miércoles, 26 de noviembre de 2014

DÍAS TRISTONES Y CAMPOS DE CASTAÑOS.


      Estos días tristones, grises, sin carácter, llevan en sí mimos los rasgos de melancolía que flotan en las despedidas, cuando somos conscientes de que algo, alguien querido, se marcha, quedándonos la duda de si, ya por ellos o bien por nosotros y por el azar en que todos nos movemos, los volveremos a ver. Esa atmósfera tenue, indecisa, desganada en que se mueve la estación, muestra un lírico escenario, onírico, casi de otros universos soñados en los campos de castaños: hieráticos sus troncos fornidos alzándose pardos en las pinas alturas y cuestas en las que desde hace siglos habitan; pero no en sus ramas y hojas, mecidas en un frondoso e indescriptible arco iris de rumores y colores. Suspenso queda el ánimo, que olvida adioses, -aunque éste sea uno de ellos- y desoladores pensamientos para aprehender cuanto más mejor de esta soberbia escena. 
     

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