martes, 7 de junio de 2011

EL INCANDESCENTE SUEÑO AMERICANO

                                                                          
          El sueño americano, no sólo ha sido el de muchos de los naturales de los países fronterizos con Estados Unidos de entrar como sea en su suelo para ganar lo que no tienen en su tierra, o al menos vivir. También, desde las ayudas en tiempo de Franco de la leche en polvo y demás, fue el de numerosas regiones españoles y que,  en cierto modo, no ha dejado de influir en generaciones posteriores. América, la poderosa nación, ama del mundo, era el no va más en poder y riquezas, que, se suponía, distribuía a manos llena sin obtener nada a cambio. No más de un desengaño nos hemos llevado por esa idea que nos parecía del todo altruista y realizable.
          Algo ha cambiado con el paso de los años por aquí. Puede que porque ya no somos tan pobres y soñamos menos con paraísos que no se mantienen en pie. Pero un poco permanece. La presentación en uno de los hermosos pueblos de la Serranía, en Júzcar, de una película producida por la multinacional americana Sony, ha levantado tantas expectativas entre sus habitantes, como para obligarles a cambiar el color blanco, aquietado y tradicional, de sus casas por un azul improvisado a toda marcha. Una condición impuesta por la productora y que se piensa va a llenar, en un futuro ideal, de turistas y de paso de dinero al pueblo. Y lo peor del caso,  para los que la acción vemos con un poco del pragmatismo que conceden los años, es que se discute si mantener ya para siempre ese color añil, descartando el purísimo blanco de toda la vida. Un adiós que sería de lo más triste para una compensación que vemos pobre e incierta, y, más que nada, flor de un día.  

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