domingo, 4 de octubre de 2015

BIENVENIDO SEA USTED, SEÑOR OTOÑO


     Al escondite juega el otoño. Ahora estoy, ahora no, ahora salgo, ya me evado: amaneceres algo afilados, que no traspasan prendas, pero que un poquitín se hacen notar sin apenas molestar; mañanas que progresan en soles que se dirían son de otras estaciones que ya nos dejaron, mas que ahí están, tal si fuera el verano el que nos acuna, con parecida desmesura a como antes, un par de meses atrás, lo hiciera.
      Y no es que el otoño, como un humano más, haya perdido sus papeles, porque muy de su filosofía es albergar veranillos, invernillos, aventadas primaveras, y lo que haga falta, en una constante mudanza que, no sabemos si a los demás, pero que a nosotros nos encanta, porque no hay lugar a cansarse y  todos los días se contemplan cosas nuevas, o que, al menos, a nosotros nos lo parecen. Por nuestra parte, pues, ¡Bienvenido sea usted, señor otoño, el de las miles de caras, colores y vestiduras!

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