lunes, 19 de enero de 2015

DULCE, TIBIO HOGAR


      Cuando la lluvia se alía con el viento y el montaraz frío, con cruel animosidad, como ocurre hoy, da un poco de pereza salir al exterior, entre otras cosas, porque la lid se libra no con un enemigo, sino con tres y de los poderosos.
       Paraguas abandonados, sombríos guiñapos más que nunca en el suelo, como restos de una batalla perdida, aunque no librada del todo. Hay algo de osadía en hacer acto de presencia ahí fuera. Suerte, si se acomete que, después, como refugio acogedor que pocas veces falla, un hogar nos espera; aunque, ahora, también, un temblor de desasosiego nos estremece pensando en los que no cuentan con ese baluarte, con una casa. Y en este falaz escenario que es el mundo, frotándose las manos andarán ahora accionistas y consejeros de las eléctricas; un empujón enorme el cariz de estos días para incrementar sus riquezas con esas desproporcionadas facturas; y al otro extremo el desamparo de los pobres dudando entre comer o morir de frío.


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