miércoles, 29 de agosto de 2012

RELOJ EN REBELDÍA.



     A este reloj de pared  que, con otros soles, más que dar las horas las vomitaba a toda prisa para desembarazarse un rato de ellas, lo ha acometido últimamente un desespero de lentitud.

     Exhausto de tanto someter su esfera a miradas que no duraban más que un segundo y de ser después un cero a la izquierda en el latido hogareño de la casa, se ha encerrado en sí mismo, como un gobernante prepotente, y ha enmudecido de golpe, sin avisar siquiera. A su altanero pregón de antaño, le faltan ahora oraciones sonoras y le sobran desánimos para volver a ser el que fue.

     Una pena de protesta la suya, inútil, que no le llevará a ningún sitio. Tan descabellado es andar demasiado, como no moverse nada. Contra las normas de salud establecidas van ambas actitudes extremas.

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