martes, 14 de febrero de 2012

UNA FECHA PARA EL AMOR

              


     Eso de instituir o señalar días para celebrar cosas, parece que crea, a su vez, una obligación anexa en los que, con mala o buena fortuna, escribimos de decir algo, elogioso, sobre todo que venga a dar la razón a los que pensaron en determinada fecha para conmemorar algo. Ese día de los enamorados, de San Valentín, que se celebra hoy, nos viene de fuera y cada vez con más marcados tintes publicitarios, aunque los tiempos, tan precarios, ni siquiera con anuncios se mueven un ápice hacia adelante dando un empujón de aliento al mercado, no a los bursátiles, complicados de entender, sino a los más cercanos de tiendas, hoteles y demás.
     Pero ya que hablamos de humanos afectos, me parece que, y muy relacionado con estos, está por señalar una fecha dedicada al AMOR, en todas sus manifestaciones. Amor a los nuestros, y a los que no lo son; a  cielos negros o despejados,  al aire, al que respiramos y al que nos cuesta; a las ciudades con nombres y a las desconocidas y lejanas; a campos, mares y ríos;  a perros y a gatos, a todo el mundo animal, domésticos o salvajes, a los que vuelan y a los que reptan, al sol que alumbra y caliente y a la luna que ilumina sombras...  Fue, y es, cualquier acto de creación uno de amor, y algo de esa creación, sea o no propia, se nos muestra en todo lo que  vemos, tan al alcance en ese mundo que habitamos. Si toda creación es amor, toda destrucción, toda guerra que la acoge, para la que nunca hay justificación, es odio; huyamos de él, igualmente, con todo nuestro ser, que siempre habrá cosas que amar.


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