sábado, 30 de junio de 2012

QUE ALGUIEN NOS BENDIGA




          No sé si teníamos una idea errónea del mundo, o éste siempre ha sido así, engañoso y cruel, con una crueldad, una ignorancia malsana y una mala fe en todo lo que se toca que desmoraliza al más estoico, Y,  siempre, no hace falta decirlo ya que es cosa sabida,  con un claro origen en el llamado rey de la creación, un monarca por lo demás lleno de odio, destructor, vengativo, tramposo con todo lo que le rodea y se mueve a su alrededor, más en unos países que en otros, y no es el nuestro de los mejores.

      Con este panorama desolador, un amigo no íntimo, gaditano, con el que hacía años que no coincidíamos, se para a saludarnos con efusión. Intercambiamos, como con muchos otros conocidos, opiniones del tiempo y de la familia, y nos despide, a nosotros, a mi mujer y a mi, con un: "¡Que Dios os bendiga!". La frase, poco usada,  de tiempos antiguos, si se quiere, más que sorprendernos, cae como un chaparrón imprevisto, apaciguador, que con su furia se llevara en riada, abarrotando  esclusas, todas las infamias que hacen un infierno de nuestras vidas. Y acaba por convertirse, después, en lluvia plácida, sosegadora, que nos acompañará a lo largo de la jornada.

 Lo cierto es que, últimamente, es como si hubieran estallado todas las alarmas, no sólo las económicas y a la luz de ese pesimismo que nos embarga sólo vemos sombras impenetrables por todos lados. Cada minuto es peor que el anterior, cada hora más tenebrosa que la precedente, cada día más funesto,  cada sinvergüenza, de los que tanto proliferan, mayor y de más envergadura la canallada, que el último que nos embaucó. Puede que sólo fuera una frase, pero de muchas como estas andamos necesitando para caminar por el mundo, por nuestras calles, por nuestra ciudad, por nuestro hogar, en tiempos de desasosiegos tan grandes como son los actuales. Gracias amigo.
         
            

jueves, 28 de junio de 2012

UNA AFRICANA CALINA



            Nos gustaría hablar de otra cosa, pero este calor que nos viene de ahí  al lado, aunque suene lejos, de África, casi a un tiro de piedra hoy que las distancias no son nada, nos tiene comida las ideas y un poco el ánimo.
            Y hay que ver el trajín que nos traemos todos, buscando  las telas más suaves y con menos longitud para paliar el fuego ambiental, dejando al aire, en la búsqueda, partes de nuestro cuerpo hasta ahora tapadas. Además, con toda impunidad por nuestra parte, ese mismo impudor a que sometemos a nuestro miembros también se lo contagiamos a nuestro hogar, que con amplio dolor ya no es nuestro castillo, como lo era en otras estaciones. Abrimos ventanas, puertas y hasta rendijas; nos olvidamos de postigos, fallebas, persianas y de cristales insonoros y a prueba de balas; los mismos que nos guardaban celosamente de intromisiones y ruidos, y nuestras herméticas habitaciones de otrora son ahora un cedazo desgajado, hecho cisco,  por donde se cuelan todos los ruidos, todos los cantos, todos los pitidos desaforados de vehículos, todas las charlas de gente que no aciertan a dormir: y no saben qué hacer; todo tiene su entrada, menos lo que más ansiamos que entre, un mínimo de frescor, de brisa de la sierra, tan cercana pero tan desconocida con el verano y con esa calina africana que también la hace penar a ella. 


martes, 26 de junio de 2012

NOCHES EN VELA




           Si algo tiene de malhadado este calor soberano, porque su reinado es absoluto, es que somete a nuestro nocturno sueño a una remota posibilidad de realizarse. Y cuando falta el reparador descanso, surge el desequilibrio entre mente y cuerpo y a tropel acuden los nervios a hacer presa en uno, hurgando afanosamente para amargarte esas horas.
          Curiosamente, durante el día, como ocurrió ayer, hasta el sol pugna por exonerarse de culpa de la fogosa atmósfera, sin dejarse ver, oculto el muy ladino tras unos cielos brumosos que despiden puro fuego, como si dijera: "¡eh, que yo no tengo nada que ver con esto!". Es todo,  más bien, un artificio de viejo enredador que no cuela, ya que, aunque no lo vemos, lo imaginamos gozando como un loco sin dejar de disparar toda su artillería de encendidos rayos, que para eso es verano y él, sin discusión alguna, es el que manda y dispone.

