miércoles, 1 de junio de 2011

JUNIO Y SUS NUBES

                                                                          
          Se agostaron las flores iniciales de la primavera,  las más incipientes y las menos, rendidas ante el empuje de una atmósfera tan cálida que ya anuncia en sus ondas el definitivo portazo a cualquier atisbo de inclemencia de los cielos. Y es que no sólo estos sino, igualmente, los calendarios nos dicen que junio ha echado a andar.
          Si algo tiene este mes que lo hace algo diferente a los demás, aparte de la subida de los termómetros, son las nubes, de senos tormentosos a veces, otras de blancura difícil de hallar, cambiantes, peregrinas, altaneras, que más que cubrir los cielos los atosigan con sus formas fantásticas, de inusual geometría. Un espectáculo que es más de admirar con esa retaguardia de picos y ondulaciones montañosas que nos cercan y que hieráticos no se dejan intimidar por el artificio de que hace gala ese desmembrado ejército de nubes, nubecillas y nubezotas.
                                                 

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