domingo, 22 de noviembre de 2015

SER CIUDAD.


     A la altura de nuestra alma, y aun por encima de ella, te aseguro, Zaide, se halla la de tu ciudad, ya que, la suya, formada está por un componente de gran parte de de los que la habitamos, no solo de los que estamos sino de los que se fueron. Alma grande, pues, alma viva también, que de crecer no cesa. Si a la ciudad, a la tuya, amas, considerarte podrás formando parte de ese todo genuino e inmaterial que, siendo uno es, más que nada, una pluralidad de sueños, de quereles, de destinos que a idéntico ritmo se mueven, de imperecedera historia que a tu alma y a la de cada uno de nosotros toca. Ser tú ciudad, es asir un pedazo de eternidad, de estar ahí, inamovible y presente, con los amaneceres, con el viento, la luz y el fulgor del horizonte, cuando ya tu existencia no haya sido sino otro indescriptible sueño.


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