lunes, 21 de febrero de 2011

DE LAS MONTAÑAS SERRANAS NOS LLEGARON.

    De las montañas serranas y de sus escabrosas cimas  bajan en estos días crudos, remolones, con intención de quedarse, aguaceros, vientos o esa brisa helada que nos muerde el rostro. Es el invierno y hace bien con cumplir con sus obligaciones, porque, por muy molesta que sea su presencia, de su actitud dependerá, la estabilidad, mesura y buen funcionamiento de las estaciones que le siguen. El fragante verdor de la primavera, la vastedad del verano o el sosiego adormecedor del otoño. 
   De las sierras y de sus alturas más mareantes, también llegaron a Ronda, sin hacer ruido, algunos ejemplares de pinsapos, sus semillas queremos decir. Fue un traslado que entrañaba sus dudas, ya que el frío y la altura de su habitat natural duplicaban a los que iba a hallar en nuestra ciudad. Su respuesta y generosidad para adaptarse, sin embargo, ha sido meritoria. Aunque es más el interés por los rondeños que se asienten en sus jardines privados que contemplarlos en los de dominio público, así y todo los contados que crecen en algunas de nuestras plazas y rincones dejan mostrar el extraño encanto que desprenden su ramas, tallos, frutos y toda su geométrica estructura de árbol raro, distinto.
   Sobre todo ahora, en estos días invernales, se diría que es cuando andan avizores para captar,  empaparse de toda la gélida atmósfera, que les envían nubes, simas y deslizantes laderas, procedentes de un terreno que pueblan sus arbóreos congéneres. Seguramente, de este cauteloso aprovisionamiento, batido por una jauría de elementos adversos,  dependerá su fortaleza para seguir erguidos y verdes todo el año. Y que nosotros los veamos...
                                                                       

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