sábado, 23 de junio de 2012

BELLEZA Y TRAGEDIA DE UNOS MOLINOS DE FAMA






                  Por el lado del valle, por donde el Guadaleví celebra su recobrado sosiego con risueño caminar, no mancilla la pureza legendaria del paisaje un puñado de casitas, esparcidas como a capricho, que miden la geometría de heredades y labrantíos; menos aún, el asentamiento más racional de una docena de alados molinos, -molino más molino menos-, que se enredan entre las rocas aledañas al Puente,  mirando desde el pretil, en su margen izquierda,  sirviéndose de la fortaleza de las breñas para delimitar sus muros. O bien, bajan al mismo pie del río para más desahogadamente tomar provecho de sus aguas y del ímpetu de éstas antes de que desfallezcan.
                  El origen antañón de los molinos, de estar allí antes que cualquier construcción de su entorno, incluida la del Puente, se manifiesta pese al deterioro de la mayoría de ellos en un aire de altivez antiguo, empero no olvidado, de prósperos tiempos, no tan lejanos tampoco, cuando en ellos, con el beneplácito tácito del río, el dorado grano de trigo venía a parar, tras laboriosa molida, en escurridiza harina, y más tarde después de su paso por familiares hornos de la población en blanco pan.  Manuel de Falla lo encontró tan sabrosa una hogaza un día, cuando paseaba por las limpias calles de  nuestra población,  que no pudo menos que darle eterna fama sonora a un “pan de Ronda que sabía a verdad”.
                  Mucho de esa verdad  provenía de los molinos del Tajo y de sus esforzados moradores, que, igualmente, una aciaga noche del verano de 1917, pagaron un tributo con muertes de familias al completo,  a su perenne desafío a temibles honduras y rocas.
                  Casi un siglo ha transcurrido de la tragedia cuando se escriben estas líneas. Por su conservación en pleno, en un escenario en que sin ellos faltaría algo esencial, no sólo abogan víctimas de un pasado, sino la memoria de una rústica industria de sonidos de aguas turbulentas, luego domeñadas; de  pesadas ruedas y férreos engranajes triturando  granos de doradas mieses; de arrieros y reatas de mulas sobrellevando la carga de la harina por sinuosas cuestas como si del más plácido llano se tratara. El pan conseguido de esa manera, desde luego debía saber a cosa bien hecha, a verdad.
                  

jueves, 21 de junio de 2012

LA CIUDAD A ESTAS HORAS



          Caminar sin rumbo por calles desiertas. Una de las ventajas de recorrer la ciudad a hora temprana, no tanto que no haya salido ya el sol, pero sí con la mayoría de sus habitantes saboreando las dulzuras del descanso, aunque no siempre lo haya, es la de recuperar espacios hace una eternidad de años perdidos.
                El hecho de poder prescindir de las aceras, por lo demás una verdadera calamidad hoy en día, -con deslizantes subidas y bajadas, verdaderas colinas algunas, un martirio para los de más edad- compensa si es que hubo algún sacrificio, que no es nuestro caso, del madrugón.
                Las calles vacías son nuestro dominio ahora y esa misma soledad y quietud parecen añadirles longitud y derechura, no exenta de una belleza difícil de calibrar a otras horas. Más salientes y familiares con este primer brillo que les saca el día, balcones, rejas y enhiestos cierros toman vida asomados a un espacio, a una atmósfera y a un silencio que ahora son algo suyo, no por mucho, la verdad.  

miércoles, 20 de junio de 2012

SOLSTICIOS PARA UNA MAÑANA NUEVA




          Está calma a esta hora la mañana,  que ya se ha desperezado un poco, sin muchas ganas de encarar la jornada,  y eso se nota en el color de las sierras, de un rosa tan suave que casi las diluye, y en una luz que es difusa y no daña la vista, incipiente, y en una brisa que no es nada, porque apenas mueve nada.   
              Quién lo diría, pero ya estamos con toda la oficialidad del mundo instalados en el comienzo de un verano, que sin mirar al protocolo del calendario, anda por aquí desde hace semanas dando guerra. Habrá que aprovechar esa posición del sol y de que el día y la noche son los más largos del año para hacer más cosas hoy; tal vez, inconscientemente, es lo que hemos hecho, madrugar algo más para casi amanecer con esta fechas de solsticios, día más día menos,  y romper la monotonía de las manías cotidianas, las que nos comen el tiempo para al fin de cuenta, no hacer nada nuevo.
               Nuestro canto al sol, al menos, hoy,  que nos da vida y calor sin engaños ni pedirnos nada a cambio. Un canto sin hogueras, ni espectadores, ni protestas cuando nos aturda con sus ardores, por mucho que nos moleste,  porque pedir otra cosa sería trastocar un orden eterno.  


