viernes, 28 de marzo de 2014

IRISADA HERMOSURA LA DE LA MAÑANA



     Estas mañanas de incipiente primavera son una inescrutable caja de Pandora que, en su proceso de afirmación, todo alberga, todo cabe, y, quizás, en eso radique su mayor virtud, porque no hay inhibiciones profundas, ni monotonías que largo perduren, y sí, un despliegue excelso de cambiantes cielos, volatineras nubes, alocadas brisas y una como constante búsqueda de identidad de lo que ha de constituir la esencia de la estación.
   En ese escenario inaudito mientras nos quede algo de sensibilidad, la mañana nos dona con delectación de quien conoce el alcance insuperable de su propia belleza, incrustado en un hondón de impenetrables negruras, la asombrosa redondez de un arco que es dueño y señor del espacio




apoderándose del horizonte y de nuestro ánimo, más que nunca falto de palabras, de versos que
fluyan imaginativos, que mínimamente hagan justicia a tanto esplendor, a tan cromática e irisada hermosura.

miércoles, 26 de marzo de 2014

ARROPES Y DESNUDECES DE LA CIUDAD




     Nadie diría, aunque así es, que a  la ciudad la arropan amorosamente gélidas y montaraces brisas al igual que malhadados turbiones. La desnudan, en cambio, impertérritos solanos con sus obcecados ardores, y la aturden y maltratan, sobre todo, cuando estos de imprevisto acuden, la avidez insaciable de centenares de visitantes que, al socaire de la bonanza de una atmósfera inesperada, merodean como prietas hormigas en busca de alimento que guardar, por los lugares más insólitos, con una celeridad digna de mejor causa y la sana intención, que no es sin duda la mejor, de deglutir en forzadas marchas gregarias todo tipo de monumento, de paisaje, de imagen, de museo, de templo, o edificio de relieve que se le ofrezca en su campo de visión, en una apresurada digestión que más pronto que después acaba en indigestión.
      Desde aquellos extranjeros románticos que dieron lustre y donaire a los viajes, estos radicalmente han transformado su ritmo y secuencia hasta darles un vuelco los años tan notable como banal. Y si aquellos viajeros de pasadas centurias se mataban escalando senderos de cabras, destrozándose el cuerpo en el camino para disfrutar con el espíritu de unos días de reparadora e instructiva estancia en la ciudad pretendida, hoy para el turista lo que le impone el moderno viaje, es un descansado trayecto hasta llegar, en placenteros aviones o autobuses, a su destino y una titánica e insoportable agitación para contemplar, en un cartesiano y vertiginoso horario, cuanto le indican los que lo dirigen, lo que  es necesario ver, que casi nunca es lo que deberían ver, lo que de hermoso y diferente tiene la ciudad con respecto a otras.     
   

domingo, 23 de marzo de 2014

QUE NUNCA TE COMA LA PRISA



     Que nunca, Zaide,  en tu afán de llegar cuanto antes a la cumbre de tus aspiraciones, te dejes devorar por la prisa. No quieras asemejarte a Abaris, a quien Apolo, por ser el animoso cantor de sus viajes, lo distinguió con atributos tan asombrosos como el ser dueño de una flecha de oro con la cual atravesaba raudo los aires. Contados dones reciben hoy, que los tiempos son escasamente mitológicos, los trovadores de ajenas hazañas, si es que hay algunas heroicas o ejemplares que narrar, y aún menos la premura y ambición de ser primero conducen al paraíso soñado. No cejes en tu empeño si algún honesto fin de prosperar y de ser mejor te guía; pero más afín con tu naturaleza y con  lo que somos te sentirás acompasando la existencia al pausado ritmo que ésta sabiamente te marca; no serás más por llegar antes, y seguro que en el áspero camino te habrás dejado sin gozarla una parte preciosa, irrecuperable ya, de tu vida.




jueves, 20 de marzo de 2014

MUSAS Y GRACIAS NOS ESPERAN



     Con una atmósfera que gusta con harta frecuencia de dar un rotundo mentís a lo que se espera de ella y a lo que le exigen los días en que se halla, no podemos más que admirarnos que, por muy consuetudinario que sea, por esta vez, la venida de la estación acaezca sin ningún tipo de histrionismo, muy consecuente con su lírica prosapia y cromático ropaje: todo esplendor, todo un puro gozo para los sentidos y sin que constituya un riesgo para la salud dedicar un rato a degustar las delicias, visuales y contemplativas sobre todo, esparcidas por una diosa que, al contrario que otras, siempre agraviadas, siempre en continuas reyertas, sólo muestra dulzuras, promesas ciertas de cosechas en flor, de nemorosas auras y de asumir el papel de grácil pregonera mayor, avisando que el tiempo, las horas, tan esquivas antes, mudan de semblante. Con todo lo dicho, no extraña nada que musas y gracias no pretendan otro refugio que éste, el de toda la vida, tan amable y risueño.


martes, 18 de marzo de 2014

CALLADA SABIDURÍA



     Delante de uno más zafio e ignorante, no te pavonees y vanaglories de tus conocimientos. No es humano ni justo. Considera, Zaide, que por mucho que sepas, siempre habrá alguien que supere tu sapiencia, y que tu posición entonces, podría ser la misma de desconcierto y desvalida en que ahora con tu manifiesta soberbia,  un inferior, se halla. 
     La sabiduría, por muchas horas en vela que hayas dedicado a adquirirla, es tan tuya como de los cielos que te proporcionaron medios y facultades para obtenerla. No es algo de que presumir, sino muy en tu interior. Empléala calladamente y sin alardes que a nada llevan. No es más fecunda el agua que arrastra el río porque más sonoramente corra, y si se desborda en su intento de abandonar el señalado cauce, sólo daño causará. Por profusos, ricos y raros que sean tus conocimientos, más alabado serás si a ellos le acompaña una recatada modestia.

jueves, 13 de marzo de 2014

VIENTOS DEL ESTE



     A vacíos tan tremendos y angustiosos como los que dan dramatismo e incasable hondura a nuestro precipicio, no se le podía aplicar en otros tiempos con propiedad, Zaide,  ese sustantivo, porque en muy contadas ocasiones era eso: puro oquedal, sin más esencia que ese despeñarse en una nada de luz, de brillo y caída vertiginosa que, con estupor, seguía la mirada buscando un apoyo que sólo un largo rato después encontraba en un remoto y apaciguador suelo.
     Y no era vacío porque a éste lo hacía añicos el sosegado vuelo de águilas y buitres y, en una mayor abundancia, las fulgurantes idas y venidas de los grajos, negros dardos de roja punta, hendiendo una superficie que se había constituido en su retiro y morada.
       A esta población alígera, de incansable peregrinaje por tan insólitos espacios, la mató el falaz progreso de los tiempos, y, en ellos, la aviesa mano del más implacable verdugo de la naturaleza: el hombre. Hoy, si se quiere verlos practicando una actividad que era entonces cotidiana, hay que esperar pacientes a que aparezcan los dislocados vientos del este, sacando a todo bicho viviente, con  furioso bregar, de sus casillas. También a los grajos, a los escasos grupos que sobreviven. Acuden de la cercana, pero abrupta sierra, donde hayan más seguro refugio, si es que alguno les queda, y quizás porque el pinchazo alterador del levante aviva en ellos viejos ejercicios de raza y recuerdos de antaño, reanudan como si los años fueran los mismos y no otros muy distintos, viejas manías y a nosotros el placer de contemplarlos una y otra vez atravesando el arco mayor del Puente con afán de descubridor, de conquistador sin grandes lides,  amalgamando sombras y luces, vacíos y pétreas masas rocosas. Cuando se aplaca el viento, despavoridos huyen y todo queda como un sueño en el que han andado  anudando cabos sueltos, urdiendo verdades y mentiras, el ayer y el hoy. 

martes, 11 de marzo de 2014

EMPRENDE TU CAMINO



     No te dejes guiar, y aún menos utilices en tu provecho, más que en casos muy excepcionales, Zaides, por usos muy recientes a los que la necedad de unos pocos, y la ociosidad y falta de dignidad de muchos, han puesto de penosa actualidad. Vivir tanto del caudal como de la fama ajena, aunque pertenezca a la ascendencia familiar, para medrar sin medida y sin intenciones de hacer otra cosa en este mundo, no aumentará tu prestigio y ensombrecerá el de tus mayores. Pondera, enorgullécete y difunde cuanto quieras los hechos que contribuyeron al buen nombre de los tuyos; justo y noble es, pero no pretendas envolverte en ellos para eternamente ser la falaz cara de otro que, por eso, nunca podrás ser tú. Sin grandes alardes, añadirás fama y verdadera prosapia, la única, la del buen obrar, a lo heredado, si sigues tu camino, en todos los órdenes, no el que de otro fue y a otro pertenece.

     

domingo, 9 de marzo de 2014

TEJER Y DESTEJER DEL TIEMPO EN EL URBANISMO DE LA CIUDAD.



     Ese punto de unión determinante que no llegó a plasmar la firme aparición de la burguesía, sirviendo de enlace entre la clase alta aristocrática y las de menos fortuna, -media con apuros y, sobre todo, rotunda baja- sí que puede decirse que casi fue una realidad conseguida en el urbanismo, con elementos que fueron imprescindibles en todo tipo de viviendas, pertenecieran al grupo social que fuera; pero si uno entre aquéllos hemos de buscar que englobara al urbanismo de nuestra ciudad, Zaide, que fuera el santo y seña de ella,  armonizándolo y al mismo tiempo embelleciéndolo,  ese fue el de las ventanas; pero a una muy peculiar, al llamado por aquí cierro, a la que acabó sirviéndose de  un apoyo, tras un primer vuelo de despliegue en las alturas, hasta dar con suelo firme; a la que desplazada de su posición clásica de incrustada en los muros, buscaba un poco de libertad en la calle, a la que encuentra, y a su pie, sin dejar el refugio hogareño, actúa de foco de atención para ambas, calzada y casa, con una vigilancia que para más seguridad se desdobla en dos, a sendos lados de la fachada.
      El cierro, incluso en las clases altas,  siempre se aferró a lo que la ventana tiene por aquí de origen árabe para meter en avalancha en su prieto seno todo lo que el sustantivo indica de impenetrabilidad, de hermetismo, de cerrazón a prueba de invasión ocular: herrajes, vidrios, madera, postigos y visillos, embarazando la mirada del caminante para que no penetrara en su interior, mucho más cuanto que en pasadas centurias lo más preciado que guardaba la casa era la mujer, añadiendo más arcano al misterio que es en sí ella misma. Curioso que, con tantos y tan meditados obstáculos, el cierro se trocara en el lugar de encuentro de escenas de amor, cándidas o turbias, apasionadas o aceptadas por los dueños. Todo apunta a que menos complejas y estudiadas, con menos pretensiones en lo que a linajes, fortuna y sangre se refiere, serían las que tendrían lugar en estos inefables cierros de las clases menesterosas y obreras, asilo de enamorados, un canto tácito al amor, al albor de la cal y a la maleabilidad del hierro en manos artesanas, a unos años sin vuelta atrás, a lo que de sencillo y hermoso nos dejó el continuo tejer y destejer del tiempo...

 

viernes, 7 de marzo de 2014

CUANDO EXISTÍAN DOS CIUDADES EN UNA



     En una ciudad peculiar, Zaide, como es la que nos cobija, con tamaños despeñaderos fragmentando la meseta a la que se abraza para mantenerse con un cierto aire de respetabilidad, con tantas cuestas y riscos, hubo un tiempo en que fueron dos y no una como hoy, y no sólo por situarse por orientación de  toponimia a un extremo y a otro del abismo, que eso más que diferenciarlas las unía, sino que cuando hubo lugar a la búsqueda de una expansión sin merma de su integridad, se produjo la escisión pero en otro sentido que en el geográfico: en el del grupo de moradores que ocupaban el conjunto de unas y otras viviendas.
        En las prístinas, las de más sabor, alcurnia y prestancia, las de más antigüedad e historia, que nunca habían llegado a perder su condición aristocrática, gobernaban con sabor feudal la pequeña nobleza aquí establecida, que persistió durante años aureolados con el aire conquistador de sus antepasados, cuando ya no había nada que conquistar y sí mucho que ceder en beneficio de una menor desigualdad social, que nunca sino por circunstancias imprevistas, y no por convencimiento llegaría a producirse.
           En las que alejadas del suelo que atiborraban escudos heráldicos y filigranas en las  fachadas de piedras, empezaron, humildes, a elevarse al otro lindero, en el otro extremo del precipicio, no hay que decir, la habitaron gente de la misma condición modesta que el de las viviendas: artesanos, arrieros, y tenderos con pocas pretensiones de ascenso social que no fueran la de ganarse la vida. Metafóricamente, la construcción del puente, más tarde,  soberbio y mediador, pudo servir desde el principio para además de salvar pétreos obstáculos e ingentes vacíos, acercar estamentos, clases sociales; pero no fue así, aunque de ello se encargaría derribando unas fortunas y encumbrando otras, el paso conciliador de los siglos.

miércoles, 5 de marzo de 2014

FURTIVAS LÁGRIMAS DE LOS MÁS.



     Mientras las últimas, furtivas lágrimas se agolpan a tus ojos, lanzas al aire tu lamento porque recibiste ingratitud y atroces azotes para el alma de quien no lo esperabas. Muy necio, Zaide, has de ser para no haber penetrado aún en la cruda realidad de este mundo y en el atroz significado de la permanente lid que constituye nuestra existencia, zarandeada sin piedad en el sombrío erial en el que se libra la batalla,  donde ni siquiera son los más fuertes los que triunfan, a no ser que a la crueldad, la impiedad, al menosprecio, a las patrañas, al timo y al poder sin entrañas se le conozca ahora como fortaleza o bien obrar. Miembro eres de esa comunidad con la que desde que naciste convives, y tendrás, ya que el apartarte es difícil, usar tanto como puedas, sin desánimos que te ahoguen, tanto de tu ingenio cuan de tu bondad: el uno para vadear con ciertas garantías de éxito los descomunales obstáculos y las injusticias que cierran el paso a tu dignidad; la otra para tender magnánimo una mano a los que desorientados o hambrientos preguntan, sin que nadie los atienda, sobre su desigualdad con los más y la sin razón de su penoso vivir.


       

    

lunes, 3 de marzo de 2014

QUE LA LLAMA NO TE ABRASE EN DEMASÍA.



     Si es como me dices, Zaide, que la llama del amor ha prendido en tí con pocas intenciones de abandonarte, procura, más que nada, que su lumbre no sea tan ardiente que te abrase en demasía; ni que desfallezcas a su conjuro tan presurosamente, con la gran ansia de amar y ser amado, que ciegue su resplandor tus sentidos, embarazando y trastornando tu mente hasta el punto de que no  aciertes a discernir lo que de más valor anida en la persona que amas.
    No sea que lo que crees oro  resulte al final oropel, cuida de no dejarte seducir sólo por el brillo, a la larga más que fugitivo, de bellezas y aposturas que engañosas te atraen, por muy deslumbrantes que parezcan. Busca con idéntico afán, incluso mayor, en las estancias recoletas de su alma, otras de menor ostentación, porque eso es parte de su valor, pero que bien visibles están con nada que  fijes tu atención. El buen corazón, la modestia o la cordialidad, si las tiene la persona a quien pretendes, esas sí que son prendas de gran valor y las únicas que, al contrario que las otras, nunca llegan a  fenecer. Si además de eso, el conjunto de aquellas exteriores y de estas últimas, más ocultas, adornan a la persona amada, podrás sentirte el mortal más afortunado de la tierra; pero cuenta y ten por seguro, que jamás lo serás si las virtudes de las que carece son las más necesarias: las del alma. Acertarás de pleno si es allí donde miras primero.

      

sábado, 1 de marzo de 2014

UFANO MARZO



      Arriba marzo a sus familiares lares de siempre, no tan callando como quisiéramos, más bien ufano y pretensioso de la corte de los milagros que trae consigo, voceando no un prodigio sino varios de los que le han dado prestigio y bizarría entre todos sus congéneres. Por lo pronto, hace valer antes de nada su largura, más de resaltar por lucirla entre dos meses, el que le precede y el que le sigue, que se quedan cortos y sin fuelle al no poder cubrir toda su andadura. Luego, su origen cuasi divino,  más de temer procediendo en línea recta de un dios tan belicoso como es Martes,  nunca  de despreciar porque para medrar con fortuna en cualquier estado y lugar, necesario es contar con padrinos de altura y poder.
    No menor orgullo supone el dar cabida nada menos que a dos estaciones, librándonos de paso, de  la más temida y cruda que a regulares zancadas se aleja. Pero si tuviéramos que distinguirlo con una cualidad única, mejor que ninguna, sería la que le ata a celestes predios, equilibrando polos, hemisferios, días y noches, hasta hacerlos a ambos tan parejos, en cierto momento de su transcurrir, que, prescindiendo de las luces y las sombras que a cada uno los caracteriza,  gemelos se dirían. Maravilla  la sublime máquina del universo y aquí está este marzo de nuevo para pregonarlo, por si se nos había olvidado. Demos la bienvenida al pregonero de tantos pasmos, entre otras razones porque estamos vivos y podemos presenciar, también nosotros, un año más, una estación más, el sugestivo e imperecedero orden, que si no entre los humanos, en otro sentido reina.