jueves, 28 de enero de 2016

DECLINA ENERO


      Declina el mes, tristón que no enfurecido, como debiera ser, como era antaño. Un inventario de sus actitudes, lo cierto es, que no daría para mucho, ya que en aguas de borrajas, tan mansas como las de un estanque, quedarían sus pretendidos rigores.
     Ni a amedrentar, ni siquiera a amenazar llegó, que ya es decir, siendo su fama y descalabros tales siempre; pero hemos de entender que, como el mismo desvarío actual de la humanidad, con sus tremendas guerras, barbaries y disparates, por otros derroteros camina también el tiempo; que, tampoco, pese a sus debilidades y dulzuras parece que sea cuestión de celebrar, porque a la vista están las catástrofes naturales que cada día sacuden en uno u otro rincón de su suelo, al planeta. Y es que si algún daño le hemos infligido, pagarlo debemos. Y de testimonial escarmiento tendrían que servir aquellas: ardua tarea cuando merodean por doquier tantos intereses políticos y mercantiles.


lunes, 25 de enero de 2016

ANATEMAS Y ESTIGMAS PARA LOS QUE LO MERECEN


      Zarandean, implacables, con harta saña, Zaide,  los políticos al país, que no, como debiera ser, a la inversa. Y el nefasto proceder, no hay que decirlo, deja tras sí una huella bien impresa de desolación y miseria, ahogando hasta matarlos a los que, desde que el mundo es mundo,  en todo tiempo y lugar, han de injustamente penar por los errores y ambiciones sin límites de los que, aupados a los más altos estadios del Gobierno, solo anatemas, estigmas y desprecios merecen.
      Ignora el pueblo, en su sentido más lato y débil, cómo es posible sembrar vanas promesas de bienestar, que, sí se dieron luego en riquezas y haciendas; pero que solo a ellos aprovecharon, y, desde luego, en creciente pobreza y hambre para los demás. Y no hablamos de ideologías, que, estas, en todo momento, en todo tiempo y lugar, pueden ser perversas o benéficas, dependiendo de los hombres que las utilizan: dignidad, honradez, humanidad es la palabra, el concepto, que por ningún sitio de los que a los gobernantes lleva, aparece.


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sábado, 23 de enero de 2016

ARBOLES SIN HOJAS, PERO CON ALMA

      Mandan en esta época del año los árboles y su total desnudez, que en eso sí que no han cambiado los tiempos, ni lo ha trastocado la desusada placidez actual de los días. Hay una duradera belleza en los árboles cuando airean sus tupidas copas y frondas en pleno verdor; pero si nos fijamos, más de aquella anida en la severa majestad de esos ejemplares sin vestiduras que se dirían se hallan incrustados en el paisaje, como amodorrados centinelas que, por un descuido, nos dejan ver lo que no estaba permitido contemplar. Simulan con la proyección de sus nervudas y entecas ramas, un si es no es empinándose hacia más etéreos escenarios, y a su vez desmayándose en clara horizontalidad, una promesa, no ya de gráciles hojas y de irisados colores, sino de un inmenso abrazo a quien tenga la voluntad y paciencia de esperar su transformación. Hasta tanto, ahí andan, enhiestos, con sus grises y pardos troncos, serenos en una espera que es tránsito y mudanza a la vez.  

jueves, 21 de enero de 2016

SE DUERME ENERO


           
           Adormecido
por la placidez de unos días que a primavera más que a otra cosa huelen, se diluye enero y con él su fama de mes aguerrido, inhóspito, procreador de terribles heladas y de fríos legendarios que temores fundados producían. Este no es mi enero, que me lo han cambiado en uno sin agallas, sin ni siquiera energías para azuzar nubes y atraer catarros y tiritones. Lo pregonan sin más, tenues lluvias que a risa mueven; flores que milagrosa y extrañamente a otras estaciones pertenecen, y una quietud, y unas brisas que ni son gélidas ni a ser furiosos vientos aspiran.
           El tempus fugit, el tiempo huye, que es lo suyo sí, pero tan premioso y dulce que nadie lo diría,  y hasta esas campanadas de una iglesia cercana se incrustan en la mañana, lentas, perezosas, henchidas, demorando el grave ton ton de su sonido, que tarda una eternidad, como el tiempo, en desvanecerse.

martes, 19 de enero de 2016

¿DÓNDE SE OCULTA EL ALMA DE LA CIUDAD?

           ¿Tendrá alma la ciudad? De ser así, ¿dónde se esconde? Como si no se tratara de una búsqueda de difícil acomodo a la fría realidad, hay días en que uno amanece con esa necia ilusión de atrapar lo intangible, de adentrarse por los vericuetos sin nombre que al conocimiento, al recóndito escondrijo en la que aquella se oculta llevan. Con poca fe, pero mucha voluntad, que no tienen que estar reñidos, iniciamos la búsqueda, de arriba abajo, porque es la nuestra una ciudad plantada en verticales paletadas, que necesita subir y despeñarse antes de abrirse a horizontes más vastos y parejos. ¿Estará aquí junto al río enredada en sus aguas calmas, gobernando desde lo más hondo, junto a los desmesurados y vigilantes ojos de dos puentes sin edad, el alma de la ciudad, aplacándola,  día a día, para que siga viva, para que  no se desmorone? Y, más tarde, con el aliento maltratado por la brutal subida de las pinas calles empedradas, delante del otro Puente, el tercero, y más descomunal, brotan de nuevo las dudas: ¿Entre sus dorados sillares, en la perenne derechura de su añejo armazón, se esconde ese hálito que anima a cada plaza, a cada calle, a cada rincón, para que siga siendo honraran de vida, fuente de esperanzas y deseos, una ciudad viva y no muerta?
            Seguiríamos esforzándonos, buscando por doquier, en laderas, cataratas, frondas y valles, seguramente sin acierto, ese aura inmortal, omnipresente, aunque escondida nos quede a los más; pero más que el seguro fracaso, nos detiene el ruidoso alborozo de la mañana que avanza, apropiado para contemplar lo que de inesperado y nuevo trae, que no para indagar lo que, como el enrevesado trajinar del universo, nunca entenderemos los pobres mortales, aunque a rabiar nos gustaría. 

viernes, 15 de enero de 2016

AMAGO INVERNAL


      Como cogido en falta, se avino el tiempo hoy a razones, advirtiendo las fechas en las que  nos hallábamos, a un quince de enero, en las que, en otros años, reinaba poderoso el invierno con  lo más crudo de  sus rigores, y rectificando en algo su torcido rumbo hasta los umbrales en donde se generan los penetrantes fríos nos llevó. Y aunque aquí se detuvo indeciso, no queriendo ir más allá, ese intento de regeneración estacional, sí que se adentró en nosotros, restableciendo a la par que un orden natural perdido,  algún temblor, algún restregar de manos, alguna búsqueda natural de calor, que era propia de otros eneros y no de este apócrifo, taimado que anda instalado donde no le corresponde. Y no es que, como ahora mismo, no luciera en los campos el candor de alguna silvestre flor, de alguna mimosa en los jardines urbanos, con  el permanente bamboleo de su hiriente gualda, mas no con ese fulgor estallante, que ahoga, minimiza, destroza cualquier amago de otro color, que lo frustra y avasalla,  dejándolo huérfano de sentido.

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jueves, 14 de enero de 2016

CONFORMIDAD CON LO QUE ERES

      Te sorprenderías, Zaides, de saber  lo cerca de tí que tienes esa paz interior que a toda costa buscas. No la hallarás, te lo aseguro, en ambicionar metas que lejos de tu carácter quedan, ni en envidiar destinos que alcanzaron otros, a veces con voluntad, constancia y dones de los que tú careces. Más que buscarlas en otras vidas, que no son las tuyas, ni conoces bien, la

 

tranquilidad de espíritu que persigues la encontrarás en la conformidad con lo que eres; en la certeza de que el mundo que cada día contemplas, y al que te aferras, no tiene que ser el que contempla tu prójimo, sino que es el tuyo, el que, por suerte o desgracia te corresponde mirar y desentrañar, en ese reparto de virtudes y defectos, de aspiraciones y búsquedas de destinos con que al nacer nos distingue los cielos.

domingo, 10 de enero de 2016

LLUVIAS DE NADA PARA OBCECADAS NIEBLAS.

            Por muy esporádicas, ligeras y concisas que sean las lluvias en este otoño-invierno, un riego de nada, una vez pasadas, en ellas se escudan las arteras nieblas para, solapadamente, hacer su aparición. Cabe pensar que, por la parsimonia de su avance, muy lejos de la voracidad con que actuarán mas tarde, nadie diría que son tales, sino inquietas nubes vagando despreocupadas por espacios que le son propios, pero sin ánimo de alejarse mucho del punto en donde se originaron y crecieron.
            Hay algo de onírica melodía, de letargo con callada música que sacude la vista y lo sentidos en ese escenario de mágica esencia, en ese despliegue del fino pero penetrante manto que muerde y oculta a dentelladas el paisaje, y, con este, a lo que de más relumbrón, más espectacular y sonoro tiene el aura externa de la ciudad, otras veces inacabable, sobre todo si donde se tiende la mirada es desde el encumbrado suelo de nuestra Alameda. Es aquí, donde ahora, la niebla hace florituras y diabluras de infante travieso, esparciéndose ya descaradamente, invadiendo y tomando por las fuerzas de sus impenetrables masas cuanto quiere, abarrotando en fin lo que pudiera parecer milagro: la incasable hondura, de pies a cabeza, de nuestro inefable precipicio.  

sábado, 9 de enero de 2016

UN REMEDO QUE QUEDÓ EN ESO


      Con un remedo de soplo invernal amaneció el día, y como ganas y necesidad había de que la estación en la que nos hallamos hiciera acto de presencia, lo celebramos mirando con gratitud a los cielos que nos regalaban unas gotas de agua, que, en cierto modo, medio mitigaban algo la sed de los campos, purificaban las calles y, cómo no, a la casi sofocante atmósfera actual, cargada de brisas y soles que no son los suyos, ni los de aquí en este tiempo. Abrimos los paraguas, un campo de multiformes y abigarrados hongos en pos de la humedad a lo largo de las calles, con algo de ilusión de oír la fuerza de la lluvia bailoteando pegada a nuestras cabezas, y el chapoteo de nuestra pisadas levantando agua. 
      En eso quedó todo: en remedo, ilusión de mayores cosas, porque, a poco tardar, las nubes que jugaban a destapar y a ocultar montañas, a proyectar sombras sobre los suelos en los que brillaban las doradas formas y las luces propias de hojas desprendidas, fuéronse al ignoto lugar en el que se refugian los vientos cuando no soplan, y las nubes cuando no dejan ver el firmamento

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 o los turbiones cuando no azotan la tierra, y también las ilusiones cuando, como ahora, no cuajan porque alguien, el que hace que el universo siga en pie, piensa de otro modo y las aborta.  

