lunes, 14 de septiembre de 2015

TODO RETORNA.



      Han vuelto los días grises, porque todo retorna en la naturaleza salvo nosotros, los días grises sin paliativos, esos en los que se diría no hubiera más universos, ni más cielos, ya que desaparecidos, es como si no hubieran existido nunca. Hay a quienes esta atmósfera les resulta altamente opresiva, tal como si se fueran estrechando y menguando los límites en los que nos desenvolvemos, provocándoles  nerviosas alteraciones.
      Como somos tan complejos y diversos los humanos, ninguno (no hace falta recordarlo), exactamente igual a otro, a mi estos días me obsesionan para bien; me seducen y aquietan el ánimo, siempre necesitado de adicionales dosis de ayuda para mantenerlo en óptimas condiciones. Flota por doquier una irrealidad que hace más palpable la belleza de la que nunca carece nuestro entorno. A ese sueño contribuyen las montañas, que han dejado a un lado su habitual consistencia para tornarse 


delicadas, sutiles, casi inaprensibles formas, por las que merodea en ocasiones apagadas luces que lamiendo sus cumbres las cubre de espolvoreada azúcar. Más cerca, en cambio, por donde andamos,  sí que ganan en viveza los árboles, talludos los más, mostrando el grosor de sus moteadas cortezas y el verde fuerte de la frondosidad de sus ramas. Más pura y con más vida, también, parecen los chorros de agua que borbotea sin parar una fuente. Es como si cada objeto, cada recodo, cada planta, sin renunciar a ese sueño a que le somete las nubes, el plomizo ambiente, mostrara todos sus encantos, lo mejor de ellos mismos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario