miércoles, 17 de febrero de 2016

¡CARAMBA, PERO SI ES EL PADRE INVIERNO!



        A su condición de voluble, verbigracia, de comportarse, como un chico malo, de forma sorpresiva e inesperada, se acogió, una vez más, febrero. Ni descartar, tampoco, que son o fueron, fiestas carnavalescas, óptimas para que cada cual, robara una identidad o se apropiara de una que no era la suya. Por todo lo dicho, nada extraño que el mes adoptara el papel que, en su momento, debieron, con todas las de la ley, asumir sus más agresivos hermanos, diciembre o enero, y se dejara venir de la noche a la mañana con una serie de invernales propuestas, gustara o no, cada cual más rotunda y penetrante, en las que no faltaron ni el granizo, ni su poca de cana nieve en la ciudad y en abundancia en las montañas serranas, y lluvia a cántaros, que son infinidad de estos los que son necesarios para apagar la aridez de los campos y que fluyan los ríos con seriedad y gozo en su travesía hacia el inmenso mar. 
          Pues, sí, caramba, es invierno ya, y no solo de nombre y calendario; y no deja de ser una fantástica noticia, porque si algo no debería mudar nunca para bien de la humanidad, es la pausada sucesión de las estaciones y la carga que transporta en sus abultadas alforjas, pero descargando su contenido a su tiempo y sazón, que otra cosa conduce a mayúsculas alteraciones y catástrofes, como últimamente estamos viendo. Loemos, pues, la llegada del Padre Invierno, que si bien lo tratamos, bien nos tratará.

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