jueves, 30 de julio de 2015

POR LAS CRESTAS DEL ESTÍO


     Por las estelares cumbres de un estío de tenaces hogueras y próvidas luminarias, apabullados caminamos. Arrasó su hermano mayor, julio, con todo lo que a su devastador paso hallaba, para tornar  verdor en páramo y amable fronda en estéril pedregal.
     Desvanecido, arrinconado en la buhardilla del recuerdo, queda el fugitivo soplo de otros agosto de antaño, de doradas cosechas, redondas heredades, atronadoras trillas y paja en remolino al viento de la mañana, de frío al atardecer en los atezados rostros de meridionales campesinos. Todo ahora, nada más que un lejano ayer, con nula relación, a no ser la del nombre, con este y otros últimos agosto, una


 mota, con alguna luz todavía, tenuemente brillando en el archivo de nuestra cansada memoria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario