sábado, 21 de septiembre de 2013

EN MOMENTOS DE DESASOSIEGO



     En momentos de desasosiego inquieres, Zaide, por el sentido de esta vida que tan precipitadamente se nos escapa, y me pones en un enorme aprieto porque yo, que legiones de cosas ignoro, tampoco podría decirte algo que te consuele. Más factible sería sin duda, calcular cuántas gotas de agua contienen los piélagos o cuántos granos de arena la aspereza y esterilidad de los desiertos.
            Si no el misterioso sentido de nuestra existencia, acaso podría aclararte lo que para mí le da sentido a ella: el amor y sus miles de facetas; la sabiduría, nunca lo bastante valorada; la bondad, como mejor vestidura del alma; la compresión para los errores de los otros, que no siempre son lo que parecen; la humildad y la conciencia de que aun con poder o riquezas nada somos, ni más que nadie. Y lo que le resta sentido: las guerras como mal mayor, el hambre, el odio, el rencor, la esclavitud, el sufrimiento que no origina la naturaleza, sino el hombre, y para qué seguir, ya que no acabaríamos en días de enumerar iniquidades.


             

miércoles, 18 de septiembre de 2013

POR SI FUERA LUZ Y NO SOMBRAS LO VENIDERO



        Para servirnos de ellos y de muchas maneras hacer más llevadera la vida del hombre, no siempre fácil, nos fueron concedidos los animales, nunca, entiendo, que para martirizarlos en indignas diversiones, cuando mil formas hay de darnos solaz y contento sin agraviarlos a ellos ni a nadie vivo. 
         Grande, inexplicable es el misterio de nuestra existencia y de lo que tras agotarla nos espera. Por si fuera luz y no sombra lo venidero, y por si en el desenlace de ese enigma, en vuelco inesperado,  nos tocara a nosotros representar al animal y a ellos ser los portadores del conocimiento,  aunque sólo fuera por eso, Zaide, seamos compasivos, porque como tú y yo, pertenecen a este mundo nuestro, son seres vivos y poco daño te causan, aún cuando tú, empleando unos dones de los que ellos carecen, con crueldad que no tiene nombre se los inflija. 

sábado, 14 de septiembre de 2013

NUNCA OLVIDES



      Nunca olvides, amigo, que a esa casa en la que habitas, que con tanto afán tanto limpias, pintas, reparas y enluces, en la que te miras como si del mejor de los palacios se tratara, la pueden destruir catástrofes impensadas o caer en manos de especuladores y desalmados, que son multitud los que a todas horas nos vigilan y castigan.

         Aunque sólo fuere por si alguna vez llegara el caso, que de nada estamos libre en nuestra frágil existencia, por si eso, Zaide, digo, ocurriera, guarda un inmenso respeto y apréstate a cuidar como oro en paño a tu otra morada, a la madre tierra, para que las florestas te sigan dando sombra, agua los manantiales, mieses los campos y frutos los huertos; porque su menoscabo y degradación es el tuyo y el de tus hijos, y porque malo será que, si lo necesitaras por no tener otro sitio donde refugiarte, no halles un rincón donde asentarte.  

viernes, 13 de septiembre de 2013

EN EL SILENCIO LOS HALLARÁS




     Zaide, no en el ensordecedor clamor de la vana lisonja, sino en el silencio que nunca cede y calla, pero siempre otorga, encontrarás el verdadero rostro de los que mucho te aprecian. Que no te busquen ellos a tí, búscalo tú a ellos, puesto que son los que te protegen, pregonan tus virtudes y tapan tus lacras. En cualquiera de sus miradas, de infinita limpieza, hallarás tanto amor y compresión como baldía tierra en los otros. No puede ser cierto que quien bien te quiere te haga llorar, sólo meditar, o es que no te querrá. Eso al menos, Zaide, yo entiendo.

