domingo, 21 de julio de 2019

            LA MIRADA DE RILKE EN UN LIBRO

            Como a ojos vistas de los que nunca faltaron a nuestro lado, agonizan los libros de letra impresa, con un tempo ya descabalado que ha tornado su ritmo en puro despeñarse, habrá que agradecer la presentación por estos recónditos y abruptos lares, donde más es de notar la fatal circunstancia, de uno muy especial: el titulado, “Viaje al Sur. Rilke en Ronda”, del que es autora Carmen Rivas, en edición patrocinada por la Fundación Unicaja.
            Justo es reconocer, que con ese aluvión de obras que en las últimas décadas se han escrito sobre la estancia del universal Rilke en Ronda, si prescindimos de contadas excepciones, de concienzudos investigadores y de amantes de las letras, el poeta en nuestra ciudad, desde esos mismos años, no es más que un nombre que, a razón de un homenaje, le sonó bien a los dueños de una autoescuela o de una constructora para denominarlas, con lo bien, pensamos, que esa denominación hubiera servido para ser usada  con idéntico fin, pero con asaz más propiedad en un colegio o en una librería,  círculo cultural o así.
            Y vejación mayor, para la historia de esa estancia, y sin duda para los rondeños, el total desprecio ejercido con la habitación que ocupó el poeta en el hotel Reina Victoria, de cara a las montañas, como no podía ser menos, convertida durante décadas en un pequeño museo, con su mobiliario de época, facturas y otros objetos afines, a la que se desmanteló, desapareciendo. Que un hotel con 95 habitaciones, para dar y tomar, que sus compradores, arrendadores, arrendados, propietarios o vendedores, no hayan tenido la delicadeza de conservar una con tal memoria a sus espaldas es de pena y bien indicativo de cómo funcionan las cosas por aquí. 
             Vejaciones y desprecios aparte, de loar es, y no poco,  la aventura emprendida por Carmen Rivas, persiguiendo sin descanso el deambular del poeta de Praga, hasta no dejar vacío de contenido ninguna de las horas pasadas por Rilke en esos meses de residencia en el hotel, ni, menos, de su premioso caminar por las calles y campos serranos, un hito creativo desde entonces en la historia de la poesía. Hermoso y agotador empeño el suyo, al de la autora nos referimos, y una obra, la que rememora las páginas del libro, tan exhaustiva y definitiva, que no es posible explicar su minucioso desarrollo, si no es conociendo que Carmen ha dedicado parte de una vida, incontables años, a completarla, a culminarla.
            Como solícito epígono rilkeniano, contempla el libro, bajo la perspicaz mirada de su autora, el lírico peregrinaje del poeta, por una Ronda de infinitos silencios y perfiles, más herméticos y sugestivos por la presencia de la crudeza del invierno, de brisas afiladas, pero sin mácula, de una pureza redentora, que  más que dejar estigmas en la débil salud de Rainer María, pareció recomponerla, acorazarla para ser frente al desafío de la creación, de la inspiración, porque por doquier le surge.
            No de silencios y punzantes auras, sin embargo, se compone el libro, mas de evocadores textos alfombrados de numerosas ilustraciones que cuentan, para ser más certeros, el mapa de rincones hollados por el poeta. En definitiva, diríamos, que, Carmen Rivas,  mete pies y alma en el seguimiento de las huellas dejadas por el poeta  para, obcecada, ejemplarmente, recorrer sus mismos lugares. Son sitios de sobra familiares para ella, por ser parte integral del suelo en el que vive y se ha criado; pero que ahora se presentan, a sus ojos escrutadores, tamizados por la pátina que imprimió la antigua presencia de Rainer María; lugares en los que, con seguridad, dejó el poeta una trova, unos fervorosos renglones, o acorraló el estro de unas líneas para darles vida en una trova, en una postal, en una epístola; lugares que  se manifiestan con un halo de insospechada pureza, de cosa nueva, algo de lo  que, con creces, rebosa el libro.

SUR DE HOY