miércoles, 27 de septiembre de 2017

¡BENDITA AGUA!

      Tantos meses hacía que no veíamos a los cielos derramar sus lágrimas, que hasta eso: ganas de llorar le dan uno cuando extasiado contempla al agua precipitarse de la mejor manera posible, esto es, con intensa verticalidad, en profusas cortinas, mudando y aseando un paisaje que ya necesitaba, como alguna vez todos, darse un vuelco, renovarse. Y es que, además, como por el mundo anda tan revuelta la atmósfera, nunca se sabe, si con esos enormes y alarmantes vaivenes que la atosigan y matan, lo que hoy es sur a no tardar será norte, y si lo que hoy es agua calma, en un futuro no muy lejano, serán avasalladoras inundaciones que a comerse calles, aceras y ventanas vendrán.
       Esperanzas tenemos, no obstante, de que los puntos cardenales y la fuerza de los elementos que de ellos dimana, se queden donde están y que cada uno, por sólitos y ya conocidos sus efectos, sepa a que atenerse, como siempre; pero si, por manos del infierno en que la humanidad ha convertido a su planeta, así no fuera, gocemos esta mañana con la felicidad de la lluvia, su placidez, su fecundidad, su generosidad sin límites, que, a no dudar, nos hará verter lágrimas cuando no llegue, cuando sea nada más que un recuerdo que contar a nuestros hijos.

sábado, 12 de agosto de 2017


HERMANO LEVANTE

     Entre los vientos más denostados y maldecidos por estas tierras, entre muchos, alza su altiva mano, el de levante, no para pedir audiencia, sino para proclamar su victoria como afanoso acaparador y feudal señor, sin rival alguno, de todos esos insultos que desde generaciones y ancestrales eras lo abruman y machacan, revistiéndolo con sórdidas ropas y una mala fama que, a estas alturas de los tiempos, no hay quien se la quite. Un leve castigo se diría, a cuantos malestares va dejando entre nosotros su avasallador paso, y que no vale la pena aquí reseñar porque no hay quien no los padezca.
      Aun a costa
de ganarnos más de una enemistad, querríamos, en estos días de hirientes ardores estivales, no empeorar más esa malhadada fama que arrastra el hermano levante de impune fustigador de humanas naturalezas, sino aliviarla de su inmensa carga, mejorándola, porque claro benefactor ha sido y es ahora para nosotros, en que sus rachas no tocan a rebato, sino que es un bálsamo que acaricia rostros y cuerpos, que nos devuelve el ánimo y la sonrisa, y que nos traen el olor y frescor de los idílicos veranos de antaño.

lunes, 7 de agosto de 2017

          MÁS COSAS QUE AGONIZAN

         Como todo es premura y galope en estos tiempos, también en la trastornada naturaleza, a la que ni un respiro damos, mucho antes que otras veces, han surgido   los pequeños puestos de chumbos. Y salvo esa mudanza en comerle semanas y hasta meses al calendario en su llegada, su venta, situación y modos es algo que muy poco o nada ha cambiado con los años. La verdad es que ni siquiera puede llamársele puestos a sus puntos de venta, y que ni siquiera necesitan sus vendedores una mesa para exponerlos, que bien sirven suelos desnudos de calles y sitios transitados, para que, desprovistos de espinas por la acción del cuchillo o de la tradicional navaja, muestren su distintos grados de madurez, en pinceladas de deslucido amarillo o verde intenso.
             Es un negocio que escaso beneficio debe dejar, pero de algo se ha de comer,  cuando se come, pues de eso se trata para sus vendedores, si es que evitar pueden impuestos municipales que darían al traste con su misérrima ganancia, y con una historia de caminatas por veredas y altozanos para obtenerlos que para qué contar; entre otras cosas porque las chumberas en peligros de extinción andan, a causa de una llamada cochinilla con malas pulgas, que no quiere desentonar con unos tiempos a los que se les podía dar idéntico apelativo de cochinos.
              Con harta pena, como con muchas otras cosas, vemos la desaparición de esa capa de severa originalidad, de airoso manto, con  que chumbos y chumberas amenizaban nuestros campos, honduras y despeñaderos. Amarga leer o de ver en esa pantalla en que tantas bobadas se dan cita, no recuerdo bien, que el remediar la plaga es cosa de los pueblos y de sus ayuntamientos y no de otros poderes superiores andaluces. La eterna e iterada parrafada política que a todas horas suena: "eso no es cosa mía, que es tuya".    
               

miércoles, 2 de agosto de 2017

      INSUFRIBLES DÍAS

      Cae fuego. Desprenden ardores casi insufribles, asfaltos, piedras, paredes y hasta sombras, que no son acogedoras ni hacen honor a su condición de espacios desprovistos de soles, porque es como si alumbradas por sus fogosos rayos poseídas estuvieran.
       No es extraño. Grado más, grado menos, el estío anda ahora de huésped duradero por estos lares, como por otros muchos, y quiérase o no, a su servidumbre, mandato, sequedad y exudaciones nos toca inclinar la cerviz de humanos en riesgo de extinción, por estas cosas y por miríadas más, con origen bien distinto.
         Esas llamaradas que nos flagelan y que a ninguna hora ceden, no es algo que parezca importar en demasía a las riadas de caminantes, foráneos, los más, que con exigua ropa y cabeza bien adecentada, con sombrillas, y un muestrario inmenso de sombreros, con la paja como esencial elemento, para que el sol no encuentre una pequeña dehesa donde aposentarse, arriba y abajo, en prietas o desordenadas filas, según elijan aceras o calles sin vehículos, abarrotan plazas y veladores. Se dirían disfrutan como niños de recreo del estado de relativa libertad, sin amos, papeles, voces, ni ordenes, que les brindan las vacaciones, pese a un calor que sí que es el dueño absoluto, de seres, viviendas, campos, ciudades y desnudos cielos; de lo invisible y de lo invisible, al que nadie escapa.

miércoles, 17 de mayo de 2017

          HOSPITALES Y ESPERAS


       El nuevo hospital, de muy reciente inauguración, con sus amplios pasillos, raudales de luz, asientos bien estructurado, escaleras mecánicas, en constante funcionamiento, y un paisaje de colinas y olivos y encinas gateando por ellas, se diría semejante a las salas de espera de un abarrotado aeropuerto, con un corto trayecto pendiente del rugido de los altavoces para alcanzar los aviones, sin que haya que despejar ninguna incógnita para un destino que todo el mundo conoce de antemano, porque lo que se busca son horizontes ahítos de monumentos, del aire nuevo que impregna a países desconocidos, o a los que se vuelve ilusionaron cuando se visitaron por vez primera. 
            Pero no es ahí donde estamos y sí que existe aquí, sin alas que nos transporten a ningún paraíso soñado, una angustiosa incógnita por desvelar, detrás de esa puerta de azulados tonos, impecable, de redondos y altos ojos y límpido cristal, en la que se espera entrar para recibir en pleno rostro, el resplandor o zarpazo un diagnóstico que alivie la desazón hasta convertirla en un apagado recuerdo, o la aumente para no dejarnos ya nunca más.

miércoles, 10 de mayo de 2017

       APACIGUANDO INSOMNIOS

      A veces el pragmatismo ofrece alternativas extrañas, en las que se mezclan los achaques de una valetudinaria edad y el ansia, por el avance desaforado de esta, del que la sufre, de sacarle partido al más nimio bostezo del tiempo. Y es lo que uno hace tratando de darle sentido a la cotidiana bofetada del insomnio; a ese particular desperezo del despertador sin manillas ni voz, que irremediablemente te avisa sin que tú lo hayas elegido que son las cuatro, las cinco de una madrugada silenciosa, pacífica, pero interminable, y que ya es hora de espabilar. 
      El lecho no ese entonces una maternal y acogedora matriz. sino una suerte de celda de la que al menor descuido del carcelero, que es la próvida mente, lo mejor es huir a todo correr; no muy lejos, ni tampoco con otras pretensiones que no sean las de hacer algo formal para compensar la nada en la que estando despierto te había invadido la cama, dandole vueltas y más vueltas a lo que, pocas, sensatamente tienen. Leer o emborronar papeles entonces, con el mismo silencio de antes, pero ya siendo tu fiel acompañante y no un rival. Es ya otro escenario más benigno, como palpar algo que no existe, pero que pudiera existir, como esa deslucida pero creciente luz de amanecida que comienza a entrar, para no irse.



miércoles, 3 de mayo de 2017

         UN VIENTO QUE NO CESA, PERO ILUSIONA

      No ceja la primavera en un avance que no es más que descarada invasión de embalsamadas brisas, tupidas frondas, pobladas ramas, gorjeos de canoras aves, zumbidos de gruesos insectos y multitud de flores. Con similar tozudez, se resiste a abandonarnos ese viento que empeñado anda desde hace meses, en un reinado de nunca acabar, en mostrarnos su variedad de registros, desde los más nimios e imperceptibles hasta los más furiosos, esos que insistentemente suelen altera nuestro sistema nervioso y sacar a la luz dolencias y malestares que, aunque hay estaban, desapercibidos pasaban, como si a otros pertenecieran y no a nuestra debilidad naturaleza.
          A este viento que, para no desentonar con sus precedentes hermanos, sopla hoy, hay que agradecerle tanto que no muestre las voracidades de otros días, en los que no dejaba títeres con cabeza, como que ese animado mural de sedosas flores que en agolpan en tiestos, balcones, cierros, ventanas, paredes y, con más propiedad en cuidados jardines, no sea una estampa hierática, inmóvil, sino mirífica sensación de vida, abriendo capullos a los que en raudo viaje tornasola, convierte en abiertas y luminosas estrellas y, aun, tiene agallas para esparcir sus pétalos por tierra. Una delicia, ahora que la siembra del azahar por los suelos llegó a su término, hollar siempre floridos caminos, que no otra cosa son ahora las aceras y un poco menos la calzada.


