martes, 7 de marzo de 2017

     A RECORDARNOS VINO EL MES

      A recordarnos vino el otro día de viento y lluvia, que era marzo, junto con su hermano abril, mes de temporales, y que al ceder el frío deja un portillo hasta entonces cerrado por el que se adentran con todo vigor otros elementos, si no desaparecidos sí al menos en calmada espera. Y era tanto, sin faltar un año, época de aguaceros el mes, que presumía de ser el recomendado, pese a su inhospitalidad, por las guías de viajes extranjeras para visitar nuestra ciudad, porque era el momento idóneo para contemplar las aguas del Guadalevín, transformado en gigante, despeñándose, saltando espumoso y bramando, por el ojo del Puente. Los tiempos han mudado incluso en esa actividad de hundirse los cielos bajo el peso de las aguas que soportan las nubes y una parte mínima son las que desparraman ahora; pero sigue quitando el aliento esa catarata que nunca acaba de caer, ni su impoluta blancura de poner una orla más de belleza al cuento de hadas que es el Puente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario