martes, 31 de julio de 2018

        FENECE JULIO

        Fenece el mes, el de julio, o lo que es decir, exhalando está su postrer aliento, que no es soplo debilucho sino vaharada fogosa y vigorosa, como si quisiera dejar la huella de la identidad que no tuvo a lo largo y ancho de sus treinta y un días, circunstancia que no es en modo alguno de lamentar, sino de ovacionar y mucho, pues mantuvo, para ser quien es y su antañona fama, una atmósfera más que delicada que hacía pensar en vernal estación, que no en una del estío. En nuestras calles, y más que en ninguna en la muy concurrida de la Bola, ahora que todo el mundo se aferra a sus horas de ocio como si en ello le fuera la vida, los calores incipientes lo que tienen de malsanos, es que dejan de ver en toda su crudeza lo que ya es una epidemia, las grasas acumuladas por cada quisque, que somos casi todos, y de  todas las nacionalidades, salvando a los orientales, que tan a pecho llevan, y con toda la razón por su parte, el conservar los kilos precisos y las figuras en su punto, ahuyentando malestares y enfermedades. El contraste es grande. con ese crecimiento anormal de grasas que tiende a la horizontalidad y a deformar humanidades, que casi dejan de serlo, con los excesos.

domingo, 29 de julio de 2018

           SIN GRANDES MORDISCOS EL VERANO

        Aún no muerde el verano, que se ha limitado hasta ahora a reconocer sus predios estivales sin osar, porque tiempo queda,  hollarlos y asolarlos a sus anchas, que todo llegará. No obstante, aunque el fuego de sus ardorosa faz está por llegar, curioso es como se protegen de él, del astro rey,  estos orientales que en grandes rebaños trotan por nuestras calles, a pasos menudos, dando uno y deteniéndose al instante para contemplar algo, no sea que después sus compañeros le den envidia con algo que se se han perdido; que como no hay impuestos sobre la mirada y proyectarla no cuesta dinero, pues hasta el hartazgo por doquier impulsarla. Lo que es gastar, o lo hacen muy a escondidas, por aquello de los cacos, o no se desprenden ni de una moneda que no sea, tras mirar y remirar, para emplearla, después de mucho pensar y manoseo, en una postal con la que dar fe de su destino actual a sus familiares. La prosperidad más ventajosa debe bendecir a estos coreanos, que son los más, porque ni a sus peques dejan ya con sus abuelos, con lo que no tienen ni que añorarlos ni animarlos por móviles y tabletas a que se porten bien, y todos juntos, como antiguas familias hispanas, bien apañados con gorros de enorme capacidad, que hasta los hombros tapas, o con sombrillas que para todo sirven, para un cosido de sol o un descosido de imprevista lluvia, por aquí andan a millares, obstruyendo aceras, y emitiendo sonoros chillidos, que en eso sí que tienen algo de sangre latina.

jueves, 26 de julio de 2018

         DE  PUERTAS QUE NO CIERRAN Y SANTOS QUE NO EJERCEN

          Con esto de los cambios de fecha de festividades religiosas anda uno tan desorientado como con los frecuentes políticos. Con la conciencia de que ayer era una de esas festividades tradicionales, la de Santiago, patrón de la invencible patria de las cruzadas y demás, nos levantamos con buen ánimo y echados a andar en una mañana ya de calores más ardientes que los pasados, para no tardar en cerciorarnos que, nos dijeron, desde hace años esa festividad, como tal pasó a la historia. Lo cierto es que si nos paramos a pensar en el sentido que siempre se le dio a esa celebración de "Santiago y cierra España" es fácil comprobar que lo ha perdido del todo, porque entre visitantes, más los de poca monta, que los adinerado, y los que nos llegan de las pateras, no solo todas las fronteras hispanas están más que desnudas, al albur de quien le dé la real gana traspasarlas, sino que los pegasos de vuelos incontenibles  y las tizonas de afilada hoja y letal descarga en los pechos y vientres de intrusos invasores, se baña en las aguas del pasado y no en las del presente, y si nos cuesta un mundo guardar las  entradas y puertas interiores de quienes viviendo en en este suelo intentan hacerla añicos, cómo vamos a hacerlo con los que de fuera a millones nos llegan.

domingo, 22 de julio de 2018


            LOS PUNTOS SOBRE LAS ÍES DE UN ASCO DE AVENTURA

         A veces nos olvidamos de que un blog no es un diario personal, aunque casi siempre lo sea, pero con su interior visible para que los demás curiosean lo que les venga en ganas, y así muchos desahogos que deberían quedar para uno obtienen una divulgación que se nos escapa de las manos, y más que satisfacciones provocan preocupaciones.
        Como continuación a la última entrada del blog y a mi afán por conseguir una revista municipal, por si alguien ha interpretado mal el sentido del texto, tengo que decir que salvo esa crítica que espero constructiva para futuras actuaciones de los servicios administrativos de nuestro Ayuntamiento, ningún otro malsano deseo me guía; que cuento con buenas amistades, o eso creo, entre sus dirigentes y que, ítem más, comulgo con muchas de sus ideas; que en más de una ocasión, de alguna forma he recibido ayuda de ellos, y que igualmente nunca les negué ninguna colaboración que me pidieran. Cualquier otro sentido que se le quiera buscar a mis citadas líneas, está totalmente fuera de lugar.
        Aclarado esto, he de añadir que hoy, ayudado como comentaba en la anterior entrada de la generosidad de otro de los amigos que en el Consistorio tengo, de Rafa Flores, el que aparte de llevar años enseñándonos en libros y en la práctica la majestad, escabrosidades, y enorme belleza de la orografía y paisaje que nos rodea, siempre anda presto para remediar un roto y un descosido de los que se lo piden, he obtenido un ejemplar de la dichosa Revista. Pienso que, por qué no, que soy yo el maldito, y no la Revista, que por aquello de tratar de usos y misterios de otra época, a algunos como a mí maldice y condena a perseguirla.  


sábado, 21 de julio de 2018

       UN ASCO DE AVENTURA, CON EL MUNICIPIO COMO FONDO

       Hay aventuras que son para esculpirlas en mármol y que ahí queden inmortalizadas para aviso de inexpertos navegantes. Y me gustaría contar una de ellas en la que figuro como desventurado protagonista, y que, a la larga y a la corta, poco bien habla del funcionamiento de un Ayuntamiento, el nuestro, y de sus representantes, que duchos son, como modernos políticos, en ese sutil arte de desviar los tiros, por lo que tengan de letales o de destructor de famas, a otros destinos.
       En sí, es tan simple la historia, que si la desgrano es solo por egoísta desahogo, bueno y también un poco para que otros agraviados sepan a que atenerse, si se ven inmersos en alguna de ella, es esta:
        Con motivo de la publicación en los pasados meses, a principios de abril, recibí una llamada de una tal Patricia Pérez, de nuestro Consistorio, a la que no conocía, muy interesada en una entrevista para la Revista que, como cada año, se iba a publicar con motivo de la celebración en mayo de Ronda Romántica. Poco amigo soy, de entrevistas y afines, pero tanto como porque no me gusta dar rotundas negativas a nadie, como porque, con mis libros al respecto, más de uno y más de tres, algo he tenido que ver en todo lo que se relaciona con el nacimiento de esa celebración, accedí.
         Bueno, y ahí comienza por mi parte, en sucesivos meses, con la revista en la calle, mis inútiles peripecias por conseguir un ejemplar; pues claro, eso de que te inviten a cualquier acto, aunque poco amigos soy tampoco de ellos, y a pesar de mi nombramiento como Hijo Predilecto, Premio del Turismo y alguna distinción más que ahora no recuerdo, suena a pura quimera, Aducía la dicha Patricia que el entregarme la revista era asunto de la concejala a cargo, María José Sánchez, que la había dejado ya en manos de los "notificadores" (vaya palabreja), para que las repartieran.  Y muy últimamente, visto que no llegan esos individuos a mi casa, y tras mucho llorar me consuela diciendo la tal Patricia, que está de vacaciones pero que cuando vuelva, el pasado 16 de este mes, al parecer, me la proporcionará ella en persona. Esperando estoy, aún, que tenga lugar 
          Y para no cansar más, un acto más de esta interminable persecución de lo que parece ser el vellocino de oro de las revistas, tiene lugar cuando contactando con un amigo, concejal del Municipio, por otro asunto, le comento el asunto y se ofrece, generosamente, en dejarme un ejemplar en el restaurante familiar. Ni que decir tiene, que esta mañana, a la búsqueda de ese "tesoro", haciendo acto de presencia en el dicho establecimiento, nadie, tras mucho esperar, tenía idea de tal publicación. ¡Y dispensen ustedes por esta murga, que no es de carnaval, pero lo parece!


