miércoles, 17 de mayo de 2017

          HOSPITALES Y ESPERAS


       El nuevo hospital, de muy reciente inauguración, con sus amplios pasillos, raudales de luz, asientos bien estructurado, escaleras mecánicas, en constante funcionamiento, y un paisaje de colinas y olivos y encinas gateando por ellas, se diría semejante a las salas de espera de un abarrotado aeropuerto, con un corto trayecto pendiente del rugido de los altavoces para alcanzar los aviones, sin que haya que despejar ninguna incógnita para un destino que todo el mundo conoce de antemano, porque lo que se busca son horizontes ahítos de monumentos, del aire nuevo que impregna a países desconocidos, o a los que se vuelve ilusionaron cuando se visitaron por vez primera. 
            Pero no es ahí donde estamos y sí que existe aquí, sin alas que nos transporten a ningún paraíso soñado, una angustiosa incógnita por desvelar, detrás de esa puerta de azulados tonos, impecable, de redondos y altos ojos y límpido cristal, en la que se espera entrar para recibir en pleno rostro, el resplandor o zarpazo un diagnóstico que alivie la desazón hasta convertirla en un apagado recuerdo, o la aumente para no dejarnos ya nunca más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario