martes, 3 de diciembre de 2019


VIAJES Y VIAJEROS MÁS NUESTROS

            Los viajes a la antigua, para culminarlos, entrañaban, en ocasiones, más riesgos que placer, y su desarrollo un completo enigma por lo que el temerario viajero que los emprendía podía hallar de imprevisible, de desconocido en las miríadas de senderos, de moles, de escondrijos y puertos que había de atravesar y arrostrar, en los malhadados encuentros con indeseables, en los que la alimentación: dónde comer, qué comer, no constituía el menor de los inconvenientes a resolver.
            Bien mirado, todo un desafío y unos riesgos inherentes al viaje, que, siempre, dado el carácter aventurero de los protagonistas, podían tomarse como alicientes de una inacabable y soñada aventura. En unos tiempos en los que, por añadidura, los siglos imponían unos horizontes, los geográficos y los sociales, muy alejados de los venideros, y unas tierras, a las que se quería llegar con ánimo conquistador, a las que se les suponía riqueza natural y arquitectónica y una historia adscrita a esos elementos.
            Enclavada por méritos propios en esas tierras, anheladas y misteriosas, remotas, enigmáticas, desconocidas, andaba Ronda, a la que esos viajeros, ingleses, franceses, alemanes, americanos, sobrados de arrestos y, la mayor parte, de medios económicos, se disputaban por alcanzar y descubrir lo que había en ella que tanto llamó la atención de sus predecesores, hasta el punto de no hallar adjetivos con los que adecuadamente describirla.
            Fisgones y metementodo como solían ser estos extranjeros, a los que se les podía disculpar que después de tan denodados esfuerzos, actuaran un poco, con sus dineros por delante, en lo que les viniera en gana, pocas cosas les quedaron por tocar, aunque ese mismo afán por ver cuanto había que ver, minimizara sus exposiciones, que en la superficie quedaban.
            Aunque tardíos en su mayor parte, de eso se encargaron, de llegar a lo esencial, al fondo de todo, con más razón, sentimiento, cariño y obligación, por ser quienes eran, los propios hispanos, o, en determinados casos, también los que hablaban su misma lengua, con dosis heredada de sangre de aquellos.
             En abundancia, a través del testimonio de ciento treinta y ocho de ellos, líricos, bélicos, geográficos y otros, cuenta el libro, que, con el título de VIAJEROS DE HABLA HISPANA POR RONDA Y SU SERRANÍA, junto a otro, RONDA COMO PROEMIO Y EPÍLOGO, presentaremos el próximo jueves, día 12 de diciembre, en el Círculo de Artistas, a las 7 de la tarde. Se donará la última obra, para los que adquiera allí la primera de las nombradas.  Ambas las edita la Editorial de la Serranía, dentro de la colección “Alforjas”, que, en manos de José Manuel Dorado, y pocas serán las loas que se le dedique, en años de crisis de lectura, ha sabido situar su editorial entre las notables de España. Todo un ejemplo de amor a los libros.
 Se adentra en sus comienzos el concerniente a los Viajeros, en la conquista de la ciudad, narrada por los diferentes cronistas de los Reyes Católicos, presentes en los hechos que abocaron al fin de la dominación musulmana. Y a un tiro de piedra, los Lope, Cervantes, con su pintoresca aventura serrana y un cúmulo más de textos, en los que asoman cantares de mil formas en honor de nuestras tierras.

RONDA SEMANAL

            

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