lunes, 21 de septiembre de 2015

POBRETERÍA QUE NO ES DOMÉSTICA



      El tiempo apacible, el que no hiere porque no es riguroso, como el que gozamos ahora, no solo atrae a nuestro suelo a un número abrumador de forasteros con ánimo de ver nuevas cosas y costumbres, sino también a una pobretería que no es doméstica.
      ¡Curiosa mendicidad la que practican! Casi similar, en su terreno, a la que practican los feriantes, con sus bártulos, puestos y cacharros de festejo en festejo, de pueblo en pueblo, buscando en qué ciudad, en qué lugar le será más provechoso extender su abierta mano, lanzar al aire su salmodia de penas, desmenuzar de pie, de rodillas o tumbado, su historia de miserias, verdadera o inventada.
        A estos que postulan una dádiva de forma tan nómada, tal como los gitanos de antaño, los imagina uno en autobuses baratos, porque los trenes ya dejaron de serlo, o en cuartos de pensiones familiares, echando sus cuentas, comiéndose el coco, consultando guías provinciales y estudiando como diestros antropólogos, la vida de las ciudades, en determinados días, en determinados períodos, meses o estaciones, inquiriéndose en cuál de ellas encajará mejor su vacía lata de conservas o de refresco para que, medianamente se llene.

No hay comentarios:

Publicar un comentario