sábado, 3 de agosto de 2013

ADVOCACIONES PARA UN BOCHORNOSO MES.



        A este mes que anda espabilando ardores y exudaciones, como para que nos demos cuenta de su arribo, cabe adorarlo bajo dos advocaciones, inherente la primera, la inicial, a su romana herencia de cesares ilustres; y la otra, más literaria, es la que invita ese adjetivo de augusto o venerado, que, en su caso, rumiando virtudes que le son propias, conducen a un reposo circunstancial en el trabajo habitual;  los que, desde luego, lo tienen, que ya no es maldición bíblica el tenerlo, sino el no tenerlo, porque gran desgracia es para muchos, que se prolongue su carencia, sin perspectivas de mudar en algo.
     La fogosa intensidad del calor es tal, que estos días no cejan en exprimirnos ideas y peso corporal. Lo comprueban también, gorriones y aves de mayor tamaño que pierden sus habituales miradores: cornisas, chimeneas, antenas o acanaladas y rojizas tejas, en las que no hace mucho hacían un alto en sus vuelos, pero de las que huyen ahora porque son infernales y diminutos hornos que calcinan sus débiles patas. Sólo con la llegada de las primeras sombras de la noche, con miles de precauciones y revuelos, recuperan algunas sus posadas de las alturas, tan alígeras como lo son  ellas.  

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