sábado, 28 de septiembre de 2013

PEREGRINOS SOMOS


     No pasa hora sin que de tu boca salga una o cientos de loas a la ciudad en que naciste. Sin duda que es una ciudad de lo más hermosa, con sus sillares ancestrales, sus honduras, su montaraces horizontes y sus angosturas de otros siglos. Te honran esos elogios, sin embargo, te digo, que resultan a poco de expresarlos cansinos, porque es un amor que se supone inherente a tu humana naturaleza y que, por ello, no hay por qué pregonarlos sin mesura. Recapacita, además, que rincones hay en el mundo que quitan el aliento y que no existe lugar del que no pueda extraerse una lección de delicada o agreste belleza. Con tus alabanzas desmedidas irritaras a los otros, procedentes de otras tierras, a los que no dejas hablar de las bondades de las suyas. Peregrinos somos, Zaide, de miles de ríos y senderos, de cientos de mares y riberas, de innúmeros collados y pendientes,  de infinitas ciudades y cielos, y apreciarlos en lo que valen y son, encarecerlos a todos, nos hará más ecuánimes, más discretos, más universales, mejores, sin dejar de amar como a tí mismo a donde creciste y vives.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

UNA PAZ SIN FISURAS



     Estos días sin máculas del otoño, poseen algo de culminación, de doctorado cum laudem del tiempo, como si siglos de laboriosos estudios buscando la perfección se tradujeran en una paz con nulas fisuras, en acariciadoras auras, en una luz trémula, tibia, para no herir, para no ahuyentar los sueños.

        Y dentro de ese edénico transcurrir manso de las horas, la ciudad, pequeña, milenaria, rocosa y montaraz en sus horizontes, pero acogedora, ajena a los males futuros que pudieran sobrevenirle, es una enorme crisálida en pleno florecimiento, en que toda esperanza por llegar cabe. Horadando el halo de quietud, de pasmosa serenidad, la ruda escoba de un barrendero amontonando las primeras hojas sin vida de la estación, irrumpe como el bramido de un torrente salvando cascadas: tanta y tan sin concesiones a vanos alborotos, tan silenciosa y absorbente es la atmosfera, Zaide, que ahora nos rodea.  


sábado, 21 de septiembre de 2013

EN MOMENTOS DE DESASOSIEGO



     En momentos de desasosiego inquieres, Zaide, por el sentido de esta vida que tan precipitadamente se nos escapa, y me pones en un enorme aprieto porque yo, que legiones de cosas ignoro, tampoco podría decirte algo que te consuele. Más factible sería sin duda, calcular cuántas gotas de agua contienen los piélagos o cuántos granos de arena la aspereza y esterilidad de los desiertos.
            Si no el misterioso sentido de nuestra existencia, acaso podría aclararte lo que para mí le da sentido a ella: el amor y sus miles de facetas; la sabiduría, nunca lo bastante valorada; la bondad, como mejor vestidura del alma; la compresión para los errores de los otros, que no siempre son lo que parecen; la humildad y la conciencia de que aun con poder o riquezas nada somos, ni más que nadie. Y lo que le resta sentido: las guerras como mal mayor, el hambre, el odio, el rencor, la esclavitud, el sufrimiento que no origina la naturaleza, sino el hombre, y para qué seguir, ya que no acabaríamos en días de enumerar iniquidades.


             

miércoles, 18 de septiembre de 2013

POR SI FUERA LUZ Y NO SOMBRAS LO VENIDERO



        Para servirnos de ellos y de muchas maneras hacer más llevadera la vida del hombre, no siempre fácil, nos fueron concedidos los animales, nunca, entiendo, que para martirizarlos en indignas diversiones, cuando mil formas hay de darnos solaz y contento sin agraviarlos a ellos ni a nadie vivo. 
         Grande, inexplicable es el misterio de nuestra existencia y de lo que tras agotarla nos espera. Por si fuera luz y no sombra lo venidero, y por si en el desenlace de ese enigma, en vuelco inesperado,  nos tocara a nosotros representar al animal y a ellos ser los portadores del conocimiento,  aunque sólo fuera por eso, Zaide, seamos compasivos, porque como tú y yo, pertenecen a este mundo nuestro, son seres vivos y poco daño te causan, aún cuando tú, empleando unos dones de los que ellos carecen, con crueldad que no tiene nombre se los inflija. 

sábado, 14 de septiembre de 2013

NUNCA OLVIDES



      Nunca olvides, amigo, que a esa casa en la que habitas, que con tanto afán tanto limpias, pintas, reparas y enluces, en la que te miras como si del mejor de los palacios se tratara, la pueden destruir catástrofes impensadas o caer en manos de especuladores y desalmados, que son multitud los que a todas horas nos vigilan y castigan.

