jueves, 30 de enero de 2014

PLIEGA VELAS



     Repliega velas enero, y no es que las haya desplegado en demasía por abiertos y tormentosos mares, como usaba. Escasearon este año lo que en otros le dieron fama de bravucón y metemiedos: desapacibles y torturadoras brisas, algún turbión con densas cortinas de agua, de las que ablandan los suelos y amordazan la vista, y sólitas y  copiosas mantas de blanda nieve con que trocar y templar la dura faz de las montañas. Sobraron, en cambio, asaz soles de candorosos y vernales rayos, cauces de arroyos sin rumores de tormentas, mostrando impúdicos sus pedregosos lechos, y, cómo no, retozonas nubes otoñales que sin ánimo de verter brumosa lluvia, lo que hacían eran poner
herméticas puertas a la llegada ordenada de escarchas, heladas o a la de cualquier otra gélida acometida. 
      Manoseado tema el del tiempo, al atmosférico nos referimos, porque del otro, el impenetrable, inacabable, pertubador, destructor o innovador, sin origen ni previsible muerte, poco podríamos añadir que no estuviera ya escrito. Mas una ventaja y no nimia nos depara el otro, puede que con acierto o tal vez sin él: desviar la mirada, siquiera sea unos instantes, mientras flotamos entre letras que se unen y desunen tal auras indecisas, de un mundo que como el intangible tiempo poco muda a la hora de mostrar sus llagas angustiosas, repletas de penurias, de guerras, de miserias y de interminables desconsuelos.

martes, 28 de enero de 2014

MELLIZAS PEÑAS




      Honduras sin asiento, convulsionadas rocas, despeñaderos y barrancos, aunque sólo sea uno al que no se le ve fin, se aprietan para darle a nuestra ciudad esa fisonomía de sitio impenetrable y como de pesadilla, si se quiere, siempre a punto de emprender el vuelo como cualquiera de las aves que anidan en sus grietas y ocultas cavernas. Entre tantas cosas con qué maravillarse, una de ellas, y no la menor, como reflejaron algunos viajeros de épocas más románticas que la nuestra, es la que ofrecen esos dos orondos peñascos de tamaño excepcional y similares en su altura, configuración y desproporcionados vientres, e incluso en el trazado de sus ranuras, sus flamantes barbas de olivos, y bebiendo ambos del culebreante río que a sus pies se agazapa. Como verás, Zaide, tampoco carece la madre naturaleza de hábiles escultores con que moldear figuras y fabricar obras insólitas, tan perfectas que sería difícil las esculpiera con igual calidad la mano del hombre. 

domingo, 26 de enero de 2014

EL NO ARTE DE LA GUERRA


     Bien te vendrá pensar, Zaide amigo, que no existen guerras santas, ni nunca las hubo, ni cruzadas que merezcan ser llamadas sacras si sus razones las defienden las armas; ni per se, pueblos y razas malvadas, ni que todos los santos están de un lado y los demonios del otro; los malvados se esconden en  ambos lados, en todos los lados.  Que no taponen tus sentidos, proclamas, lábaros, ni profetas, nada hay más sagrado que la  vida, con la que juegan los que guisan las contiendas, y siempre vencen los mismos,  porque lejos del campo bélico se hallan, nunca en ellos. Aunque fuerzas poderosas pueden llevarte a pensar, pues,  que hay guerras justas y bendecidas por los dioses, y otras que no lo son, igual de crueles y penosas son todas y en ellas perecen, los que menos se lo merecen. Nunca fue un arte la guerra, porque matar sin discriminación no es un arte.
     Llevada a tu terreno, que es un principio, aunque no lo creas, si la muerte de la palabra da paso al odio, más vale que huyas antes que el rencor ciego se apodere de tu alma, y prendas con tu enemigo la chispa de vuestra particular contienda. 