lunes, 1 de mayo de 2017

       AL SOCAIRE DE CERVANTES Y DE LA LETRA IMPRESA

      Con la primavera ya cuajada, su brillo y magia en el aire y el esplendor primero de brotes y hojas acariciando el moroso transcurrir de las horas, advino, asimismo, la cita con los libros y su feria. Fuera ya de la ilusión que en nosotros provoca esa acumulación ordenada de volúmenes y de su colorido y de la mirada curiosa o ávida con que los hipotéticos lectores los saluda, con el mismo ánimo de pasados años pusimos nuestro grano de arena; uno más, podemos, con toda la humildad del mundo, decir. No con la intención, desde luego, de pasar a la historia de las letras, ¡qué locura! y sí de , en unos tiempos tan infaustos para la cultura, y en los que tan poco se lee, tratar de de atraer la atención sobre las páginas de los libros. 
      Acudimos para ello a husmear en los predios serranos de las leyendas, pertenecientes a una ciudad a la que su más evocador calificativo es la de legendaria. Apropiado nos pareció, porque se daba la circunstancia añadida de que escaso había escrito que hiciera referencia a esa corriente popular que alimenta y en la que aletea la leyenda. Larga vida, no por ser nuestro sino por ser libro para leer, le deseamos y que muchas miradas inunden sus páginas.

miércoles, 12 de abril de 2017


MARTES DE SEMANA SANTA

     No termina de buscar otros horizontes más alejados de los nuestros este desbocado vendaval que, como un advenedizo más, lleva días y días tomándole el pulso a la ciudad sin parar un solo instante; y lo que es peor, con su ímpetu y obcecado desvarío, poniendo al desnudo en muchos de nosotros dormidas dolencias y arraigados trastornos, que cuánto mejor no estarían en sopor que no al revuelto aire de todos los males, pues nadie gusta exhibir sus lacras, ni mostrarse en desvalida situación.
       Sin embargo, más que apagar con su voz de trueno otros sonidos y rumores, los acuna y amamanta el poniente que  sopla y sopla, no enfurecido, con ánimo de amedrentar, sino más bien para reafirmar su presencia y que no se le mire muy mal, porque ¿quién no está necesitado de cariño?, y que, por demás, como todos, no deja de ser un mandado más en la altiva jerarquía de la pirámide, en la que uno de sus jerarcas manda y él obedece y calla. Y casi con excelso


cuidado, el paternal ventarrón abre sus larguiruchos brazos de nunca acabar a esas campanillas que renovando a una tradición de nuestra infancia, con bolsas petitorias que ya les gustaría llenar,  hacen sonar y sonar a lo largo de la interminable calle, un océano de mestizajes y razas, dos enlutados habitantes del barrio más extremo de  nuestra Ronda, de San Francisco. Nadie renuncia  a lo que lleva entre ceja y ceja: ni los transeúntes, arriba y abajo, en su caminar; ni los campanilleros sacando broncos ronquidos a sus broncíneos instrumentos, ni, menos el poniente, que en su vasto seno, a unos y a otros acoge.



jueves, 6 de abril de 2017

      UN SÍ ES NO ES EL PARTO DE LOS MONTES

      No el parto de los montes, pero de algo, sin embargo, muy cercano a ello se está tornando el laborioso proceso, colmado de penurias y aflicciones, de llamadas sin respuestas, de portazos en pleno rostro, de desánimos sin cuento, que es publicar hoy en día un libro.
       Cuando dejado atrás tantos trabajos de Hércules, pues no de menos pueden calificarse los pasados, y la obra asoma indecisa su seductora y coloreada faz en las vidrieras de los escaparates librescos, esperar queda para su autor otro terreno por conquistar, invocando mientras tanto a dioses manes y penates para que en desolado páramo no venga a parar lo que múltiples desvelos y vueltas al sufrido magín le costó.
         Y en esa insoportable espera, que le destroza y ahoga, que no deja de vivir ni de dormir, andan, andamos los que pretendemos, las más de las veces sin conseguirlo, dar a conocer algo que no esté ya dicho, que pueda si no entusiasmar, al menos despertar un mínimo de interés, para llegar a la funesta deducción, de que editoriales, librerías, y páginas impresas cavando su tumba, con poco o ningún remedio, están.

