lunes, 20 de junio de 2011

VENDEDORES AL TELÉFONO

          La venida de la próxima estación, el verano, la vocean muchos de sus madrugadores heraldos, aunque habría que convenir que, si prescindimos de su  oficial nacimiento, -dentro de unas jornadas-, lleva ya  semanas campando a sus anchas, instalado en su tórrido trono, ajeno a calendarios y al curso de los planetas, que es el que fija su reinado. 
          Otros mensajeros de distinto signo, que nunca paran, sin aparente relación con el estío, parecen cobrar nuevas energías con el calor y buscar con saña nuestros hogares, inmunes a desplantes y negativas cotidianas, inmersos sólo, dentro una feroz competencia comercial, a sacar a flote su compañía; pero que a nosotros, los simples usuarios de una de ellas, nos amargan la existencia.
          Lo malo no es que los vendedores de las ofertas y ventajas de cientos de compañías hayan tomado por asalto nuestra casa (nunca más nuestro castillo), sino que escojan el momento sagrado en que almorzamos en familia o el plácido, posterior, en que te dejas conducir por el sopor de la calcinada atmósfera para echar una larga cabezada, para poner en acción el timbrazo feroz de nuestro teléfono y con melosa voz y muchos dones y señor, lanzarte su "irrechazable" oferta.
         A nosotros, (y a todos, intuyo, porque espero no ser el único) nos llevan todos los demonios, para un moderno mal que debe tener poco o ningún remedio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario