sábado, 23 de marzo de 2013

QUEBRANDO EL REPOSO




       Estos días de obcecada e interminable lluvia, quiebran el reposo y sagrado sueño de las noches con el mismo sigilo y presteza que los de mayo el último rocío de los campos. Desvelados, sin posibilidad de reposo ya, descubrimos cosas que en circunstancias habituales no percibiríamos, por ser perdidas y encumbradas, fuera de nuestros aletargados sentidos esas horas el común de las noches.  Con  desconocida intensidad y pureza nos aturde: el silencio, las sombras, la soledad, los crujidos de la madera, el temor a estar solo, a no saber qué hacer con un regalado tiempo de asueto que nos parece ilimitado.      
       Como estos despertares, no premeditados, van siendo una constante, sin cita fija, uno preferiría que, como en tiempos de grandes carestías, para tener una seguridad y gozar  de algo de él, se nos racionara el sueño. Llegaríamos provistos de nuestra cartilla de racionamiento, con nuestros sellos en orden, y haríamos colas los afectados ante una ventanilla de sueños, para que con total certeza se nos dijera: "le corresponden esta semana, este mes,  tres, cuatro, cinco horas de profundo y bendito sueño".  Tan felices que nos iríamos, aireando nuestra sonrisa, con la oficialidad y promesa del sueño, sin acordarnos de otras bendiciones: de las del silencio, las sombras, la soledad, y la paz infinita de todas ellas. 

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