martes, 7 de agosto de 2018



PALETADAS DE TIEMPO A LA BASURA

          Con esto de dar una aire de laboriosidad al paso de las horas, organiza uno sus tareas diarias de una forma un tanto metódica, con ocupación para cada una de ellas, sin que le falte a ninguna, dandole una actividad, no siempre la misma, para llenarlas; puede que unas acometidas con más interés y dedicación que otras, pero  sin que, en cualquier caso, quede tiempo para nada, porque a todas, aunque parezca mentira, en una etapa en que ya no hay quien nos mande, le tiene uno puesto a las dichas el sello de obligatorias.
           Queda claro, que con este método, que llamaríamos de lo más insensato, y necio, el tiempo libre, lo que se llama de no hacer nada que no sea cruzarse de brazos y entregarse a la ineficacia más absoluta, brilla por su ausencia, algo de lo que no vale quejarse porque lo has dispuesto tú, no aconsejado ni presionado por individuo ni ley alguna.
                Y menos aún caben lamentaciones, cuando, de forma imprevista, ese tiempo libre por el que vienes suspirando desde no sabes qué lejano año, te llega a las manos, como un regalo en las sombras de la noche, porque en estos últimos días es la madrugada su hora de llegar.  Que ese mismo fuego que ahora nos visita y que arde tanto si es noche como si es mañana, sin sol o con él, te coma voluntad y conceda exudaciones a raudales, que no te dejé pensar, ni casi con fuerzas para moverte, es el triste final de cómo tener que despreciar lo que más se aprecia a nuestros años: tiempo para hacer cosas, que, desde luego, a pocos importan, pero que a uno le dan una mano para con cierta tranquilidad. obviando lo que puede venir, gozar en lo que cabe, del paso de los días, de ese tiempo, que a su modo, bien o mal, y a falta de tener las claves para detenerlo, cada uno emplea como quiere o puede.  



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