lunes, 16 de julio de 2018

          DE AMBULATORIOS Y MALES DESCOMUNALES Y PEQUEÑOS

        Suelen ser los ambulatorios, como tantos otros escenarios de este variopinto mundo de hoy en día, además de multitud de otras cosas (y para no pocos, orillas tumultuosas de las lagunas estigias de los hospitales), escuelas de aprendizaje, fuentes de conocimiento extraños, de disciplinas que no se dan en otros lados, a no ser los que por su profesión necesario les es abrazarlas y domarlas. Pero para los más, entre los que me encuentro, adquirir, sin esperarlo ni pedirlo fracciones de esos conocimientos, es enterarse de la existencia de males del cuerpo y del alma poco conocidos y a veces totalmente desconocidos, para los que, más o menos, afortunadamente solo padecemos ciertos achaques, o eso creemos, de poca gravedad. Que solo demos vueltas y exageradamente nos preocupemos de nuestros alifafes, no produce más que vergüenza y culpa al enterarnos por boca de las que las sufren o por su aspecto exterior, todo un libro abierto, de esos terribles males para los que no existen aún remedio posible. Con la última visión de la figura del doctor, desde el cuello hasta el pecho y bolsillos llenos de adminículos para detectar enfermedades y de plantas que intentan dar un poco de alegría a la habitación, pero que resulta ahogadas sin darle un respiro por multitud de cajas y envases de medicamentos, nos falta tiempo para a toda prisa buscar la calle y en ella respirar toda la aparente, pero sosegada vida que por ella se esparce.

jueves, 12 de julio de 2018

      SE ASIENTA EL ESTÍO

      Se asienta en sus atávicos reales el estío, ni más ni menos, como haciéndolo viene por estos lares, para no ser hiperbólicos, desde que uno tiene uso de razón, que ya ha cabalgado el tiempo desde entonces, casi una eternidad terrena, que así podríamos denominar, con suerte, a lo que llamamos nuestra vida, a su curso, a ese que tan admirablemente comparó Manrique con el del caudal de un río, pues a parar iremos a ese oscuro piélago desconocido, enigmático, que para unos es un edénico traslado a otra existencia, y para otros un final absoluto, el sueño sin más despertares que los ya tenidos y gozados, pues verdadero gozo es contemplar la llegada de un nuevo día.
      Si algo es de loar y envidiar en ese equilibrado paso de las estaciones, es el milagro de no morir nunca que, con tanta exactitud, una vez y la siguiente, llevan a cabo, pues siempre espera un purificado renacimiento, un vigoroso despertar a este mundanal paraíso, el único, por ahora, con todos sus pesares y fatigas, -y que no nos falte- que conocemos.

lunes, 2 de julio de 2018

         DESEOS, QUE NO REALIDADES, PARA LA ESTACIÓN

        Con la vista clavada en el almanaque, se evade una parte de nuestra vida, esperando que el paso huidizo de las horas, de las estaciones, de los meses nos traigan un innominado no sé qué de lo que nos parece carecemos, o porque no nos basta lo que de ello disponemos; la otra parte, quejándonos amarga y reiteradamente de lo que entendemos es una situación, la nuestra, harto injusta para nuestros méritos, con creces mejores de los de otros que andan en el mundo entre risas y sábanas de caras texturas.
     No es enero, cuando se avanzan inútiles deseos para que nos lo conceda, siendo misericordioso, el año, sino que asentados estamos ya en el zaguán de este julio de cesares conquistadores, que, también, a su manera, al mando de unos ardientes meses nos va a imponer su justiciero reinado. Es por eso, que nos gustaría, un poco a destiempo, con particular capricho, pedir para ese ardoroso periplo que nos espera, por si alguien, dios, invisible espíritu o algo más allá de nuestra pobre comprensión nos escucha: en beneficio propio,  menos ardor en la atmósfera, perenne compañera y de taimados designios a veces; luego, no ansiar mas que el no perder lo que ya tenemos, ni el aprecio de los que ya en algo nos consideran, ni el amor de los nuestros, ni tampoco, como dorado colofón que todo lo anima, el sueño de soñar la existencia, pero viviéndola, amando lo mucho que tiene que amar. Y no sé si es demasiado pedir.