lunes, 18 de junio de 2012

HAN VENIDO LAS GOLONDRINAS




       Que ha llegado la inmovilidad a la atmósfera, o dicho de otra forma,  que el verano y toda su cohorte de días secos, sin nubes y calurosos, es ya una realidad, lo pregonan mil cosas a su manera. Nos quedamos, si prescindimos de todo lo dicho, con la súbita aparición de las golondrinas, fiel a su cita y a una estación, una orgía de quebrados vuelos y chillidos sin fin,
         Y me quedo con ellas, ya que no sé si dentro de poco, como les ha ocurrido a tantas aves que antes veíamos por aquí, se convertirán en recuerdo de antiguos veranos. Mientras tanto, por si esto ocurriera, disfrutemos este año con los vuelcos de sus níveas barrigas blancas, trazando verdaderas cabriolas en el aire quedo de la tarde. Funambulesco espectáculo el que nos ofrecen con su incansable quehacer que las lleva y las trae a su nido en construcción, transportando diminutos materiales en sus picos, con una destreza y rapidez que ya quisieran para sí los más hábiles de nuestros albañiles. Con las modernas edificacioness, el ruido y contaminación del tráfico, casi han desaparecido los nidos de sus tradicionales lugares, otro factor que aboga por su extinción. Como en la foto, buscan ahora nuevos hábitat para ellas y sus polluelos, aunque   su dificultad sea grande. Son malos tiempos incluso para ellas estos de ahora. 

domingo, 17 de junio de 2012

UN TROCITO DE GLORIA



     Venturas y desdichas van llenando en diferentes medidas ese cupo que el destino nos tiene asignado en nuestro transitar por el mundo. Dichoso aquél en el que, al menos, unas y otras se alternan para hacer más llevadera nuestra vida.
      En las de un júbilo que nos reboza nos instalamos hoy para cantar la llegada al mundo de un nuevo ser, un pedazo de gloria bendita, de nombre Agnes, otra Agnes de Dios. Para ella empiezan a contar los años desde ahora; para nosotros se van acortando en forma apresurada. Pero algo de nuestra sangre bulle en ella y  son tantas, además,  las virtudes que adornan a sus progenitores que no nos cabe duda que nada malo puede florecer en ella. La dicha nos colma en este feliz día, que no es uno más. 
   

viernes, 8 de junio de 2012

EL DECLIVE DE UNA PLAZA



        Como a los humanos, la edad también ataca a las cosas; pero existe, no obstante,  una diferencia abismal entre el avance imparable de aquéllos hacia su extinción terrenal, que más tarde o más pronto nos llega, y el de estas últimas que, con cuido y amor, pueden acompañar a generaciones y generaciones.
        Entre fatales modificaciones, y abandonos, mal porvenir se le augura a nuestra plaza España para una duración en condiciones en el tiempo, cuando día a día la vemos más descuidada y menos acogedora. Y lo triste es que por su situación, junto al Puente, en el que se concentran la gran mayoría de nuestros visitantes, merecería otro trato. Estética y superficie para los peatones se perdieron ya con la llamada remodelación última, una palabra que no deja de esconder sus claves comerciales y de intereses, y que al final, lo que menos hace es modelar nada y sí apenar a los que desde siempre nos miramos en la belleza natural de lo que poca o ninguna mudanza requiere.
          Diríamos que el sino perdedor de la plaza, ya lo fija, para empezar, ese reloj parado desde hace una eternidad de tiempo y a cuya esfera, más de un extranjero, mirándola,  se le habrá ocurrido preguntar lo mismo que a nosotros, que qué puñetas pinta allí: porque si un reloj no anda, privado de su función, ni como adorno sirve Después, lo culmina el solar aledaño a la plaza de la calle Aparicio, un escenario desolado, con su telón hecho jirones brincando en el aire de la mañana, mostrando su desnudez interior. Cuando llegue septiembre, lo cubriremos de nuevo, seguramente, con gigantescas figuras de toreros de la tierra, para que los políticos de fuera, con sus copas ya ingeridas, y el ánimo por las nubes,  se hagan la foto tradicional en una Ronda de pandereta, que dejarán, hasta el año que viene, en unas horas.