         Aunque sólo fuere por si alguna vez llegara el caso, que de nada estamos libre en nuestra frágil existencia, por si eso, Zaide, digo, ocurriera, guarda un inmenso respeto y apréstate a cuidar como oro en paño a tu otra morada, a la madre tierra, para que las florestas te sigan dando sombra, agua los manantiales, mieses los campos y frutos los huertos; porque su menoscabo y degradación es el tuyo y el de tus hijos, y porque malo será que, si lo necesitaras por no tener otro sitio donde refugiarte, no halles un rincón donde asentarte.  

viernes, 13 de septiembre de 2013

EN EL SILENCIO LOS HALLARÁS




     Zaide, no en el ensordecedor clamor de la vana lisonja, sino en el silencio que nunca cede y calla, pero siempre otorga, encontrarás el verdadero rostro de los que mucho te aprecian. Que no te busquen ellos a tí, búscalo tú a ellos, puesto que son los que te protegen, pregonan tus virtudes y tapan tus lacras. En cualquiera de sus miradas, de infinita limpieza, hallarás tanto amor y compresión como baldía tierra en los otros. No puede ser cierto que quien bien te quiere te haga llorar, sólo meditar, o es que no te querrá. Eso al menos, Zaide, yo entiendo.

lunes, 9 de septiembre de 2013

PLÁCIDOS ATARDECERES


     Estos plácidos atardeceres, Zaide amigo, silentes e inacabables, se mueven en el campo con un latido mayúsculo de eternidad. La escena, sin mudar un ápice lo que a la vista queda, con sus cortijos agazapados, emergiendo la impoluta blancura de la protección de las rocas, sus picachos, oteros y veredas, sus bardas de piedra, señalando fronteras, o sus caminos polvorientos alisados a fuerza de millones de pisadas, podría ser la que vivió otro ocaso en este mismo lugar, hace mil, dos mil, tres mil años. 
      Para que el mimetismo no se quiebre con la llegada de algún elemento advenedizo, sino que lo refuerce, irrumpe un pastor con su rebaño. Levanta ceremonioso su gorra para saludarnos y hacernos ver que se ha cerciorado de nuestra presencia, aunque mirándole al rostro no lo pareciera. Un centenar de cabras bulliciosas, avasallan el camino hasta hacerlo suyo. Dos perros jubilosos, parda su lana de hojarasca,  sudor y cabriolas, persiguen, acorralándolas, a las más díscolas para que profesen en obediencia. Cuando guías y rebaños se pierden en el horizonte, todavía, durante un buen pellizco de tiempo, queda flotando en el aire manso una melodía que, sin pretenderlo, es pura armonía y perfección, salida de una orquesta de esquilas que nunca pierde el compás, y que cuenta para dejarnos sin aliento, también perdidos en el ayer a nosotros, con la sutileza y el rumor del agua recién salida del manantial.

martes, 3 de septiembre de 2013

UN BUEN REY




      Un buen rey, Zaide, para serlo, para ser querido e incluso venerado por sus súbditos, lo ha de ser a lo largo y ancho de su reinado, por dilatado y difícil que fuere éste, y no le valdrá ante el pueblo acudir a épocas de leal y ejemplar reinado para justificar errores presentes. Si obligaciones miles se exigen a los que nunca  protegen  tronos, coronas ni privilegios ancestrales de sangre, cuántas virtudes y sacrificios  se le  debería pedir a quien todo se le ha dado por puro nacimiento, no porque méritos haya hecho para sentirse dueño y señor de los que pueblan su reino, que no servidor de ellos. Más monarca que él debería considerarse al que llega a este mundo sin medios o bienes paternos, y desde la humildad y el esfuerzo alcanza altas cotas de conocimiento y bondad verdaderos, sin hacer mal a nadie, oyendo al que le llama, dando al que le pide, por poco que le quede: no más reyes que estos tendría que haber en el mundo nuestro.