miércoles, 22 de junio de 2011

LA PERFECCIÓN Y MISTERIO DEL UNIVERSO QUE NOS RODEA

         Dejamos pasar el día de ayer sin dar entrada a un comentario. Lo que, mirado desde un punto de vista práctico, parece una necedad, cuando fue el  más largo del año: quince horas y tres minutos de luz solar, nada más y nada menos; solsticio de verano y todo eso, con el sol, el mandamás de la tierra, y por lo tanto también el nuestro, un grado más en el orden jerárquico planetario, encaramado en lo más alto del hemisferio norte, por el que nos movemos.
           Una inmejorable ocasión, pues, para hacer cosas, aunque sólo fuera, en el peor de los casos, para rendir pleitesía, como antaño nuestros antepasados, reunidos en común contemplación,   a quien desde hace millones de años no nos viene fallando.  Y también motivo excelente de celebración, porque  igualmente a nosotros se nos dio la oportunidad, con actividad o sin ella, de exclamar: ¡seguimos en pie un año más, para meditar sobre la perfección y misterio del universo que nos rodea, cobija,  y a él nos ata! ¡Ojalá que indefinidamente!    

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