miércoles, 5 de marzo de 2014

FURTIVAS LÁGRIMAS DE LOS MÁS.



     Mientras las últimas, furtivas lágrimas se agolpan a tus ojos, lanzas al aire tu lamento porque recibiste ingratitud y atroces azotes para el alma de quien no lo esperabas. Muy necio, Zaide, has de ser para no haber penetrado aún en la cruda realidad de este mundo y en el atroz significado de la permanente lid que constituye nuestra existencia, zarandeada sin piedad en el sombrío erial en el que se libra la batalla,  donde ni siquiera son los más fuertes los que triunfan, a no ser que a la crueldad, la impiedad, al menosprecio, a las patrañas, al timo y al poder sin entrañas se le conozca ahora como fortaleza o bien obrar. Miembro eres de esa comunidad con la que desde que naciste convives, y tendrás, ya que el apartarte es difícil, usar tanto como puedas, sin desánimos que te ahoguen, tanto de tu ingenio cuan de tu bondad: el uno para vadear con ciertas garantías de éxito los descomunales obstáculos y las injusticias que cierran el paso a tu dignidad; la otra para tender magnánimo una mano a los que desorientados o hambrientos preguntan, sin que nadie los atienda, sobre su desigualdad con los más y la sin razón de su penoso vivir.


       

    

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