lunes, 9 de septiembre de 2013

PLÁCIDOS ATARDECERES


     Estos plácidos atardeceres, Zaide amigo, silentes e inacabables, se mueven en el campo con un latido mayúsculo de eternidad. La escena, sin mudar un ápice lo que a la vista queda, con sus cortijos agazapados, emergiendo la impoluta blancura de la protección de las rocas, sus picachos, oteros y veredas, sus bardas de piedra, señalando fronteras, o sus caminos polvorientos alisados a fuerza de millones de pisadas, podría ser la que vivió otro ocaso en este mismo lugar, hace mil, dos mil, tres mil años. 
      Para que el mimetismo no se quiebre con la llegada de algún elemento advenedizo, sino que lo refuerce, irrumpe un pastor con su rebaño. Levanta ceremonioso su gorra para saludarnos y hacernos ver que se ha cerciorado de nuestra presencia, aunque mirándole al rostro no lo pareciera. Un centenar de cabras bulliciosas, avasallan el camino hasta hacerlo suyo. Dos perros jubilosos, parda su lana de hojarasca,  sudor y cabriolas, persiguen, acorralándolas, a las más díscolas para que profesen en obediencia. Cuando guías y rebaños se pierden en el horizonte, todavía, durante un buen pellizco de tiempo, queda flotando en el aire manso una melodía que, sin pretenderlo, es pura armonía y perfección, salida de una orquesta de esquilas que nunca pierde el compás, y que cuenta para dejarnos sin aliento, también perdidos en el ayer a nosotros, con la sutileza y el rumor del agua recién salida del manantial.

martes, 3 de septiembre de 2013

UN BUEN REY




      Un buen rey, Zaide, para serlo, para ser querido e incluso venerado por sus súbditos, lo ha de ser a lo largo y ancho de su reinado, por dilatado y difícil que fuere éste, y no le valdrá ante el pueblo acudir a épocas de leal y ejemplar reinado para justificar errores presentes. Si obligaciones miles se exigen a los que nunca  protegen  tronos, coronas ni privilegios ancestrales de sangre, cuántas virtudes y sacrificios  se le  debería pedir a quien todo se le ha dado por puro nacimiento, no porque méritos haya hecho para sentirse dueño y señor de los que pueblan su reino, que no servidor de ellos. Más monarca que él debería considerarse al que llega a este mundo sin medios o bienes paternos, y desde la humildad y el esfuerzo alcanza altas cotas de conocimiento y bondad verdaderos, sin hacer mal a nadie, oyendo al que le llama, dando al que le pide, por poco que le quede: no más reyes que estos tendría que haber en el mundo nuestro. 
      

sábado, 31 de agosto de 2013

ATADURAS Y MÁS ATADURAS.



      Un nuevo mes, Zaide, que se nos escapa, sin poder detenerlo, como migaja de mercurio entre las manos. Y uno no sabe si alegrarse o entristecerse. Días hay, en que nos gustaría desprendernos de tantas ataduras como se nos imponen desde que nacemos: los Gobiernos, las convenciones, las leyes, no todas justas ni sensatas, porque castigan al pobre y favorecen al poderoso; y también éstas de las marcas que sometemos, o intentamos, al tiempo, dándole nombres y más nombres, a algo que sólo es una continuidad sin principio ni fin, por mucho que hablemos de meses, años o siglos.
      Por eso, Zaide, momentos hay en que nos gustaría ser una especie de Robison entre la gente, ignorando ataduras y más ataduras, que nada más que hacen a cada instante recordarnos no únicamente nuestra finitud y transitoriedad, sino asimismo que presos somos de infinitos dueños terrenos, que no divinos, que eso al menos sería comprensible. Pero como sueño es del todo imposible vivir de espaldas a la sociedad, por muy ficticia y falsa que sea, intentemos al menos disponer de una parcela propia, por enana que sea, donde al menos, durante un segundo, un minuto, digamos ahora soy yo, sin que nadie disponga de mí.

