viernes, 27 de julio de 2012

SEMANAS DE AMARGO RECUERDO



         Zanjando está el mes en sus últimas horas esa monocorde canción en la que nada más que bullían cielos de similares estampas, en los que unos eran copias de los anteriores, y estos de otros del mismo cariz. Un ahogo al que no se le veía fin, sin un respiro siquiera. Sin embargo algún chaparrón que otro tamborileó sobre la tierra sedienta en las últimas horas y de nuevo ese olor acre, distinto y sedante, que despide la lluvia cuando arranca las primeras humedades a un suelo ya agrietado por calores excesivos y continuados, volvió a apaciguar la atmósfera y nuestro espíritu, atado siempre a ella.

         Quizás con esa fugaz tormenta que apenas duró un suspiro, cedió un poco el dramatismo de estos últimos días: dramatismo en la marcha de un país que se dice en quiebra, aunque el desgarro que esta produce, no hay que decirlo, hiere no a los que al menos tenemos para comer, sino a los padecen hambre, expropiaciones y todas las calamidades que  cada día con mayor intensidad se les vienen encima.

       Dramatismo, desde luego, en esos incendios que queman, un día aquí y otro allá, las pocas riquezas que nos quedan: los bosques. Y santiguémonos, porque también las llamas anduvieron cerca de nuestros venerados árboles serranos, y sólo al esfuerzo de los que no aparecen en los medios, a no ser que el fuego acabe con sus vidas, se debe el que valles como el incomparable del Genal, no sea ahora un suelo sin techumbre ni sombra.

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