viernes, 11 de enero de 2013

UN TEMOR NOS EMBARGA




      Recobrando el sosiego tras el ajetreo de los pasados festivos y, con aquél, una rutina de paseos y aire libre que aunque breves, nos viene de perlas a los que ya nos van pesando los años, nos transmitía en fugaz encuentro esta mañana un amigo el temor que le embargaba ante la probable acometida de unas obras tan urgentes como necesarias. No es este amigo referido una persona que, como tantas, muera por la boca y pretenda arreglar el mundo en críticas, y no en acciones que a nada conducen. Muy al contrario, años lleva, en las sombras, como creo es preceptivo hacer las cosas, luchando por nuestra ciudad, y a él le cabe, junto a mi desaparecido hermano, y alguna otra dignísima excepción, la salvación de más de un monumento en trance ruinoso y el descubrimiento de otros a los que los una mezcla de desidia, ignorancia y miseria del tiempo, tenían en el más completo olvido.

      Ese temor, tremendo miedo diríamos, lo comparto en toda su extensión por la fiabilidad de las obras  que tendrán que realizarse en nuestro Puente Nuevo, pues de él se trata. Nada nuevo es proclamar, otra vez, que es nuestro monumento más emblemático; que es merecedor del mayor respeto y cuido, no ya porque a lo largo de centurias sea el receptor del cien por cien de las personas que  nos visitan, sino porque, dejando aparte su utilidad y soberbia arquitectura, el esfuerzo, caudales, años y desvelos que costó su alzamiento. bien valen los que ahora, con inmensa fortuna, lo tenemos  en usufructo y disfrute, suframos para, al menos, dejarlo como nos lo dejaron, los que nos precedieron.

     Valga por todo lo expresado el humilde ruego, para los que de presente gobiernan el destino de nuestra ciudad, de que un poco de ese temor se extienda a ellos, ya que de poner los cinco sentidos, y más si hubiere, se trata, para que esas obras que van a llevar a cabo tengan la dirección y calidad que precisan, las que corresponden a un monumento nacional y de universal nombre. Organismos por ellos, andaluces y nacionales, habrá a los que dirigirse, patalear, suplicar y llorar, si hiciera falta. Chapuzas en nuestro Puente, no, por favor. 




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