lunes, 9 de mayo de 2011

EMPEÑOS QUE ESPERAN LOAS

                                                               
          Hay empeños que merecen loas que, proporcionalmente, deberían ser parejas a los esfuerzos que se ponen, en ocasiones, en defender aquéllos. Somos tan mezquinos por aquí en repartir elogios a quien verdaderamente los merece, que escasos he visto que alienten los ánimos de los que con tan buen tino y sin desmayos dirigen la Asociación de Amigos de la Ópera.
          Pertenezco a una generación que no tuvo mucha oportunidades de tener acceso a la música, porque comprar un disco era más caro que un libro, cuando tampoco éstos eran nada económicos, además que, como habitante de una ciudad pequeña era irrealizable un sueño que nunca llegó:  ser espectador de cualquier concierto de música clásica.
          Mucho han cambiado los tiempos y las posibilidades de ser más cultos; pero lo cierto es, que aquí, el traer música con regularidad de la que ennoblece, de la que nos sosiega y emociona, sigue costando un mundo de desvelos, de mendigar ayudas, que llegan con cuentagotas de quienes deberían ser más generosos. Por todo ello, vaya para Miguel Angel Moya y a los que estrechamente le colaboran, mi admiración por ese desatinado y prolongado sin vivir para que a los más profanos nos suene cercano un universo de melodiosos sonidos, de brillos de instrumentos y rostros de interpretes que desprenden arte y paz; lo que es mucho en el desasogiego de luchas y rencillas en que nos ha tocado desenvolvernos, y que cantatas y sonatas endulcen de vez en cuando nuestras pobres existencias. 

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