viernes, 3 de abril de 2015

CON LOS AÑOS



    Con los años, nos aferramos más que nunca a costumbres y manías, que no quiebran ni fiestas ni celebraciones por solemnes que sean.  Entre aquéllas las de ir a la cama a una hora moderada y la de levantarse aun más temprano, casi con las gallinas. Así en esta mañana, calmada y sin mucho sol. Aunque éste hace tiempo que asomó rodando por oriente, la ciudad está desierta; más que por ser festivo de Semana Santa, por los desfiles procesionales que mantuvo a la gente en las calles hasta altas horas de la noche. Hemos huido siempre de las masas, a cualquier edad, y son muchas las que acompañan al paso de las imágenes por las calles. Respetando la opinión ajena, cómo no, con mucho de espectáculo para turistas.
      Sin embargo, para que no se diga, en algún templo hemos estado a estas horas matinales,  sin bullicio, donde con un silencio sepulcral y vacilantes y mortecinas luces, la religiosidad sí creemos, todavía tiene un refugio al margen de tambores y máscaras. Algo de aquélla, también creemos estuvo en las calles, en pretéritos años, cuando la celebración era algo interno, más íntimo, y no de cara al extranjero y a su búsqueda de desconocidas emociones.



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