jueves, 31 de mayo de 2012

UN TOQUE DE TRISTEZA PARA DESPEDIR A MAYO



          A los meses, como a las personas, también da un poco pena despedirlos. Son períodos con una cierta entidad a los que agarrarse y con un montón de horas a sus espaldas, en las que caben sucesos y acontecimientos de todo tipo. Aumenta esa desazón, el cariz tristón de este día que se ha olvidado del sol, al que oculta tras una tozuda capa de pegajosas y blanquecinas nubes. De lo que no se ha privado es de insistir en un tiempo que desde hace semanas es veraniego y que para más certeza de lo que impera, nos ha saludado, ahogándonos aún más, con un viento endemoniado de caldeadas fogaradas. Ha sido el último azote para la fragancia y deshoje de todas esas espléndidas flores con que llegó mayo este año, a los que ha dejado sin color y tersura, secándolas sin remisión. 
           La pena de la que hablábamos, la de las despedidas, siempre nos abruma con sus interrogaciones y la ilusión no sólo de lo que nos traerá el renacido junio que comienza mañana, sino asimismo,  -certeza harto razonable dada nuestra transitoriedad por la tierra-, de si estaremos por aquí, con parecida salud y ánimos,  cuando el próximo mayo, la próxima primavera llegue.  

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