jueves, 13 de febrero de 2014

CALLADO OBRAR, SIN PREGONES.



     Entiende, Zaide, que al amor le sobran  fanfarrias, glosas o pregones, ya que es un callado obrar el suyo, y no festeja la llegada o salida de una época, ni ningún suceso histórico del pasado, que se necesite rememorar para que el olvido no lo sepulte. El amor es, por el contrario, bien entendido, intimidad y refugio,  la continuidad sin paradas de un sentimiento que sería sandez encadenar a una fecha, porque las cubre y ocupa todas, o no será tal. Para ser cierto, hoguera familiar debería acunar,  flamígero calor que se proyectara de esposo a esposa, de hijo a padre, de hermana a hermano, de  abuelos a nietos, en su doble senda. Fuera del ámbito del hogar, de desear sería, además, para luminosa perfección, que esa llama nuestra alcanzara a otra clase de semejantes, menos agraciados en fortuna y familia. Si el amor es vida, no cuesta tanto prolongar algo, de alguna manera, la de los demás. 



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