viernes, 20 de julio de 2012

TRASHUMANCIA MENDICANTE



     Los calores harto desmesurados con los que estamos en disputa en esos días de intensa canícula, han tenido la ocupación de despejar de pobres y de vendedores ambulantes nuestras calles. La horrible recesión y las temperaturas que suben hasta lo más alto de los medidores de la atmósfera, pues, se han puesto de acuerdo para poner en práctica una cierta trashumancia, muy parecida a la que da nombre a la del ganado.  Lo cierto que en otros años, aun contando con el calor, nunca faltaron por nuestros rincones músicos que recurrían a la ejecución más o menos buena de piezas conocidas que salían de sus instrumentos para captar la atención y la caridad de los transeúntes. Otros, sin ningún arte que ofrecer más que unas manos tendidas y una caja o una lata, igualmente eran habituales.
     O nos hemos vuelto menos compasivos en estas fechas o son lastimosamente las menos propicias para darle un pellizco por nimio que sea a nuestros caudales, si es que algo nos han dejado para pequeños gastos (que a los mayores ya hace tiempo que renunciamos) entre moros y cristianos. Nos alegraríamos si los aires que han encontrado los que se ganan la vida de esta forma, sonarán más propicios que los nuestros actuales, aunque nos tememos que allá donde vayan el panorama que encuentren tendrá similares y funestos signos. Otra cosa será, si lo que buscan es compaginar su profesión mendicante con un poco de fresco marítimo, aunque tampoco parece que el estío esté por abrir grandes diferencias termométricas entre zonas costeras y del interior.

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