martes, 21 de marzo de 2017

        PUES, SÍ, DÍA MÁS O DÍA MENOS, PRIMAVERA ES

      Lo confesamos, pero esa determinación científica buscando la máxima exactitud y haciendo alterar su llegada hasta hacerla retroceder un día a la que durante muchísimos años estuvo fijada sin más en un 21 del mes, produce en nosotros, viejos ya para aceptar cambios que nos sean los propios de la edad, algo de desconcierto y duda; pero no tantos como para que no seamos conscientes de que, horas de más u horas de menos, con toda su fanfarria y pomposidad, lirismo y promesas de atmósferas más gratas, florales y llevaderas, ya se encuentra entre nosotros la muy loada y celebrada primavera.
     Por cuanto hemos expresado, y visto que hoy es 21, y que aferrados seguimos a esa fecha en nuestra memoria de viejos llenos de manías, frente a la desgana que en nuestro voluble animo produce ese despliegue ambulante de masas nubosas que nada bueno anuncian, obligados nos veíamos a intentar trazar unas líneas, que nada más sería que cumplir con un deber que tenemos los que, con acierto o sin él, nos dedicamos, con harta osadía, a emborronar papeles que en modestos diarios, o blog, (que es más chic) a morir vienen.
      Lo bueno de los antiguos diarios, era su intimidad, los secretos del alma y del cuerpo que contenían, y que tan celosamente guardábamos, a salvo de miradas curiosas, ocultos en cualquier lugar que pensábamos seguros. Que toda esa críptica liturgia de cerrazón y escondrijos, por mor de las mudanzas de los tiempos destructores haya venido a parar en las puertas, de par en par abiertas,




de un blog, en el que todo aquel que quiere, a sus anchas, sin restricción alguna, se sumerge, más que cosa del diablo diríamos que es la de poner nuestra desnudez, que no ya nuestros secretos, a la vista del mundo entero.
     ¡Y cómo no, tan desnuda anímicamente como nosotros, se haya la tan cacareada primavera, con todos los ojos puestos en ella!

martes, 14 de marzo de 2017

AGUA DE MARZO

    Aunque el año es largo y son muchas las mudanzas que en su devenir nos esperan, no parece que vaya a ser uno de perniciosas sequías. Tiene algo de pertinaz obcecación, la lluvia que desde hace unos días nos acompaña, cayendo con prodigalidad y voluntad de corajudo opositor, al que otra cosa no preocupa que estar horas y horas a lo suyo, independiente de lo que otros aquí o más allá hagan.
     Y a lo suyo, a precipitarse y precipitarse como si alguien con descomunal fuelle las impeliera, se atienen todo el largo día, toda la interminable noche, esta lluvia, en cielos pardos que no dejan de ser amables y gratos de contemplar, mientras sus nubes se vacían, porque no es agua hosca, ni lastimera, mas de sosegado caminar y fluir de hontanares que a su remanso, como a su aprisco, se dirigen. En la tierra, pulsan notas en teclas de redondos charcos, expandiendo una melodía que, si se le presta oídos, no es cansina ni ambiciosa, y sí de apocado sueño que a una paz infinita clama.
     No es, extrañamente, una placidez que traspase, que a los dominios del alma llegue. (¡Qué difícil de contentar nuestra espíritu es!). Más bien, levanta miríadas de añoranzas, de no se sabe qué paraísos por venir o que a nuestro alcance se acercaron y presurosos se desvanecieron; de tierras que no llegamos a recorrer; de años y soles perdidos en horizontes que, aunque ansiados, nunca a nuestro alcance estuvieron; un remolino de ideas agolpándose en su vórtice son las que este agua, sutil, menuda, acariciadora, nos provoca, a la vez que no deja de caee y caer, remolona. 

viernes, 10 de marzo de 2017

     TRES DÍA COMPLETOS

    Como al fin y al cabo no somos más que briznas de polvo a las que empujan y zarandean un enjambre de malévolos y despiadados ventarrones, nada de particular tiene que lo que ahora, con un descaro de ardoroso estío, nos atizan los cielos venturosos, que peor sería no contemplarlos, sea un fuego de otras estaciones o, como todo se ha puesto de repente a migrar, con galas de otros hemisferios.
    Nos parece, que, todo lo extemporáneo, hasta que lo damos por bueno, suele sorprender, y no había de ser menos este sol con saña de justiciero. Hechos ya a las tretas del tiempo, que si hoy nos aturde con flamas, mañana lo hará con hielos, hemos muy en secreto, sin dar cuenta a nadie, vitoreado con entusiasmo esa presurosa irrupción de africanos fuegos, y no porque nos enfervorice que lo haga, sino porque apagado hemos todos y cada uno de los aparatos y útiles que nos ayudaban en casa a sobrellevar los rigores del invierno. Parecerá una estupidez, pero en sí no cabemos de un regocijo que puede parecer infantil: y es que durante ya tres completos día hemos dado una soberana tunda a las eléctricas y a sus opulentos y dictatoriales miembros. 