jueves, 29 de agosto de 2013

A LOMOS DE TORMENTAS


     A la naturaleza, Zaide, no cabe achacarle veleidad alguna, tal como con frecuencia ocurre con los hombres, inestables y caprichosos, y de admirar es su fiabilidad para sujetarse al papel que le dicta el paso presuroso de las estaciones. A veces, sin embargo, tiene aquélla sus imprevistos enojos, y sin atenerse entonces a previsiones o saltándose las que se suponían certeras, descarga su malhumor aquí y allá, amenazando antes para que nadie argumente inesperadas sorpresas.
       Es lo que barrunta sin premuras la tarde, sembrada de claroscuros, cuando no de tenebrosas nubes por poniente, que no anuncian nada bueno. Se ha dejado oír el furor algo distante de unos truenos vagabundos, y entretanto, liberados de la angustia ardorosa de su sueño veraniego, un umbroso rincón de celestinas y jazmines, que confundidos crecen en abigarrada mezcolanza, intensifican el pálido azul y la blancura de sueño de sus pétalos,  apropiándose del momento de respiro, para, gozosamente, perfumar la espesura de su oculto retiro de raros olores.





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martes, 27 de agosto de 2013

UN EJÉRCITO DE ENCINAS



     Aquí en el campo, Zaide, con las montañas tan próximas, como un peldaño a mano para escalar los cielos, no menos cercanos, se observan cosas dignas de citarse. Entre ellas, ese ejército de encinas, una tras otra, en ordenada formación, al duradero respingo del toque de corneta de un gallo insomne, se ha puesto en marcha, muy de mañana, antes de que irrumpa con fuerza el sol avasallador de todos los días. Su meta de hoy, escalar ese túrgido collado, con figura de enorme mascarón de proa de su navío de rocas. 
    Vista la dificultad del empeño, ataca procurándose mañas y ardides, como puede ser la de subir por la diminuta cañada, entre colina y colina, evitando pendientes más empinadas y la humana huella de unos cortijos a punto de despeñarse; luego, por la falda de una oblonga meseta, un respiro entre un agobio de peñascos. Al postrer estirón, el más arriesgado y peligroso, solo llegan dos o tres de los más osados ejemplares, pero enflaquecidos por la agotadora ascensión, en la que han perdido gran parte de su frondosidad y vigor. Toda una hazaña en cualquier caso, un acto de voluntad del que ya nos gustaría alardear de vez en cuando a nosotros. 



sábado, 24 de agosto de 2013

ZAIDE, ESOS INSTANTES DE TRANSICIÓN.




   Zaide, esos instantes de tarda transición, cuando el sol es una moneda áurea que rueda montañas abajo hasta perderse en su etéreo refugio, y las sombras amenazan pero todavía no son sino un quiero y no puedo, un esforzado intento nada más, tienen una solemnidad y una grandeza difícil de definir, salvo que, con la fuga del sol, un silencio venido de no sé donde, usurpa ese mágico espacio de claroscuros y fugaces lumbres avasallándolo todo. Callan los perros, ahogados en sus ladridos un rato antes, se diluyen los perfiles de la sierra, aun los más abruptos, y muy quedas y muy quedas, como un nimio latido del momento, suenan como de cristal las esquilas del ganado que, al igual que hace cientos de años, en miles de atardeceres, regresa a su rústica morada, en cualquier recogido lugar del campo. No hay estrellas todavía, sino una desmayada blancura, que parece impropia de la hora, porque, con todas sus veleidades, todavía es luz y no sombras. Cuando éstas, vestidas de un ropaje que es ya casi azul de agua del mar, arropadas por la augusta calma de la hora ganan espacio y densidad, todavía queda algo de la huella de un día, que ya no lo es. 


martes, 20 de agosto de 2013

ZAIDE, EL MISMO SUELO PISAS.



     Desde las inestables cimas a las que te encumbraron soberbias y orgullos desmedidos, nunca, Zaide, mires con desprecio por tus riquezas, saberes, galanuras, sangre o cargos, a los que ninguna de estas cosas poseen. Son dones que se te dieron y que, esquivos, no es atrevimiento pensar, alguna vez desaparecerán, con idéntica prontitud que a tí se acercaron. Recapacita, amigo Zaide: el mismo suelo que a los demás, poderosos y desvalidos, te sostiene, y aunque tú creas volar fuera de él, sólo por él caminas sin levantar más que lo que mides, ni siquiera una pizca. Sólo tu generosa actitud con el prójimo, hará que tus actos te hagan más grande a los ojos del resto de tus congéneres. Nada más que eso debería contar, aunque escasos lo entiendan. Sé tú de esos pocos. 



lunes, 19 de agosto de 2013

UNA DUDA QUE A TODOS NOS MATA



     En centenares de ocasiones, Zaide, cuando toca reflexión, que no eres de los que rehuyen cultivar el pensamiento, habrás constatado, contemplado bien el pausado transcurrir con que se mueven las noches y los días, volanderas hojas del paso mayor de las estaciones; o ya la medida hondura de los barrancos, surcados por infatigables torrentes, ancestrales peregrinos de un terreno en constante entrega, o no menos la augusta altivez de las montañas, que a tan a la mano tienes, que era innegable la existencia de algo superior, llamémosle Dios, llamémoslo Grandeza, o Supremo Misterio; pero en otras, seguro estoy amigo Zaide, que tornando la vista a las miserias de la vida, al llanto sin consuelo, sin remedio que provocaban las  enfermedades a los niños, al infierno de las guerras, a la inmensa crueldad de unos y otros, a la maldad e injusticias que por doquier acechan, que no cesan ni dan respiro, te dijiste: "No es posible que haya nada, que sea más que el hombre, que venga a remediarlo,  en ningún lugar. Sólo un azar de azares es el que ha insuflado luz a esta infame gota de agua, ignominia de todos los piélagos del Universo. Y pensaste: "Unos pocos, muy pocos, quieren creer en ese algo, más un sueño que una realidad; otros dicen creer, pero no creen; y a los más solo nos embarga una interminable y desesperanzada duda, una gigantesca e interminable duda, que nos zahiere y a todas horas nos mata".

 

domingo, 18 de agosto de 2013

ZAIDES, SI TE ENOJARES.




     Si mil veces te enojares en un día, Zaide amigo, aunque la razón te asista, que funestos tiempos son las que nos acogen, no maldigas más de una vez, desahógate un momento, pero contén pronto tu ira que a ningún lado te llevará, si no es  a ahondar en tu propia locura y a empeorar el malestar de tu espíritu y de tu cuerpo. Nunca ni en estos justificados arrebatos, los malos modos y las palabras soeces dicen bien de quien las pronuncia.
    Aún peor y sin recibir ofensa alguna, es el deslenguado ejercicio de quien pretende hablando mal, ser más libre que quien no lo hace y lo emplea sin mesura teniendo en poca estima a quien no emplea vulgares palabras y exclamaciones como la suya, que siempre herirán los oídos de los que anteponen la buena educación a pretendidas libertades. Por muchas actitudes se conoce al hombre de sensato obrar, y no tengas dudas que esta es una de ellas. 


sábado, 17 de agosto de 2013

PROCURA ZAIDE, QUE NO ES DESATINO.




     El ruido y sus miles de gritos describen a la ciudad; los rumores, a centenares, al campo. Procura tú, Zaide, que las estridencias y tu paso cotidiano por aquélla, donde resides, te concedan un hueco cada día para asomarte unos minutos a contemplar en todo su esplendor, placidez y grandeza, el mágico escenario del otro, de la tierra apartada del bullicio, arropada en su ilimitada calma, por sus regatos, cañadas y cultivos. No solo estos la ornan, fecundan y visten, sino que otras amenidades, ignoradas y poco vistas te sosegarán el animo, el corazón y la mirada.
     Desparecido ese tiempo imborrable y tierno en que la ciudad era campo y éste ciudad, obligado es, ya que restaurar la remota unión es imposible, ni desatino alguno, Zaide, la inofensiva actividad que te propongo. Es más, si caso me haces, hasta puede que en día sin brumas ni nubes bajas, te cerciores que, como otras veces, la utopía aún es posible, porque a tres, cuatro, cinco tiros de piedra, verás nimios pueblos, como pañuelos agitados en su grácil blancor y pequeñez, brincando por redondas lomas y collados, en un sueño que era el de ayer, incluso siendo un áspero hoy.


