viernes, 22 de abril de 2016

SE ENFURRUÑA EL TIEMPO


         Se enfurruña el tiempo, como un niño mal criado y poco dado a obedecer. Eso significa, aplicado a la atmósfera no un gesto de indisciplina y de funestas consecuencias, sino que, a su bendito aire, se emplea con poco orden y muestra evidente malhumor con frecuentes y aceleradas mudanzas, que algo perplejo sí que nos dejan porque arremolinadas y plomizas nubes amenazan con descargar toneladas de lluvia, y en nada de rato, hacia ignotos destinos se marchan estas, dejando su lugar a un deslumbrante sol más propio de otras avanzadas estaciones.
         Al trasiego de la naturaleza de un estado a otro, como soberbio espectáculo, poco hay que oponer, aunque la atención que levante entre los que pululan por la ciudad sea mínima. Por contra, los  intermitentes cambios se hacen sentir en nuestros pobres cuerpos, con malestares de huesos y destemplados nervios que, igualmente, acaban por ponernos de un humor de perros.
               

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