miércoles, 8 de marzo de 2017

UN DOMINGO DE CARNAVAL

        Inmune a cualquier celebración que no sea la suya, desprende calma grande la mañana. Es la que blanda y mansa apresa ahora a la ciudad, sembrando de irrealidad y sumisión a un paisaje atónito. A Ronda, en pila de roca y vacío, la bautiza y da nombre un semillero de nubes de azúcar, reacias a vagar y atentas a no perder de vista, ni a viviendas, para tener donde desplomarse sin caer del todo, ni profanar la tierra, inmaculada con las últimas lluvias, ni tampoco la pulcritud de gema de las montañas, con infinitas grutas, ventisqueros y torrenteras en los que agazaparse para no claudicar del todo cuando sea la hora de desaparecer, de recoger su tupido equipaje de algodón y espuma, a la espera de volver a hilar de nuevo su cañamazo de cales y blondas.
        Alelados, cegados en una inmovilidad que no le es propia, por esa quietud que respira el día, una pareja de mirlos, con picos de zumaque y su colas
de ceremonioso faldón, maniatados quedan, sin voz ni algarabía su sonajero de brincos y estridentes gritos.
         A llenar un hondón de nunca colmar, se apresura sin conseguirlo la maraña de nubes, con un ímpetu un poco aletargado ya por tan descomunal labor, como es encerrar a la ciudad, al horizonte, en su cúpula de cristal. 


martes, 7 de marzo de 2017

     A RECORDARNOS VINO EL MES

      A recordarnos vino el otro día de viento y lluvia, que era marzo, junto con su hermano abril, mes de temporales, y que al ceder el frío deja un portillo hasta entonces cerrado por el que se adentran con todo vigor otros elementos, si no desaparecidos sí al menos en calmada espera. Y era tanto, sin faltar un año, época de aguaceros el mes, que presumía de ser el recomendado, pese a su inhospitalidad, por las guías de viajes extranjeras para visitar nuestra ciudad, porque era el momento idóneo para contemplar las aguas del Guadalevín, transformado en gigante, despeñándose, saltando espumoso y bramando, por el ojo del Puente. Los tiempos han mudado incluso en esa actividad de hundirse los cielos bajo el peso de las aguas que soportan las nubes y una parte mínima son las que desparraman ahora; pero sigue quitando el aliento esa catarata que nunca acaba de caer, ni su impoluta blancura de poner una orla más de belleza al cuento de hadas que es el Puente.

sábado, 25 de febrero de 2017

      AFRICANOS VIAJEROS

      A apaciguar furores y a fundir lodos y elementos de otros lares llama la tarde, colmada de una paz y un silencio que en estas horas abruman, si se echa en cuenta el bullicio de otras jornadas. No sé si habrá que culpar al mes, que viviendo sus postreros momentos, no quiere desaparecer sin dejar   apasionada huella de su paso; y casi sin interrupción, entre una frontera y otra, sin aduanero que pare a esos exóticos viajeros, nos mete lluvias, polvos y barros saharianos, apagados soles, como empañados culos de vaso, o cielos que  a otros humores y estaciones pertenecen.
       Extraña en la transición, que voltea a llamadores en las fornidas puertas de un inapelable destino, el encuentro anormal en muchas ramas de enaltecidos árboles, del susurro de brotes acariciándolas, cuando en su misma angosta y cimbreaste superficie, algunas hojas de doradas faz y antigüedad, aún tienen sobradas fuerzas para mantenerse, aunque poco han de durar ya su presencia, pero sí lo bastante para mostrar a la mirada, de un golpe,  un proceso que nunca cesa: el hoy y el ayer, la vida y la muerte.

martes, 21 de febrero de 2017



      SOÑAR CON ANGELITOS

     Al bajel que es mi cama, en las agotadoras e interminables horas de unas madrugadas sin linderos, navegando por océanos de desdichas, por babor y estribor, por proa y popa, las inundan en continuo desasosiego, en tropel, gigantescas olas de procelosos sueños: de guerras que aniquilan con poderosas armas antiquísimas ciudades; que dejan sin hogar y sin patria a sus habitantes, que no cesan ya de un peregrinar que nunca acabara, sino es con la muerte, porque en ninguna parte los quieren; de niños sin padres y de madres que han perdido a sus hijos; de inacabables pregones, bien temprano y durante todo el día en radios y en luminosas y anchas pantallas de televisores, mostrando con insistencia todas nuestras miserias y lacras, de horribles crímenes, de suicidios de colegiales, de matanzas inexplicables...
      ¿Quién dijo que alguna vez llegamos a soñar con angelitos?


