domingo, 21 de abril de 2013

UN TIEMPO SIN MESURA NI CORDURA






      Pocas discusiones admite  que este año la madre naturaleza perdió la sensatez y mesura que de suyo la caracteriza, ya que, aunque se preveía, tras meses de inacabable y copiosa lluvia la bonanza que ahora nos envuelve, dio en un calor furioso, sin pausa pero con tenacidad, subiéndose a las barbas de una primavera tardía que, además, no es tal; que no lo fue antes, cuando debía,  ni lo es ahora, para remediar el entuerto,  sino precoz y amenazador verano para las fechas.
       Que teníamos perdida la paciencia con tanto desatino del tiempo y que no dejábamos de mirar al cielo oteando resquicios para una apertura en su cerrazón, también es un hecho irrebatible; y, con la misma certeza, que la intransigencia del tiempo en estos últimos meses no ha sido cosa de este apacible y montañoso rincón, sino de todo el país;  con más intensidad aún,  allende hispanas fronteras, porque el diluvio del agua se ha trocado repentinamente en otro de visitantes, tan abundante como hace años no  veíamos. Que disfrutan como locos, ni que decir tiene, con el sol, con el calor, con la pureza del aire y con ese regalo que a cambio de su pertinaz ración de agua nos ha dejado la estación, sea cual fuere: un inmenso jardín de verdor, colores, brillos y flores por doquier, en tejados, aleros, rocas o árboles, nunca tan poblados de hojas que son ascuas, de frondas que son pequeños y deliciosos bosquecillos, tal una novísima creación del mundo, que ésta más tarde o temprano, todos los años llega.    
       

No hay comentarios:

Publicar un comentario