jueves, 29 de octubre de 2015

LLEGÓ EL ROCÍO


     Ya con el rocío otoñal salpicando de menudas perlas los amaneceres, volaron mortecinas al gran archivo del tiempo las últimas hojas del libro que escribió octubre. No ocurre lo mismo, sin embargo, con las perteneciente a los árboles, que pierden todavía muy pausadamente su innato verdor y fronda. Diríamos, que existe un claro temor en los de perecederas hojas a encarar una desnudez que está a la vuelta de la esquina,  absoluta e inevitable, en el revoltijo de sus ramas. Seguro que no es pudor, a un acto y transformación natural, sino lástima a una despedida de parte de su naturaleza que durará meses, y en la que tendrá que hacer frente sin protección alguna con estoicismo a la fuerza y embates del invierno.

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