miércoles, 15 de febrero de 2017

       SE AGOSTAN FLORES QUE AYER NO ESTABAN

       Se agostan, sin ser agosto sino un airado febrero, la flor de los almendros. Azules desvaídos sus pétalos y amarilleando sus corolas. Y sí que es amarillo de encendido vigor y apretado brillo el de las mimosas. Por donde vagabundeamos, muy pegados a las honduras de nuestro despeñadero mayor, porque desde luego no está solo, que tierra de honduras es,  ese levante que enrabietado empuja, que no pretende ni ceder ni detenerse, se recrea revolviendo el angosto suelo, en crispada carrera, que a todo aquel lo empapa, un nevado tropel de alocados y renacido pétalos, que ya ni siquiera lo son; más bien, desgarros suyos, blanquecinas motas que, fuera de sujeciones, vivir otra vida quieren. No con intención de redimirlas, sino para a la postre arrinconarlas, amontonándolas, ahorrando fatigas al jardinero, se ha dejado caer, a plomo,  este viento del Estrecho, a quien nadie osa atajar en su temporal dictadura.

lunes, 13 de febrero de 2017

 A POR NUESTROS NERVIOS VIENE EL MES

 A este mes que tan denostado está por carecer de seso y de cordura, aunque ambas vengan a parar en lo mismo, creído y mucho tiene su papel en los que días en los que estamos, y a eso se dedica febrero: a darles la razón a los que lo acusan de ser la oveja negra de ese tropel de hermanos que tiene. ¿Que en qué se entretiene? en sacar fuera de madre a nuestros nervios, dejándolos encrespados como olas de pleamar. Porque visto y no visto es su constante mudar: que si soles, que si aguaceros, que si nubes, que si vientos,  que si hedores sin cuento,, que si quietud, que si negruras. No son educadas maneras las suyas, bueno o lo son, pero no desde luego finas las de sacarnos de nuestras casillas. Gozar, eso sí, de los arrebatos extrasensoriales de los místicos y a todo esto que nos echa encima, dedicarnos a contemplarlo, bien que nos gustaría, pues si obviamos lo que de intranquilidad nos meten en el cuerpo los cambios, hay en ese apresurado trastorno del tiempo, en ese alocado dar la cara y la cruz, una belleza que para qué hablar, sensaciones que valdría la pena trasladar al lienzo o al papel. Mas de ese estado en que febrero nos pone, infaustamente, solo estas lineas desmañadas, trazar osamos.

viernes, 10 de febrero de 2017

        CRUEL ABANDONO

      Luengos años acaparando y mercando libros, para ahora, con total impunidad, desprenderme de uno, puede hasta sonar cruel en en los oídos de quien, como uno, los persiguió con afán de atesorarlos y encerrarlos, que no más que eso hacía en los estantes de mi biblioteca. A lomos de un contenedor de desechos de papel y cartón, un poco a trasmano de los de la basura, para que no lo contaminara su penetrante hedor, no en su interior, sino bien a la vista, para que alguien lo descubra, lo he dejado. Es un volumen de los llamados en infolio, papel de sedoso brillo, portada de duro cartón y extenso colorido: un Atlas de caminos hispanos, ya con una cierta antigüedad a sus anchas espaldas, tres decenas de años al menos, de cuando estaban en todo su esplendor y demanda los fascículos, y costaba meses y dineros su colección, y, después, ponerle abrigo, es decir, dejarlo en manos del encuadernador. Con una parte de esa red de carreteras que describe desaparecidas y sin coche ya tampoco a las que llevarlas para hollarlas, mi funesta decisión ha consistido en expatriarlo, expulsarlo de mi casa es la palabra. Un remordimiento, como si fuera un animal el que he abandonado a la intemperie del tiempo, me ha perseguido durante todo el día; también la duda, de si, por las buenas, así como así, a un amigo de papel, debería darle el mal destino que le he dado. ¡Ojalá, para acallar mis remordimientos, pueda recibir uno mejor de quien quiera aprovechar lo que de aprovechable todavía tienen sus senderos y caminos y llevarlo a su nuevo hogar!

lunes, 30 de enero de 2017

       UN ZURRÓN EN EL QUE CABE TODO

      En su manido zurrón de lo que va y vuelve, guardó su sonajero de cierzos y aguas tormentosas el padre invierno, nada más que para tararear su nana de soles y floridos azules. Sacaron pecho y vivas de gualda los naranjos, otra vez al descubierto. Y no es que huyeran del todo sus rigores y furores, que pronunciadas  y rigurosas son sus cuestas, que nunca acaban y siempre duran.
      Y en otras fragosas subidas, tan duras como las del invierno, asoman ya otras nieves, pero más dulces porque columpiando están esperanzas, que hasta la naturaleza, para no claudicar, en ellas se escuda. Un primor y un ahogo de no parar el de estos almendros de las laderas del Tajo. Se desviven por mirar al río, con un cauce de despertares de torrentes; su portentoso equilibrio de blancas flores, verde yerba,y doradas rocas es. Y un vacío y un llenar el corazón para uno, que no es de este mundo sino de un augusto sueño, el mismo que acuna una fogata sin fuego y un desvestir de fulgores  y de falaces nubes, porque solo humo son.

miércoles, 25 de enero de 2017



      DESPUÉS DE LA BATALLA

             De las de la naturaleza, me refiero, que de las otras, de las que llaman a compasión a las víctimas y de ira hacia los que las provocan, más vale no pensar, si es que se quiere conciliar con cierta calma el sueño.
            De la que librara la naturaleza por estas tierras hace unos días, vistiendo de fiesta, sin serlo, a cañadas, colinas, senderos, viviendas y rincones, nada más que queda ahora un resto, pregonando la fugacidad y declive de nosotros mismos y de cuanto nos rodea; de lo que ayer fue prodigio y hoy es ruina, pues solo se mantienen algunos montones arrinconados aquí y allá de nieve sucia, negruzca, de tan blanca como era, como una virgen que de mala manera perdiera su pureza y con ella se extinguiera su candorosa belleza. Bueno, me expreso no muy acertadamente, porque si es verdad que lo que quedaba de níveo ropaje se ha refugiado en su tarda huida muy lejos de zonas habitables, en pos del vértigo de las magnas alturas serranas y de ese silencio que, perennemente, dormita en sus augustas cumbres, sin embargo,  antes, con una invisible huella ha salpicado de brillos inauditos, con algodonosos vapores, como restos de fogatas, al horizonte y, por ende, al paisaje más cercano, ahíto con su inesperado riego de promesas de venturas y granadas cosechas.


jueves, 19 de enero de 2017

         NOS SORPRENDE LA MAÑANA

       El hecho de que su pureza se arrope con un silencio sin fisuras, es lo que convierte a la nieve en toda una sorpresa, sobre todo si, cuando se desploma sobre nuestras viviendas y calles, es de noche. Una sorpresa mayúscula, pues, nada más abrir esta espectacular mañana ventanas y balcones. Y sorpresa porque aunque de suyo montaraces y elevadas estas tierras, hacía años que no la contemplábamos, porque los inviernos han dejado de ser lo que eran, al igual que, para mal, los estíos. Y fuera de esa belleza y blancura que se expande por doquier y que llena de fronteras a un invisible horizonte, es insólita la mañana, porque el silencio es avasallador y lo es más la soledad, sin vehículos en las calles, a estas horas otros días abarrotadas de ellos y nadie por sus aceras. Aunque mucho se podría hablar de su veracidad, casi nos agarraríamos obviando otras cuestiones tanto a lo que pregona esa antiguo refrán: "año de nieve, año de bienes", y a lo que de ello pudiera aportar los que arrastre esta imprevista nevada como a la magna contemplación del escenario, eso si no nos hiriera el pensamiento de los que, a millares, este glacial ambiente ahonda sus males, sus fríos, sus hambres y sus necesidades.

domingo, 15 de enero de 2017

           CONCITA EXTRAÑAS IDEAS LA MAÑANA
   
       Concita extrañas ideas la mañana, tan solitaria por ser fiesta de guardar, pero sobre todo por esa luna incrustada en el paisaje, dándose la mano con el día que algo amedrentado nace. Tiene algo de misticismo, de austeridad de eremita el momento, con esa obstinación de lo que queda de las sombras y de la noche negándose a desaparecer, simbolizado por la presencia de la luna, mostrando sus redondez y blancura en unas horas que ya no le pertenecen, que son plenamente del día. Con todo, ese haz de lechosas claridades que atosiga ahora a las montañas, avivándolas para que se muestren, se dirían que de la  soberana de la noche parte, y no de su dueño y señor el astro rey; que es el postrero suspiro con que, prolongando hasta la exageración, da fin a un laborioso quehacer para el que en estas jornadas de fiel invierno no da abasto, pues los día son breves y apenas unas horas serán las del reposo.
           Y sí que llegó el frío, y en oleadas tempraneras, con su horda de brisas traicioneras que te acuchillan la faz y, si en las ateridas calles te atacan, te hacen añorar el calor del hogar, no ya por ser tu castillo en el que te amurallas y te haces fuerte, que es mucho decir, sino porque es un istmo de bondades, de panes, amores y calores que te hacen sentir mejor. ¡Qué más pedir!  

sábado, 14 de enero de 2017

       LA OLA QUE LLEGA

      Hace frío. No insoportable, bien abrigado, pero se anuncia bastante más; "una ola" de él, de las que, como antaño, cuando menos ardoroso y dañado en sus ciclos estaba el mundo, nos ponía a tiritar, a tirar de bufandas y a perseguir  recachas no ocupadas ya. Funesta noticia esta del helor que llega para los que han de optar, cada día más, por comer o calentarse, y óptimas para las eléctricas y los poderosos miembros que las componen, nunca ahítos de riquezas que tan a las manos y con tan poco esfuerzo les colman cuentas y maletas.
     En realidad este frío que nos amenaza, mucho antes que satélites y termómetros, lo vienen barruntando bandadas de aves a las que, desde mi ventana veo en en los atardeceres buscar el abeto más erguido, fuerte y añoso de los alrededores para dirimir sus pequeñas diferencias, que no son otras que fijar el momento, agrupadas, de su partida y el de su inmediato destino antes de que esos glaciales soplos norteños las acongojen y a algunas mate.
       Les cuesta la vida decidirse, porque no es tan fácil abandonar su hogar de muchos meses. Para que no les falte el aliento, cuando marchen a otros cálidos lares, se entrenan a la vez que dando grititos deliberan. Y salen y entran batiendo las ramas del espigado abeto, poniendo una nota adicional de color en un cielo que a esas horas de todos ellos explota.

domingo, 8 de enero de 2017

DOMINGO DE ENERO

      Ese abrigo de armiño con que se ha despertado la aurora, no solo ha dejado su frágil huella en vehículos y tejados sino que, también, un poco blanquecino, blanducho, nuestro ánimo,  poco firme, presto siempre a doblegarse a la menor tormenta. Y es que tras ese desmesurado derroche de dinero y de alegría a que tantas fiestas obliga, no es extraño que punzadas de tristeza venga a ocupar el lugar donde antes hubo licores, salvas, platos a rebosar y la tonta idea de que nuestro mundo navega por un océano de delicias e infinitos dulzores, donde la tristeza y el dolor no tiene sitio.
      Retomar el perdido rumbo, el de nuestra sagrada rutina, nos costará no tanto como sudor y lágrimas, pero sí un mucho de desconcierto. Y, diríamos que algo a la deriva anda también la mañana, con soles que apenas calientan y nubes que no son nubes sino estilizadas tiras que por los cielos merodean, buscando un lugar donde agruparse, para ser más; con música de acordeones perdidos y notas que si no son quejas tampoco alegran. Y dubitativos están palomas y gorriones, unas porque los que las alimentan, recuperándose de jolgorios y comilonas en blandos lechos y pesados sueños sumergidos están, y los otros porque no saben cómo desprenderse de ese frío que los aturde y los empuja a no estarse un minuto quietos, de rama en rama, de vuelo en vuelo. Para estar estrenando año y ser enero y, aunque con poca fuerza brillar el sol, no mucho, a nosotros, confundidos, nos ha dado la invernal mañana, no sabemos a los demás. 

domingo, 1 de enero de 2017

       2017 Y SU FALTA DE SEÑALES
     
      Ningún ángel con bíblicas trompetas, ni ningún preclaro mensajero procedente del infernal subsuelo, en otros inframundos, por donde deben andar los incandescentes avernos, los ríos del olvido, sus penados moradores y demoníacos dueños, vinieron a anunciarnos mudanzas que no fueran las sabidas. Ni cataclismos, ni rupturas en un tiempo que es  como un ovillo de interminable hilo que ni se acaba ni se detiene. Todo igual, hoy como ayer, con estreno de año o sin él.  Las mismas guerras, nada más comenzar el día, los mismos fanatismos religiosos o civiles, las mismas bombas sembrando muertes y destrucción, los mismos niños sin padres, las mismas víctimas del odio del hombre hacia su mujer, hacia sus semejantes sin mirar ni siquiera si a los que mata son sus hijos, sus esposas, sus madres. Llegó otro año y lo celebramos como locos, como si eso supusiera la venida imprevista  de alguna paz, la interrupción de alguna guerra y no la venida de otras de nuevo cuño. 
       Sí que celebraremos estar vivos, y que aún nazca el día con sus festín de luminarias y las noches reparadoras con sombras que no lo son; que se levanten montañas que apunten al cielo y no a la tierra, para ilusionarnos con otros sueños; que los ríos fecunden sembrados; que a falta de que los de todo el universo rían, coman y jueguen, que al menos los nuestros, nuestros hijos y nietos, los de nuestro suelo lo hagan. 
         Nosotros, para tener certeza de que nada había cambiado, de que estábamos, como ayer, vivos, de que ese 2017, imaginaria parada de algo que nunca se detiene, hemos dado de comer a un gato callejero que a nuestra puerta estaba, dejado el consuelo impreso de unas revistas a una vecina de incurable vejez y sordera,
y como ni celestiales trompetas ni demoníacos rugidos atronaban el aire de la mañana, con nuestra rutina, y que siga, hemos seguido.