jueves, 20 de marzo de 2014

MUSAS Y GRACIAS NOS ESPERAN



     Con una atmósfera que gusta con harta frecuencia de dar un rotundo mentís a lo que se espera de ella y a lo que le exigen los días en que se halla, no podemos más que admirarnos que, por muy consuetudinario que sea, por esta vez, la venida de la estación acaezca sin ningún tipo de histrionismo, muy consecuente con su lírica prosapia y cromático ropaje: todo esplendor, todo un puro gozo para los sentidos y sin que constituya un riesgo para la salud dedicar un rato a degustar las delicias, visuales y contemplativas sobre todo, esparcidas por una diosa que, al contrario que otras, siempre agraviadas, siempre en continuas reyertas, sólo muestra dulzuras, promesas ciertas de cosechas en flor, de nemorosas auras y de asumir el papel de grácil pregonera mayor, avisando que el tiempo, las horas, tan esquivas antes, mudan de semblante. Con todo lo dicho, no extraña nada que musas y gracias no pretendan otro refugio que éste, el de toda la vida, tan amable y risueño.


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