domingo, 21 de agosto de 2011

MESURA EN LOS CIELOS

          La prisa, demoledora, desatinada, de nuestros días, en la que nos hemos instalados, no cesa de hincar sus largos dientes, devorándonos, como una polilla a la madera, física y mentalmente. Esa misma velocidad en que nos movemos, se la hemos imprimido a los aviones que abarrotan. cada vez más raudos, nuestros cielos, contagiándolos de nuestra celeridad y de nuestra locura de vida.
          Debido a eso, cuando esporádicamente vemos a un globo elevándose por encima de nuestras viviendas, nos parece, además de un bendito anacronismo, que su redonda y singular estructura viene a poner una pizca de mesura en estos espacios etéreos. Algún recuerdo lejano, también,  nos deja en la mente las grandiosas aventuras con su presencia que alimentaron, con libros de Verne y otros, nuestra fantasia de niños.
          Rodando, alejándose con parsimonia, se incrusta en la plácida mañana de este domingo de estío, sin ruidos, aves. ni gente por las calles. Sus pequeños bufidos, al cambiar de rumbo y de altura, son como estallidos nimios, tenues, apenas audibles, sin pujanza alguna, de pompas de jabón, que agasajan, a su manera, a un día que no ha hecho más que nacer. 
         

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