viernes, 10 de julio de 2015

QUE TE ARROPE LA TERNURA


     Si quieres que un sentimiento te identifique, arrope y abandere, no te olvides, Zaide, de ejercitar tu espíritu para que sea tu dueña, y a la vez tu solícita fámula, la inefable ternura. Siempre alejada de cualquier ruidosa exaltación; de la que no manan desafueros y furores, sino enjambres de amores que fin no tienen; un desvivir por ser parte de otro ser; un desasosiego por remediar sus males, si los tuviera; de cuido y no descuido, de guardarlo de sus años, que en balde no pasan, de sus temores y asechanzas. Con otros ojos te harán mirar la ternura a los más cercanos:


a tu mujer, a tus hijos, a tus padres aunque ya se fueron, si con ese sentimiento lo contemplaste cuando vivos. Es un paso de nada, además, para ver a los que no son nada tuyo, como si lo fueran, con idéntica mirada.

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