viernes, 31 de mayo de 2013

TÉCNICOS QUE SE AÑORAN




       Con estos tiempos que nos flagelan, de insistentes penurias, tal interminable peste medieval, se ven cosas cada día que más que sorprender pasman por muy estoico que se sea. Porque si razonable es que nos valgamos de todas nuestras artimañas y medios para ir lidiando de mil maneras con la avalancha de restricciones con que los gobiernos a mansalva nos imponen, no lo es en modo alguno que entuertos y averías de servicios de teléfonos y televisiones, por citar algunos, que religiosamente pagamos, se pretenda su arreglo a distancia con un "hágalo usted mismo". 
        Aquellas benditas horas en que un técnico acudía presuroso a su llamada, ante esas situaciones de fallos del servicio, han pasado a la historia. Y así, con el teléfono como instrumento mediador, desde el otro lado de la línea se le van dando a uno instrucciones con la intención de que se sea uno mismo el "manitas" de turno, el reparador que a voces  solicitábamos. Y no sólo es el tiempo en que ocupa a uno la dichosa reparación a distancia, si es que se logra, sino la cantidad de operaciones que le hacen a usted  acometer, de ir y venir de un lado para otro,  quitando y poniendo cables, decodificadores, ruters, apagando y encendiendo ni se sabe qué, desenchufando clavijas, averiguando dónde leches se encuentran los aparatos de nombres que uno no ha oído en su vida. Casi en todas las ocasiones acaba estallando y echando chispas tu paciencia, pero nunca la del operador a distancia, que esa es infinita, que para eso le pagan lo que a usted, como estulto cliente, le quitan.     

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