sábado, 16 de marzo de 2013

EL PARTO DE LOS MONTES




    Cual parto de los montes se diría este año el de la dulce primavera, vecina más que nada sólo por las fechas del almanaque; pero casi una utopía por esta persistente humedad que cala los huesos, esta atmósfera parda y desapacible. A su tenor, el alumbramiento, a una semana vista, tendrá que madurar,  y nosotros olvidarnos de él, y de la obligada cita con un calendario avieso y traidor. Espiar es lo que queda, escudriñar a un gris horizonte y que un resquicio en él permita avizorar trinos y pétalos, auras blandas y algún alborozo en la naturaleza, para que al menos este último, ahora que de tantos carecemos, no nos deje. 

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