viernes, 24 de enero de 2014

UN BLANDENGUE ENERO



     Solo cabría hablar de inhibiciones y tretas para referirnos a este enero, blandengue como nunca, tan distinto a aquéllos que solían meternos el miedo en el cuerpo, con sus escarchas, sus nieves y sus turbiones, tanto que era una odisea dejar las delicias del hogar para hacer frente a las cotidianas obligaciones. Mejor que sea el año, que viniera atípico en su devenir, que no motivado estas sonoras mudanzas por los furibundos ataques del hombre a la faz y esencia de una tierra a la que tendría que venerar y cuidar como si de su propia familia se tratara.
      Lo cierto es que este enero por el que transitamos, surge en las amanecidas con algo de ferocidad, con tímidas siembras de blancuras en tejados y vehículos y amenazas de montaraces brisas, que nacen en las cimas heladas de nuestras sierras, de llegar solapada pero firmemente para hacernos el día insoportable. Mero espejismo. A no tardar, fogosos rayos ahogarán cualquier proyecto de invierno haciéndonos olvidar que tendríamos que estar al amor del fuego del hogar, cualquiera que sea el medio empleado para producirlo, y no gozosamente disfrutando de un tiempo que no nos pertenece. Es por eso, que no dejamos de sentirnos un poco culpable de penetrar en  algo que no es nuestro, y de meditar, además, cómo nos  hará pagar la imprevista bonanza estos cielos, ahora tan melosos y misericordiosos, pero que no siempre recorren los mismos acomodados senderos.

martes, 21 de enero de 2014

PARA EMPEZAR EL DÍA



     Los días, considerados no sólo en su aspecto atmosférico, pueden ser propicios o nefastos, sin que nada los hagan desviarse una pizca de su azaroso camino salutaciones en bocas generosas, que nos ofrecen un hálito de esperanza, de promesa de que la jornada que tenemos por delante transcurra sin ninguna emboscada de las que con harta frecuencia suele depararnos nuestra existencia.
     Desde el remoto y clásico "¡Que los dioses te acompañen y ten sean benévolos" de los antiguos, hasta el "¡vaya usted con Dios!", tan andaluz de hace muy poco,  han evolucionado, si se le puede llamar así, los matinales saludos a un escueto y universal "¡buenos días!, menos expresivo y más austero que lo fueron sus hermanos de otras épocas. Lo que esperamos es que no sigan mermando y que lo que alguna vez tengamos que oír como acompañamiento no sea  una maldición o un "¡Ahí te pudras!".  Conforta pensar, Zaide, sin embargo, que acontecerá lo que los cielos, magnánimos o funestos, les venga en gana. Un consuelo, después de todo, por estulto y manido que este sea.


viernes, 17 de enero de 2014

VIVIENDA SIN MORADORES



     A la entrada de una vivienda sin moradores, detiene la vida su paso. Y es que estos días de menuda  y obcecada lluvia, y de gris y mortecina luz, ponen un empeño grave y solemne en mostrarnos con descaro lugares de los que no ha huido aún la belleza de su antigua planta; pero sí, desde no se sabe cuándo, sus ocupantes. Se ve que tristeza acumula y llama a tristeza y que una brizna de esa melancolía que desperdigan los cielos hoy, se prende como voraz garrapata a la fachada patricia de esta casa de dorados y melosos sillares y de altos aldabones que en su tiempo detuvieron a los que no participaban de la sangre aristocrática de sus dueños.
   Más que los heráldicos escudos que surgen por doquier; que su cerrazón oriental por ocultar su interior; que sus cierros con decenas de barrotes, cada uno un obstáculo en sí mismo, estableciendo una unidad y vecindad con el alero; que sus molduras y esculpidos ornamentos, su historia la narra y culmina esa puerta, con miríadas de metálicas estrellas en su faz, sin fisuras, pero cerrada a cal y canto a lo que fue.

martes, 14 de enero de 2014

ES ENERO



     A falta de que la estación recupere su prístino vigor y ponga en valor como antaño el carcaj de sus ancestrales activos, guardando para mejor ocasión las temperaturas clementes y las desmejoradas lloviznas, que ni siquiera riegan, se nota, no obstante, que es invierno no por el débil e imperceptible progreso de este, sino por la consistencia con que los que andamos por esta zona meridional de la tierra, asumimos que lo es; que es un mes de dureza extrema, en lo atmosférico, aunque no lo sea, y en lo económico, que sí que lo es. De ahí, como consecuencia lógica, Zaide, a sólo unas horas de distancia del jolgorio y alborozo obligado de las postreras celebraciones, que las calles surjan desiertas de vehículos y transeúntes, e inmersas en ese silencio anormal que inunda la media mañana, cuando todo debería hervir de briosos sonidos y mansalva de rumores; hasta las monacales campanas, que nunca alternándose están mudas, yacen amordazadas, no dejando, más allá de un limitado, vecinal ámbito, oír sus pregones de metal, aire y fogosa luz.


viernes, 10 de enero de 2014

MEDITACIÓN TRISTONA PARA UNA TARDE QUE TAMBIÉN LO ES



     Mejor despertador para penetrar en el sentido de nuestras vidas y destinos, Zaide, no se encuentra que el del paso incierto de las enfermedades y alteraciones imprevistas del normal ritmo de nuestros cuerpos; ya que, no sólo vienen a avisar de que algo va mal en el funcionamiento del propio, máquina perfecta en multitud de ocasiones, mas, también, por eso, de la fragilidad de nuestra naturaleza humana, a cuya soberbia y arrogancia lanza una vibrante advertencia: hombre eres, ni poderes ni haciendas, te librarán de sufrimientos y males, grandes y pequeños, que, quieras o no, te mostrarán que eres similar al resto de tus congéneres.
       Un alivio, después de todo, Zaide, que no siempre el dios del dinero te deje en desventaja con el que más tiene y que, por una vez, haya cosas en la vida y en la muerte a las que ningún mortal, ni siquiera aquellos que se consideran dueños del mundo y de tu existencia, escapan.

jueves, 2 de enero de 2014

TU REINO



     En el fútil reino de los sueños, abrumado de estupores, cavernas tenebrosas, rendijas sin fondo y pasajes que a ningún lado llevan, tú, Zaides, eres el perenne monarca;  tu mullido lecho el inamovible trono; tus súbditos, miríadas de legiones enardecidas que conspiran con inaudito furor para enaltecerte o subyugarte; tu inabarcable predio, un maldito o gozoso escenario; millones de tierras calcinadas o luminosas, que se expanden o desvanecen, en las que campan a su impredecible aire las escenas más fastuosas, más fantasmagóricas, más indecibles; las persecuciones más feroces, las impudicias menos deseables, los bichos menos inconcebibles, los fuegos que menos queman, los piélagos en los que pereces sin perecer nunca; una gigantesca rueda, de evanescentes cangilones a la que te aferras para no ser presa de un vacío sin balcones, asideros, ni pretiles, perdido en una noche sin límites, prominencias ni fisuras; un collado sin espesuras ni laderas, una montaña sin senderos ni cumbres; caudales sin lecho y ríos sin corrientes, que buscan desorientados océanos que nunca llegan.

      Tu reino, el que gobiernas sin saberlo ni gobernarlo, del que eres rey y siervo a la vez, lo pueblan a  su soberano antojo, mancillan o engrandecen, villanos y taumaturgos, magnates de un suspiro,  que en ese tiempo, en ese mórbido segundo, para tí, su dueño, su amo eterno, convocan a todas las dichas, a todo el conocimiento, todo el gozo, todas las melodías, toda la saciable paz que cabe en un segundo, que de súbito ya no lo parecen, porque es un tiempo que no acaba, intachable, inabordable, inefable, el que todo el mundo ansía y jamás llega, el prometido edén, el próvido maná; como la  vida misma, si lo piensas bien, con sus escondrijos, cavernas, angosturas, praderas, resplandores, silencios y  voces que claman, que en ocasiones dicen algo y, casi siempre, nada. Es tu reino y tu eres allí, hasta quién sabe cuándo, indiscutible, su único monarca, pero poco o nada mandas.
  

miércoles, 1 de enero de 2014

GOZOSO AMANECER



     Nace sin aspavientos, sosegada, sin grandes albores, ni fríos, ni astros deslumbrantes,  la mañana, ajena a celebraciones, ni amarras a un tiempo que nos las tiene, aunque sumiso las soporte, no abrumándole por demás el atavío con que pretendamos bautizarla. Y no vemos más cumplido homenaje, celebración más fausta que, como cada día, cada amanecer, abrir puertas y ventanas del hogar, brazos sin medida, para darle nuestra alborozada bienvenida, porque la fiesta de la vida, sea cual sea la mañana y el nombre que le demos, sea cual sea al día,  sin detenciones, con sus risas y llantos, aún, un año más, un amanecer más, continúa.