martes, 5 de junio de 2012

UN VADO AMABLE EN TODAS LAS ESTACIONES








               El soportal que repta entre el extremo derecho del Puente, viniendo de la plaza España, y por la calle Armiñán hasta el pie de la Tenorio, se diría levantado para que el visitante, tras la explosión opresora de los sentidos que acaba de contemplar no hace nada, se tome un respiro reparador y recapacite sobre un espectáculo de luces, colores y sonidos que difícilmente hallará en otras tierras.
              Para nosotros este soportal, -un vado amable en días tempestuosos, un venero de sombras con la calina, una docena de ojos bien abiertos siempre, que te escudriñan avizores cuando pasas-, se nos antoja con su angosto perfil, aceptado como a regañadientes por el urbanismo, como un libro a medio abrir,  un lomo comprensor de identidades que acoge entre su armazón de cal, cemento y piedra, a una de las calles más versátiles de entre las muchas recoletas de este sector: a la dicha de Tenorio.  En este cometido,  por la parte más visible, por la que da  al valle aquélla, se aplican vía y soportal a desnudar a su reata de viviendas; primero, casi marcialmente, sin apenas adornos a no ser el de la geometría de sus ventanas, alertas entre un sinfín de blancores; luego, cuando la hosquedad del Tajo remite y origina laderas y salientes, con balcones y terrazas de balaustradas, que ahora sin tanta caída son gozosos suspiros de alivio.
            Por el interior, todo otro mundo,  la calle se eterniza en las fachadas blasonadas de estas viviendas; las mismas que volatineras se asoman sin margen de error, ni más superficie al abismo.  Morada, en otros siglos, de nobles y burgueses con pretensiones, se recrea aún más en su peculiar camino en la llamada de Don Bosco, de cálida prestancia y galanura.
         El soportal, que no pretende deslumbrar en modo alguno, y que carga en sus espaldas, en  cada arco, con una mínima vivienda, y con un balcón del pretil del puente en su apretado recorrido, gratamente sorprende; más en la distancia,  sirviendo de inesperado y afilado gozne entre abismo y ciudad, entre ingravidez y materia;  y, al igual que lo hace el convento hermano de Santo Domingo, no deja que otro edificio que no sea él mismo se interponga en esa fusión de luces colores, sonidos y entramados de engañosas moradas, muy distintas en su apriencia, según se donde se esté y se mire.  

lunes, 4 de junio de 2012

PARA HERMETISMO EL DE LA CUEVA DE LA OSCURIDAD



        Con deleite que no es para contar y sí para degustar como un licor de dioses, hemos vuelto hace unos días a disfrutar con la contemplación de la Ermita Rupestre de la Oscuridad. Es ésta la que, aunque parezca mentira, se sigue cerniendo desde hace ya, al menos ocho siglos, sobre sus rocosas entradas y salidas. Sólo en este sentido le encaja a la perfección el nombre, el de un lugar impenetrable de tenaz secreto  que, con idéntica saña, le persigue desde que era centro de recogimiento de cristianos. Estando en suelo musulmán, era comprensible su aislamiento, si es que querían ser fieles a su fe y a su linaje. Un aislamiento a toda prueba, porque allí, aquéllos mozárabes, vivían y morían, según muestran sus enterramientos en los huecos de las rocas.
        Menos razonable es que, todavía hoy, pese a su céntrico emplazamiento en la misma plaza de su nombre, sea su compañero en el tiempo un hermetismo que impide que sus grutas gocen de la mirada de los rondeños y, desde luego, de los que no lo son, que estas son cosas, de las que pocas poblaciones pueden presumir que se hayan conservado casi en su pureza original; pero, claro, de qué nos sirve.  
        

sábado, 2 de junio de 2012

LA LLAMADA DE LOS VIENTOS



    Aunque con cierto retraso que a nadie daña, damos hoy la bienvenida al nuevo mes, junio, con ese origen oscuro que se pierde entre humanos homenajes a diosas mitológicas y a emperadores romanos de sonoro nomenclator. Puede que no sea otro el destino de los dioses que a lo largo de nuestra vida adoramos: la de terminar en un difuso recuerdo atado a ciertas efemérides del calendario que con el apresurado caminar de los años, nada,  ni a los más sabios,  dicen.
       Con la huida del levante de pasados días, igualmente emprendieron su marcha esos pequeños grupos de grajos que siempre acuden a la llamada de los vientos. Son más visibles y acrobáticos sus vuelos en el Tajo, donde se dejan mecer con un gusto que muestran sus graznidos, ásperos como las mismas rocas, donde, de vez en cuando, se toman un respiro, ellos y los aires desatados.
   Eran miles los que en otras épocas simpatizaban con los días malhumorados y ventosos, y una delicia sentarse en los balcones para contemplar sus juegos e imprevisibles devaneos. Vivían permanentemente en los escondrijos de nuestro abismo. Los pocos que hoy nos quedan, seguramente evitan otros peligros del moderno progreso, refugiándose en pueblos y montañas serranas, donde algo más de seguridad y alimentos encuentran, aunque quizás, con más frecuencia de la que sería de desear, también,  el letal veneno, que nunca se sabe.