miércoles, 9 de mayo de 2012

DESAFUEROS QUE MERECEN RESPUESTAS




          Este desgraciado país en el que nos ha tocado nacer y vivir, se mueve al compás de sobresaltos, y no hay día en que uno mayor que el precedente, que no era pequeño,  te quite el resuello y el sueño. Y si, como es el caso, se vive en una ciudad, que por muy diferente y alabada por foráneos que sea, los de arriba, los que mueven los hilos de toda la nación, la consideran el culo del mundo, para qué hablar. Aquí, desde siglos, se extraditaban a los grandes personajes que habían perdido el favor del rey o de los que mandaban, Escoiquiz, Carrión, Ridruejo, o Beigveder por mencionar algunos, de los de más nombre. Buena era Ronda para cárcel inmunda, entre paletos, salvajes y con un paisaje dantesco, el que se merecía el que aquí llegaba deportado.
          Puede que ahora no sigan llegando presos insignes,  tampoco estoy muy seguro; pero el trato para esta ciudad lejana de capitales y grandes urbes, más africana que española, para esta región de pueblos en trance de desaparición, no ha variado un ápice. Si de sobresaltos vive el país, pues, ni citar quiero con los que cada mañana amanecemos por aquí. El último, el traslado de nuestros juzgados a otra ciudad, más mimada por los políticos de influencia, ya que casi siempre en eso consiste el hacer política: en no mirar las necesidades de los pueblos, de las regiones más necesitada y llenar el cesto de prebendas para el suyo, aunque éste reviente de hartazgo.
              Esos gestos que propongo, seguramente no se ven  más que en novelas o en épicas crónicas del pasado, pero estudiarse debería por nuestros gobernantes locales una dimisión del ayuntamiento en pleno, no  como  mea culpa, sino como una protesta que llegue a la prensa, que es lo que duele. O cuando no, con  parecida repercusión,  declarar persona non grata, enemigo de Ronda, al ministro de justicia, al presidente del Gobierno o al que ha tenido la feliz idea de dejar a un montón de personas sin ingresos y a  bastantes más obligados a desplazarse a cada paso a un centenar de kilómetros, asumiendo unas molestias, unos gastos y unos dineros que no tienen. Son momentos en que no hay que alinearse a la izquierda, ni a la derecha, sean cuales sean nuestras ideas, mas junto a Ronda, la perenne agraviada de siempre.

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