viernes, 16 de agosto de 2013

TRAS ALGUN TIEMPO DE AUSENCIA, ZAIDE, MIRÉ A LA CIUDAD MÍA.




     Tras algún tiempo de ausencia, miré, Zaide, los muros de la ciudad mía, aquella donde me crié y donde, fascinado por su delicada belleza, tan ilusionado viví. La contemplé a mis anchas, como lo hacía siempre, con la mirada y con el alma, con maternal ternura, como se han de mirar las cosas que se aman; pero, ¡ay!, esa no era ya la misma ciudad de mi infancia y adolescencia; que otras burdas construcciones y nefastas mudanzas habían venido a empañar armonía y perfección, al medido,  ancestral y venerado paso de civilizaciones, imperando desde remotos tiempos, con una huella que imaginábamos perenne, indeleble, en cada calle, en cada casa, en cada dintel, en cada ventruda reja y balconada y aun en la inefable atmósfera que todo lo envuelve con su cálido seno, cuando hay algo que se merece ser guardado, y que despavorida huye cuando no lo hay. 
   Donde hubo templos, solo ruinas hallé; donde inexpugnables castillos, mercantiles puestos, arrasando contrafuertes y ahogando parajes sin edades ni similitud con cualquiera otros; donde fértiles huertas, paredones se alzaban de almacenes; donde murallas indestructibles, pabellones para diversiones que solo durarían lo que una ola que aleja la marea, donde acogedores recintos, toscos ladrillos con nombre de teatro, ciertamente, una meditada y horrenda pesadilla de torpes mentes gobernantes. 
    Si alguna vez, tu ambición o deseo, amigo Zaide, te encumbra a puestos de gobiernos, no desprecies al pueblo que ama a su ciudad más que nada y no quiere verla desfigurada, so pretexto de un espúreo embellecer y ocupaciones para todos lo que carecen de ella; que engañosos ardides son,  que no es otra cosa sino el devastador paso del dinero, minando voluntades a diestro y a siniestro. Que miles de maldiciones, como la mía y como la de mis congéneres no te persigan y te humillen, con razón, el resto de tu vida si llegado el caso así tan mal obrares.  
     

jueves, 15 de agosto de 2013

ZAIDE, ADVERTIDO QUEDAS.



     Amigo Zaide, no seas necio y reflexiona, con mesura, en la prudencia del silencio, que el pensamiento tuyo, como el de los demás,  es una de las pocas cosas que queda oculto a todo el mundo, y no te lo pueden quitar gobiernos ni monarcas.. Asaz desventuras origina, sin otra intervención, la vida, su impensado tránsito y desatinos, como para que  metas fuego en una hoguera que ya arde con cuantiosas llamas. 
          Que te sirva de enseñanza la malhadada conducta de aquel conocido nuestro. Aupado a  notables escaños de fortuna, con buenas o malas artes, que eso no viene al caso, empleó éstas en despreciar a sus servidores y amigos de menor rango. Pasaba el tiempo recreándose en contemplar sus inmensas heredades, nemorosos bosques  y milenarios rebaños. Por sentirse dueño, hasta el sol que le alumbraba  mansiones y posesiones, creyó tener como suyo. Pero advino la noche de la desgracia, el sol fue el primero en desaparecer; los servidores hartos de su maltrato huyeron buscando más conveniente hogar; imprevistos cataclismos dieron al traste con el valor de sus tierras y cosechas. Tan solo y despreciado anduvo después, que no se la ha vuelto a ver. Advertido quedas, amigo Zaide.