miércoles, 25 de septiembre de 2013

UNA PAZ SIN FISURAS



     Estos días sin máculas del otoño, poseen algo de culminación, de doctorado cum laudem del tiempo, como si siglos de laboriosos estudios buscando la perfección se tradujeran en una paz con nulas fisuras, en acariciadoras auras, en una luz trémula, tibia, para no herir, para no ahuyentar los sueños.

        Y dentro de ese edénico transcurrir manso de las horas, la ciudad, pequeña, milenaria, rocosa y montaraz en sus horizontes, pero acogedora, ajena a los males futuros que pudieran sobrevenirle, es una enorme crisálida en pleno florecimiento, en que toda esperanza por llegar cabe. Horadando el halo de quietud, de pasmosa serenidad, la ruda escoba de un barrendero amontonando las primeras hojas sin vida de la estación, irrumpe como el bramido de un torrente salvando cascadas: tanta y tan sin concesiones a vanos alborotos, tan silenciosa y absorbente es la atmosfera, Zaide, que ahora nos rodea.  


No hay comentarios:

Publicar un comentario