miércoles, 6 de enero de 2016

EDADES Y EMOCIONES EN EL DÍA DE REYES


      En el seno del tiempo fugitivo, se esconde el secreto de nuestra vida, lo mejor de ella y también lo peor, o lo que es decir, para que nada quede fuera, la complejidad y sencillez de una fantástica obra, a la que si se le ha de poner alguna pega es sólo la de su finitud y brevedad.
       También en lo más escondido del paso de los días, se halla el de una edad a otra. Y no es malo el de hoy, en que abrumamos con exagerada profusión de juguetes a los nuestros, para recordar la que, hipotéticamente, se constituiría en la más feliz de todas: la de la infancia, la que debería con su alegría, cariño, y falta de preocupaciones, servir de permanente escudo férreo con el que enfrentarnos más tarde a la jungla y peligros de la azarosa  existencia, la que, con pocas excepciones a todos les espera. Tragedia es, por tanto, la situación actual de tantos niños para los que la infancia no sólo  no constituye una etapa de calor familiar y gozosos descubrimientos, sino el de un calvario de hambre, enfermedades y sufrimientos del que pueden no salir, o, en el mejor de los casos, que los marcará para siempre. Nuestro emocionado recuerdo para ellos y el deseo de que este mundo alguna vez cambie.    

sábado, 2 de enero de 2016

ESTE ALMENDRO DE HOY


      Ya han pasado unos cuantos años desde que, con una puntualidad exquisita de inglés educado en Oxford, cuando ya el invierno comenzaba a mitigar la intensidad de sus rigores, florecían los almendros. Era marzo avanzado, y, aun así, el blanco posado en sus ramas era una pelusa evanescente, casi etérea, sin apenas carácter; que ni las cubría ni era obstáculo mayor para que a su través y en el de una desnudez todavía evidente, como si fuera una escotilla abierta de par en par, se colaba la imagen de los molinos, la de los senderos, la de la cuadrada puerta del Cristo, las travesuras del río, al descubierto unas veces su cansino peregrinar, otras oculto su intimidad, las rojizas laderas, con el cano color de una gleba alisada por  el peso agobiante de los siglos inmisericordes; o el misterioso azul turquesa de unas montañas que lo guardan todo, que lo vigilan todo, que lo escrutan todo; que más que un quebrado festín de picos y ordenadas alineaciones de masas, es en su conjunto un reloj: un inmenso reloj, un ciclópeo, tenaz y jubiloso reloj, con capacidad para medir la inmensidad de lo que medida no tiene; del tiempo de ayer, y el de mañana, y el del futuro, y, cómo no, en sus repletas entrañas el del destino de la ciudad a la que en ningún momento, desde siglos ha, pierde de vista, no sea que huya harta de penar siempre, pendiendo su estabilidad de un hilo y temiendo ser engullida en cualquier fatal momento por un precipicio que, para tragarla, ahondaría más en su hondura.
      Este almendro de hoy, parece el director de orquesta de todos los almendros, sobre todo de los que cabe al Campillo, en su ladera nacen, pues en lo más encumbrado del Tajo se halla, en pina mezcolanza de silvestre espesura. Son tan apocadas, translúcidas, diminutas y poca cosa sus flores como solían ser la de los inviernos de antaño. Pero, no crean, invierno igualmente es hoy; pero enero, aunque lucen lisonjeras, mínimamente llamativas, sin pretender llamar la atención, dispuestas a la marcialidad de una orden, llegue esta cuando le llegue, no importa si marzo o enero, ni unos meses antes o después, que en eso, como en tantas otras cosas, es la naturaleza la que manda.


viernes, 1 de enero de 2016

PIONERO CONQUISTADOR ES EL MES


      Hunde enero hasta el asta su banderola de pionero conquistador, ya que a colonizar el año y a pisar sus terrenos, todavía vírgenes, llegó antes que nadie. Se le atribuye al mes, que fue el mítico Jano, bajo cuya advocación se halla, el que le dio nombre, aunque este con tantas mudanzas morfológicas desvirtuado y casi irreconocible ande por el diccionario de nuestra lengua. El caso es, que se le acusa a este mes de manejarse con una pizca de hipocresía y de astucia, que para eso a su protector se le representa con doble faz, para que nada, ni por el reverso ni por el adverso le escape a su preclara mirada de artero sabelotodo. Y sabido es que en esto de las conquistas, aun en las de menos relumbrón, si no vas un poco de la mano del engaño y del disimulo, como si fueran otros, y no uno el que las emprende, poco o nulo éxito se obtiene.