domingo, 3 de junio de 2018

        CIEN LUGARES, CIEN MANJARES


        Si las modas desde siempre nos esclavizaron para someternos a caprichos e insensateces que antes de producirse nunca hubiéramos pensado pudieran sentar cátedra, ni utilizar nosotros, miembros de ese sufrido, servil y zarandeado rebaño humano, de presente, con esto de la globalidad que a todos nos ha estallado ante nuestra narices con rapidez inaudita, el sometimiento ha adquirido, no solo en el vestir sino en todos los ámbitos, caracteres de avalancha, de invasión tan demoledora y poderosa que o la previenes y construyes por tu propio bien y tranquilidad murallas infranqueables, para que ese ejército armado de propuestas que por doquier surgen, en móviles, letra impresa y  sonoras ondas, o el desasosiego por estimar que no estás a la altura de lo que piden mil consejeros, mil pitonisas, que intentan influir en tus decisiones y modo de vida, te hundirán para no levantar cabeza en lo que te resta de ella.
         Una de las más recientes modas, que desde no hace tanto, marea de tanto verla repetida, de mil modos, es la de que te aconsejan, no sabemos si interesadamente o no, que antes de morir nos vendría como anillo al dedo,visitar tal indescriptible sitio, tener en el plato ante tí tal deliciosa comida, y,  no una sola, que eso sería quedarnos en el umbral de esa gloria que se nos promete: diez, un centenar de lugares, de ciudades, de alimentos con mítica aureola de monarcas gastronómicos serían necesarios para, antes de fenecer, alcanzar tu particular karma, tu preparación espiritual previa al definitivo adiós a este mundo falaz, que más plácido menos engañoso te será si cumples con tales propuesta, que, nos tememos, ocupando un terreno casi religioso, usurpándolo a la chita callando, se halla.
        Lo que entendemos, los menos listos, con la duda de si participar o no esa descomunal contienda a que nos empuja esta moda, es que ya que la muerte es una certeza que algún día a todos nos dará el definitivo mandoble con su letal alfange, si en bravo maratón capaz eres en vida de tener en tu agenda viajera, como recorridos cien parajes o saboreado otros tantos manjares, la muerte no será tal, sino una bicoca de ella. Bueno tampoco es nuestra intención desanimar a los que con juventud, ganas y el dinero suficiente están por la labor, que sería caer en idéntico pecado, que, perdonen, muy creídos, y puede que, sin ninguna razón, criticamos.

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