martes, 16 de abril de 2013

ESPÍRITUS ERRANTES EN VILLA APOLO




    Parejo con su abandono y larga ruina, a la burguesa mansión de nombre de mitológico dios, no dejan de nacerle leyendas y terrores. Crímenes, raptos, espíritus que de noche vagan a su albedrío de fantasmas no sujetos a leyes divinas ni humanas, iluminando escombros, boquetes,  y salones que son como antesalas de lóbregos avernos, que es lo que puede acontecerle a los que por ignorancia o extremado arrojo se aventuren a acercarse a la denominada Villa Apolo.
    Dentro de ese cúmulo de lúgubres historias que se abaten sobre la mansión, muchas inciden en que no es ni su total abandono, su soledad o su ruina los que, como hierro al imán,  atraen a las almas errantes que penan culpas de su paso por la tierra, y sí la especial situación en que se encuentra, en suelo, por sus restos, como si a galope, desbocados, no hubieran corrido los siglos, más agarenos que cristianos y al borde del precipicio interminable, profundo, todo un símbolo a la vista de lo que puede ser una interminable caída en otros mundos, que a la vuelta de la esquina nos esperan.
     La única historia en realidad que certifican papeles notariales y familiares, es más sencilla y emotiva, una historia de amor: la de un ingeniero, que allá por los primeros años de la posguerra, no escatimó  dineros ni horas, para construir la casa en la que morara en adelante su esposa, Apolonia, a la que trajo de suelo cordobés para que al amparo de plantas olorosas, flores silvestres, torres moras y  brisas saludables de serrano origen, diera un benéfico vuelco a su tisis galopante.
     Consta que murió Apolonia no mucho después de la ocupación de Villa Apolo, sin que de poco o de nada sirvieran tantos desvelos, tanto amor. Tampoco nos extrañaría que fuera su espíritu insatisfecho, el que merodeara por las noches por tan mágico sitio, argumentando que fue muy breve su estancia en vida o tal vez, segura de su valía,  porque quiere meter un poco de miedo en el cuerpo de los que con una futura urbanización quieren destruir cuánto de encanto e historia guarda el lugar. Algo muy complicado de parar, incluso para los espíritus del más allá.
   

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